En los últimos días se confirmó un nuevo caso de Covid-19 de una residente del Servicio de Geriatría del Hospital Durand. Se suma a los tres médicos y tres enfermeros contagiados.

Esto derivó en el aislamiento preventivo de ocho médicos del mismo Servicio, que quedó con menos de la mitad del personal -que ya de por sí era escaso. La situación evidencia que no están garantizadas las rotaciones del personal médico, un punto clave para que no resulte aislado un servicio entero. Lo mismo sucede en enfermería, la falta de personal y el pluriempleo hacen de las rotaciones un objetivo inalcanzable. Se suma a esto que las salas de médicos son ínfimas, por lo que es imposible mantener distancia entre los compañeros.

La limpieza, que en estos tiempos toma aún más relevancia, está a cargo de trabajadores terciarizados con salarios por debajo de los 30.000 pesos. La falta de personal, la inexistencia de capacitaciones y la carencia de insumos necesarios concluyen en una desinfección extremadamente precaria.

El Pabellón Central (donde se encuentran los casos positivos y sospechosos de Covid-19) y el Pabellón Romano hace más de un año que están sin calefacción y hasta la semana pasada tampoco había agua caliente.

Cómo si esto fuera poco, los encargados de supervisar las salas de internación dieron positivo. Estos asesores de la dirección del hospital, al no respetar los tiempos de aislamiento, ni el correcto uso del barbijo terminan siendo un factor de contagio entre los trabajadores mismos. Esto esa misma dirección es la responsable de que no organizar la personal y dejar librado a de cada servicio cómo se adaptan a la pandemia.

Los insumos hospitalarios provienen en gran parte de donaciones, ya que los que provee el gobierno de la Ciudad son de mala calidad y escasos.

Es imprescindible la unión de los trabajadores del hospital para protegerse. Basta de contagiarnos las malas condiciones de trabajo.