Salud

7/7/2020

63 trabajadores contagiados en el Hospital Evita de Lanús

Hace unos días publicábamos en Prensa Obrera una serie de denuncias realizadas por trabajadores del Hospital Evita de Lanús, que daban cuenta del estado calamitoso en el que se encuentra el establecimiento y de las terribles condiciones de trabajo bajo las que se encuentra laborando su personal médico. Al día de hoy, esa situación se ha agravado debido a un rápido aumento de la circulación del virus Covid-19 al interior del hospital y a un colapso generalizado de sus instalaciones, cuya expresión más acabada es el incremento de contagios entre los trabajadores.

No hay ninguna comunicación oficial de parte de las autoridades sobre la grave expansión del virus que ha afectado a 63 trabajadores del hospital, y sobre la falta de personal, siendo el principal problema que afecta la atención. Las denuncias de los trabajadores del Hospital Evita ponen de manifiesto, una vez más, el estado de emergencia del mismo. Revelan un verdadero cuadro de caos sanitario. Para empezar, la frecuente falta de alcohol y oxígeno, siendo este último elemento un pilar imprescindible para tratar pacientes graves. A esto se le agrega la desorganización por falta de espacio -ante el incremento de pacientes-, concerniente a la división del establecimiento, entre “áreas Covid” y “no Covid”, lo que tiene su desenlace en, por ejemplo, la internación de pacientes no enfermos de Covid junto con quienes si se encuentran afectados por el virus. Otro escollo para el combate contra la pandemia es la falta de personal para poder prescindir de los acompañantes de muchos pacientes, lo que aumenta la circulación ciudadana en las instalaciones y la propagación del virus. Como corolario de esta situación explosiva, la atención hacia pacientes cuyas complicaciones no corresponden a la enfermedad de coronavirus está siendo deteriorada por el colapso del establecimiento. El hospital no cuenta con el personal calificado suficiente, dando lugar a que los trabajadores que actualmente ejercen su actividad estén sometidos a jornadas laborales excesivas.

La actual situación en la que se encuentra el Hospital Evita responde directamente a la política de vaciamiento desenvuelta por los gobiernos de distinto cuño político que históricamente gobernaron la provincia. El resultado es evidente, el hospital llegó al límite de su capacidad de atención, las camas de terapia intensiva (UTI) disponibles para atender a los pacientes críticos de Covid-19 están a punto de desaparecer, situación que se extiende a toda la provincia según reconocen los propios funcionarios del gobierno provincial.

Ante este panorama, no hay respuestas por parte del gobierno municipal. A su vez, desde el gobierno provincial, Axel Kicillof ha avanzado hacia un rescate de las clínicas privadas otorgándoles subsidios por el orden de unos 400 millones de pesos mensuales, costeados con fondos del Ioma, desfinanciando las cajas de los trabajadores del Estado y contrastando con los recursos destinados a los hospitales públicos de la provincia. Las medidas del actual intendente de Lanús, Néstor Grindetti (Cambiemos), lejos están de servir como arma de combate contra el virus. Su política opera como correa de transmisión de los intereses del conjunto de las patronales del distrito. Ha pavimentado el camino hacia una apertura económica de gran alcance. No es nada más ni nada menos que la réplica de la política implementada a nivel provincial por el gobernador Kicillof y más en general, a nivel nacional, por el presidente Alberto Fernández: antes de “volver a la fase 1 de la cuarentena” (en la nueva etapa 1 operarían casi 2.600 empresas), en Buenos Aires funcionaba el 85% de la industria. Ese quiebre de la cuarentena, concedido a la clase capitalista, condujo a que hoy el número de contagios en la provincia haya ascendido al escalofriante número de 42.619 casos.

Es urgente que el gobierno provincial aprovisione de los elementos fundamentales como alcohol y oxígeno, y designe los nombramientos del personal faltante bajo convenio. La proliferación de “becarios” y monotributistas ha sido un camino de mayor precarización, que en el ámbito de la salud, tomó Kicillof en el cuadro de la pandemia. Esto debe ser rechazado, oponiéndole el pase a planta permanente de todo el personal. A la vez, es necesario que se otorgue un aumento salarial que saque los ingresos de los trabajadores de la salud de los niveles de pobreza.

Para hacer frente a la catástrofe sanitaria y social hay que tomar un camino diferente. El planteo de la centralización del sistema de salud bajo comando de los trabajadores, enarbolado por el Partido Obrero desde el día 1 del aislamiento social obligatorio, toma un carácter primordial en ese sentido, sumado a un aumento del presupuesto sobre la base de un impuesto al capital y del desconocimiento de la deuda externa. Solo la intervención política de los trabajadores puede conseguir estas reivindicaciones.

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