Salud
18/9/2020
Ante el colapso sanitario en Santa Fe se impone tomar medidas de fondo
En algunos hospitales las camas ya están al 100%, como denunciaron las y los trabajadores del Hospital Roque Sáenz Peña.
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Ocupando el segundo o tercer puesto de los lugares del país con mayor cantidad de casos de Covid-19, llegando a estar por delante de CABA durante algunos días, Santa Fe ingresa en la fase del colapso sanitario. Pese a que hace 14 días el gobernador Omar Perotti y el intendente de Rosario, Pablo Javkin, anunciaron algunas restricciones en la circulación para evitar llegar a esta situación, ayer se registró un récord de contagios a nivel provincial y en la ciudad de Rosario, foco de la pandemia. También se registró récord de casos en Rafaela, con ocupación de camas de terapia intensiva al 75%, desmintiendo a quienes restringen el problema al sur provincial.
En Rosario, la ocupación de camas críticas de adultos está en el 82% en el sector privado y 88% en el público, las generales de adultos en los efectores privados es del 59%, mientras que las camas generales en el público llegan al 92%. De ese total, los pacientes Covid representan el 22% en los efectores privados y 37% en el público (Municipalidad de Rosario). La estadística rosarina impacta a nivel provincial, primero por el peso demográfico de Rosario y luego porque la ciudad absorbe buena parte de la demanda sanitaria de los departamentos circundantes, como es San Lorenzo.
De estos datos se desprende la necesidad imperiosa de centralizar el sistema de salud en un único servicio, que borre las fronteras entre lo público y lo privado, porque la infraestructura sanitaria no puede seguir privatizada mientras la población pobre se ve amenazada de quedar sin atención, como le sucedió a ese hombre que durante horas recorrió la ciudad y estuvo a punto de morir en una ambulancia porque no conseguía cama. No es para nada casual que “ese hombre” fuera un trabajador desocupado, sin obra social ni prepaga.
Situación hospitalaria
En algunos hospitales las camas ya están al 100%, como denunciaron las y los trabajadores del Hospital Roque Sáenz Peña en un cartel a mano que pegaron en las puertas de ese nosocomio municipal: “Guardia colapsada. No hay más lugar”. La directora del Hospital Carrasco, también de Rosario, detalló que ese efector “recibe a diario unas 200 consultas, de las cuales por estos días el 80 por ciento termina requiriendo hisopados y de los cuales, el 70 por ciento termina siendo positivos”. En la última semana, el centro de salud, que fue el primero en ser determinado como hospital Covid, pasó horas sin tener camas disponibles y trabajan “al límite” (La Capital, 17/9). Junto a la crisis en la atención destaca la alta positividad, ligada al hecho de que el 49% de los contagios responde a la circulación comunitaria del virus. En el Hospital Provincial no quedan plazas de terapia y el secretario general de la Asociación Médica, Dardo Dorato, advirtió que, de seguir este panorama, los profesionales de la salud deberán resolver a quién internar y a quién no (ídem).
La saturación del sistema sanitario y el agotamiento del personal de salud están lejos de ser excluyentes de Rosario, como lo expresaron las manifestaciones que se sucedieron en los hospitales Cullen e Iturraspe en La Capital santafecina, donde médicos, enfermeros y administrativos salieron a las puertas del hospital para protestar por los bajos salarios, la falta de equipos de bioseguridad y de personal. Junto con esto circularon numerosos testimonios, como el de una médica que hizo un posviral titulado “A mí no me decepcionaste”, donde explica por qué rechazó participar del spot publicitario del gobierno de Santa Fe que llama a la responsabilidad individual apelando a golpes bajos, solo para deslindar su responsabilidad frente a la catástrofe que se avecina: “nosotros vamos a seguir, cansados, pero vamos a seguir. Aunque al gobernador no le interese abrir las paritarias, y nos siga pagando unos bonos que dan pena. Son los mismos que luego le piden la población que respete nuestro trabajo (me pregunto qué categoría tendrán los dirigentes de UPCN y ATE que arreglaron un bono sin chistar…)”
60% para la policía, bono en negro para el personal de salud
El bono en negro ofrecido por Perotti para cerrar las paritarias abrió una crisis con los trabajadores del Estado que vieron perder el poder adquisitivo del salario desde que el nuevo gobierno eliminó la cláusula gatillo, un tema de ajuste fiscal que estaba en agenda del gobierno desde mucho antes de la pandemia. El acuerdo de las burocracias de UPCN y ATE con este bono en negro les ganó un escrache a la salida de la negociación paritaria, donde aceptaron cifras no bonificables ni remunerativas, que además impacta a la baja en los haberes jubilatorios.
La crisis salarial se agudizó después de que Perotti y su ministro de Seguridad, Marcelo Sain, anunciaron un aumento de las remuneraciones recibidas por la Policía de Santa Fe que va del 40 al ¡60%! Por estas horas una paritaria específica del sindicato médico (AMRA) discute cómo separar el reclamo de los médicos del resto del personal de salud, otorgando un bono más alto, que va de los 6 a los 8 mil pesos, que igualmente está muy lejos de “dignificar el salario”.
