Salud

27/3/2020

Enfermera se contagia de coronavirus y aíslan el 4° Piso del Hospital Santojanni

Por comités de seguridad e higiene en todos los hospitales.

En esta semana se conoció un caso de contagio del covid-19 en una enfermera del Hospital Santojanni de la Ciudad de Buenos Aires. No es el primero, ya que, a raíz de la primera muerte por la pandemia en el país, se aislaron entre 15 y 30 trabajadores del Argerich, y uno de ellos resultó contagiado, producto de que el virus se detectó 24 hs. luego del deceso. El contagio en este nuevo caso fue el resultado de la atención sin la protección adecuada de un paciente en una clínica privada. Tanto en dicha clínica, como en el Hospital Santojanni, la consecuencia de la confirmación del contagio es el aislamiento preventivo y la examinación de decenas de profesionales y trabajadores que se desempeñaban en contacto directo con dicha enfermera. Basta considerar una multiplicación del contagio entre profesionales de la salud para tomar nota del impacto que puede tener en la atención sanitaria. 


El gobierno de Larreta o el perro que se muerde la cola


Mientras el gobierno de Larreta, por un lado, rechaza o demora licencias de personal de salud perteneciente a la población de riesgo, con la excusa de la necesidad de atención, por el otro, no provee a los hospitales de todos los insumos necesarios para que esta sea realizada de forma acorde. El síntoma de la falta de insumos (entre ellos el kit de protección de escafandras, barbijos, camisolines y guantes) son los contagios en profesionales y, con ellos, el aislamiento de más profesionales. El resultado es el que se quería evitar: la baja de la atención. Que el contagio se haya producido en una clínica privada nada cambia la responsabilidad del gobierno. Por un lado, porque la falta de protección vale para el resto del personal, ahora aislado. Por el otro, porque esta enfermera no tendría un segundo trabajo si tuviese un salario acorde en el hospital público antes que uno por debajo de la línea de pobreza, como de hecho sucede. 


Como nunca antes, el ajuste y los negociados contra la salud pública se ven incompatibles con sus trabajadores y usuarios. La exposición y la falta de seguridad de unos se traduce en menos atención para los otros. A la falta de insumos se agrega el problema de la ropa de trabajo, que no es provista por el gobierno de la Ciudad, no hay lugares de cambiado ni tampoco servicio de lavandería para su correcta desinfección. Mientras, la policía aplica multas a los trabajadores que circulen por la calle con su vestimenta laboral. La falta de camas no ha sido revertida y en la mayoría de los hospitales no hay más espacios con presión negativa, esto es, las condiciones propicias para un aislamiento efectivo. Todos estos problemas son factores que tienden al contagio en el personal de salud.


Italia y Argentina


La noticia es relevante también por su proyección. Téngase en cuenta que en Italia, donde más afectó la pandemia hasta ahora, el número de infectados entre enfermeros y médicos asciende a más de 3.000. Esta cifra representa un 4% del total de infectados italianos y un 8% del total de profesionales de la salud en el país europeo. Va de suyo, con estos datos, el nivel de exposición que genera la atención de la pandemia entre los trabajadores de la salud. La expresión más trágica de este cuadro estuvo en la triste noticia del suicidio de dos enfermeras, una de ellas contagiada. La situación trae afecciones enormes para el personal de salud, pero también para los usuarios, que asisten a un sistema que pierde capacidad de atención. 



Si puede parecer forzada la comparación con Italia vale tener presente que la situación descripta en el país europeo se da como consecuencia de que la propagación del virus, amplificada por el tardío abordaje, sobrepasó la capacidad de respuesta de un sistema de salud desfinanciado durante sucesivos años de austeridad. En nuestro caso, se combina una cuarentena que no puede hacerse efectiva con millones de trabajadores arrojados a la desprotección y un sistema de salud ultraprecario y ya colapsado previamente con baja disponibilidad de personal e insumos. Las medidas para reforzar la capacidad de atención no llegan en tiempo y forma a los hospitales que, a la postre, no en todos los casos reestructuraron debidamente su modalidad de atención, y donde lo hicieron, fue como iniciativa de su propio personal. 


El optimismo es necesario, pero la realidad indica que no puede ser depositado en los gobiernos que vaciaron el sistema de salud, sino en sus trabajadores, que no por nada reciben aplausos desde balcones y terrazas todas las noches. 


Por comités de seguridad e higiene en todos los hospitales 


La experiencia recorrida muestra que la atención de la pandemia requiere poner a los trabajadores de la salud, y con ellos al conjunto de los trabajadores, en el centro de las prioridades. No se trata de una defensa corporativa. En la protección de los trabajadores de la salud está en juego la de toda la clase. Es esto lo que tienen en claro los trabajadores del Hospital Ramos Mejía, que vienen realizando su propia asamblea, y muchísimos trabajadores de la salud que no toleran más esta situación. En este camino, desde Tribuna Municipal llamamos a conformar comités de seguridad e higiene que, con todas las precauciones del caso, sigan el cumplimiento de los protocolos y supervisen en cada hospital y cada servicio la disponibilidad de los insumos necesarios para la atención sanitaria. Es una tarea de primer orden para defender la propia vida y la del resto de los trabajadores.