Salud

17/6/2021

coronavirus

El manejo de la pandemia en Argentina

Una vez más, el país es reconocido mundialmente por tener los peores índices en relación al coronavirus.

Un estudio de la agencia Bloomberg ubica a nuestro país como el peor en gestión de la pandemia en una comparación entre 53 naciones. Allí se analizan una serie de parámetros económicos, sociales y sanitarios, como el porcentaje de la población vacunada, la cantidad de muertes cada 100.000 y los casos diarios.

En el top del “Ranking de Resiliencia” están Nueva Zelanda, Singapur, Australia, Israel y Corea del Sur. En el otro extremo, Perú, India, Brasil, Colombia y, en último lugar, Argentina, que se destaca por su alta positividad (mayor al 30%) y los casos cada 100.000 habitantes.

Un dato a destacar que escapa del análisis del ranking, además de la posición de Argentina, es que tanto Estados Unidos como Europa escalaron con respecto al último, fenómeno que se da fundamentalmente por el avance en la vacunación, proceso dominado durante la primera parte del año por las potencias imperialistas. Pero lo llamativo es que países como EE.UU. y Reino Unido, con más del 45% de su población vacunada, no encabezan el ranking. De hecho, de los 5 que encabezan, solo Israel y Singapur poseen a más del 30% y 60% de su población vacunada respectivamente. En cambio, en Nueva Zelanda, Australia y Corea del Sur menos del 10% está inmunizada.

Es decir que los países que lideran no son necesariamente aquellos con mayor porcentaje de su población vacunada. Sin dudas la vacunación es un factor importante, pero los datos demuestran que donde no se tomaron medidas restrictivas en pos de mantener las actividades productivas abiertas sigue habiendo alta circulación a pesar de la vacunación, lo que puede llevar a un mayor flujo del coronavirus o incluso el desarrollo de nuevas cepas. En Reino Unido, por ejemplo, los casos diarios son 4 veces más que un mes atrás debido a la variante Delta procedente de India.

De la experiencia de Reino Unido también sale a la luz que, incluso, aunque un país particular disminuya los contagios y las muertes, solo será temporal en tanto el resto de los países golpeados por el Covid, muchas veces aquellos que tienen menos recursos económicos para hacerle frente a la pandemia o afrontar la compra masiva de vacunas, no resuelvan la circulación en su propio país.

Evidentemente la vacunación es una cuestión central en el mundo y también en Argentina. La campaña electoral que está desenvolviendo el oficialismo tiene como bastión central la inmunización, pretendiendo convertir cada vacuna administrada en un voto. En este escenario, Cristina Kirchner declaró el lunes en un acto que “vamos a vacunar a todos los argentinos y argentinas y vamos a volver a ser felices”, lo que refuerza el hecho de que para el gobierno la vacunación es la solución para todos los problemas del país.

Pero lo cierto es que ni siquiera resuelve la crisis sanitaria, como lo demuestra la experiencia de otros países del mundo que tuvieron que volver a cuarentenas estrictas ante el aumento de casos, incluso con gran parte de su población vacunada. En soledad, la vacunación no alcanza. Debe venir acompañada de medidas que permitan el cuidado, empezando por los protocolos de bioseguridad y el aumento en la frecuencia de transporte, así como la suspensión de la presencialidad en las escuelas y el cierre de las actividades económicas que no son esenciales en regiones con alta circulación de coronavirus.

Vale la pena mencionar que la vacunación tampoco resuelve la profunda crisis social y económica en la que está envuelta Argentina, que se descarga principalmente sobre las espaldas de los trabajadores, y para la cual no hay inmunización que valga más que la organización independiente de la clase obrera. De hecho, es esta misma crisis una de las razones por las que la vacunación no avanza.