El gobierno sigue ninguneando al personal de enfermería, uno de los que tiene mayor contacto con los pacientes y cobra alrededor de 40 mil pesos de salario, por lo que la mayoría hace dos turnos de seis horas para cubrir la canasta familiar. El pluriempleo favorece los contagios y la dotación de personal enfermo o licenciado crece, por lo que el gobierno está trayendo enfermeras y enfermeros de otras provincias. “Nos sentimos desprotegidos y desvalorados” dijeron las enfermeras del Hospital Clemente Álvarez en una carta pública, hospital donde ya hubo 40 trabajadores contagiados.
“Los protocolos estrictos no existen y no impiden los contagios”
“De acuerdo al registro de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, en el país hay 105 mil empleados formales con Covid-19, de los cuales el 27 por ciento son trabajadores de la salud. Considerando el sector informal, de las casi 600 mil personas contagiadas en el país, dos tercios son trabajadores”, le dijo Jorge Kohen a La Capital, médico y creador de la Carrera de especialización en medicina del trabajo de la Facultad Ciencias Médicas de la UNR. De allí, es que Kohen y sus colegas promueven la campaña “Botón Rojo”, que el presidente Alberto Fernández dijo tener siempre a mano en caso de que la pandemia se agrave. Por su parte el infectólogo Luis Cámera, asesor del gobierno nacional, aseguró que siguen de cerca la evolución de la pandemia en Santa Fe y se pronunció por “ir a cuarentena dura por 14 días”.
Pero con el 90% de las camas críticas ocupadas, las cirugías programadas suspendidas en Rosario y el sur de Santa Fe, los médicos advirtiendo de que ya están estudiando poner en práctica el protocolo que indica a quién intubar y a quién no, ese botón se debería haber activado hace rato. El camino emprendido por el gobierno de Perotti ha sido otro, pero nadie podría justificar que esto se deba a un acto de rebeldía hacia el gobierno nacional de Alberto Fernández, con el que mantiene la más fina sintonía política. Frente al salto exponencial de casos, las últimas restricciones que dispuso el gobierno fue bajar el tope de horario de atención del comercio y prohibir que bares y restaurantes atiendan al público en el salón, medidas recontra limitadas y que incluso no está claro si van a sostenerse en medio de los “banderazos” aperturistas.
Si los protocolos son “porosos” es porque son protocolos patronales, que tienen como único objetivo impedir que se corte la cadena de producción. Estos protocolos se limitan a licenciar al trabajador que dio positivo para pasar a descargar el peso de las tareas en lxs compañerxs que siguen en actividad, porque no se toma personal para cubrir a los trabajadores en uso de licencia. Las desinfecciones son rudimentarias y sobre todo no se sigue el rastro del contagio, porque esto implica testeos que van de los 7 mil a los 9 mil pesos cada uno, y las medidas sanitarias subsiguientes (desinfección de las líneas de producción, ampliación de comedores y vestuarios, etc.) que se quieren evadir por sus costos y para evitar que se pare la fábrica por cualquier motivo. Estos protocolos son los mismos que prepara la provincia para abrir el polo gastronómico y comercial, frente a las presiones crecientes de la pequeña burguesía y no tanto, de abrir sus negocios.
La pandemia es el capitalismo
Es importante señalar que Santa Fe atraviesa una crisis sanitaria dentro de otra, que se deriva de los incendios en las islas del Delta del Paraná. El tema golpea especialmente a Rosario, donde gracias a la creatividad que caracteriza a lxs concejales de nuestra ciudad y que suele cubrir la incapacidad de los partidos de Estado para tomar medidas reales, se votó instalar un sensor de calidad de calidad del aire que arrojó como resultado que en Rosario el nivel de toxicidad es tres veces peor al límite recomendado. Como con el Covid-19, enfermedad de origen zoonótico, la cuestión de las quemas muestra cómo la depredación capitalista del ambiente impacta de lleno sobre la salud de la población que vive hace meses respirando debajo de una nube tóxica.
Desde el Partido Obrero planteamos que se deben cerrar todas las actividades no esenciales, cubriendo los ingresos de lxs trabajadores con un subsidio al desocupado de 30.000 que cubra las necesidades materiales para poder quedarse en casa. Para las empresas esenciales, protocolos de seguridad e higiene reales, escritos y defendidos por Comités obreros electos a tales fines, en oposición a los protocolos de fantasía de las patronales. Centralización ya del sistema de salud, el lucro capitalista no puede regir en medio de una pandemia, todos los recursos deben estar a disposición del pueblo trabajador. Aumento de salario para todo el personal esencial del 40%, no a los bonos en negro ni a la súper explotación laboral.
¿Cómo financiar esto? Impuesto progresivo a la propiedad terrateniente, grandes rentas y fortunas y a la propiedad capitalista, que tiene en Santa Fe una plataforma de explotación privilegiada, donde Cargill, Bunge, Cofco, Vicentin, facturan al año alrededor de 30 mil millones de dólares. Donde funciona el Casino de Rosario, canal para el lavado de todo tipo de activos ilegales. Donde la Bolsa de Comercio de Rosario y Santa Fe especulan con el valor creado por el obrero del campo y la ciudad. Que la crisis la paguen los capitalistas, luchemos por una salida de lxs trabajadors.