Salud
22/4/2020
Geriátrico de Belgrano: estalló otra de las “bombas de tiempo”
“Residencia Apart Incas” es uno de los más de 6.000 en todo el país y sin control.
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El caso del geriátrico Residencia Apart Incas, donde se registraron 19 casos de coronavirus, entre residentes y trabajadores y que fue literalmente abandonado por sus propietarios con 40 ancianos en el interior, es una muestra del cuadro de indefensión y falta de control por parte de las autoridades oficiales de la Nación y de la Ciudad sobre los alrededor de 6.000 centros de este tipo que existen en el país, muchos de los cuales ni siquiera tienen las autorizaciones formales para poder funcionar.
Días atrás, el Defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino, denunció a las autoridades del gobierno de Rodríguez Larreta, cuando intentaban imponerle la prohibición de salir a la calle a los mayores de 70 años y planteó que "deberían estar ocupadas en testear a los casi 2 mil adultos mayores que tienen en hogares públicos y a su personal, para evitar lo que está pasando en (los) geriátricos, que están en riesgo permanente”.
Miles de geriátricos sin control
Es una falacia la manifestación de preocupación de los gobiernos por “los mayores”, si se tiene en cuenta que ninguno de ellos –nacional, provinciales y de la Ciudad- tomó medida alguna para cuidar la salud de las decenas de miles de adultos mayores que están en los casi 6.000 geriáticos que existen en el país -según estimó Semino-, la mayoría de ellos funcionando con escaso o ningún control y donde los internados están expuestos a un no tan impensable contagio masivo del coronavirus, como lo muestra el caso de abandono de los 40 ancianos que tenían a su cargo los empresarios del geriátrico Apart Incas y como ya sucedió días atrás en un establecimiento de la localidad bonaerense de Moreno –donde murió un interno- y con la infección masiva en otro de la localidad de Saldán, en la provincia de Córdoba.
Para tener una dimensión de esta “bomba de tiempo”, están los datos de los países imperialistas: solo en asilos geriátricos en Italia, de acuerdo con cuestionados cálculos oficiales a la baja, hubo 1.400 muertos; en España estiman que serían unos 3.900 y en los EE.UU. ya pasaron los 5.600 muertos. Todos en asilos geriátricos.
Rodríguez Larreta apela al “cuidado de la salud de los mayores de 70 años” cuando llueven las denuncias de que no hay elementos de cuidado de la salud no solo de los adultos mayores sino del propio personal de la salud, en los distintos hospitales de la Ciudad. Esto cabe también, claro, para el sistema de salud que debe cuidar a los millones de trabajadores de la provincia de Buenos Aires, como lo demuestra la visita de Axel Kicillof al hospital Belgrano, donde un par de días después saltó un amplio contagio que alcanzó a varios trabajadores del establecimiento.
Todos estos contagios se produjeron en la cuarentena obligatoria
Mientras el gobierno nacional y los opositores patronales se mantienen en el relato del relativo achatamiento de la curva del coronavirus, ha ido estallando la proliferación de contagios en los hospitales y clínicas por falta de protocolos, tests, elementos de protección sanitaria como máscaras, barbijos, ropa descartable, alcohol, a lo que se suman las denuncias de los bajos sueldos, los contratos precarios, despidos y falta de especialistas para terapia intensiva, camas de terapia intensiva y respiradores.
Estos contagios cruzados entre el personal, los internados o pacientes en el sistema de salud público/privado y en los geriátricos muestra que la protección a los adultos mayores y a los trabajadores del sistema de salud no ha sido garantizada.
La razón es la falta de inversión pública y privada en elementos sanitarios y en el personal suficiente y entrenado para actuar ante la pandemia y porque tanto las excepciones con el argumento de industrias y tareas esenciales y los aglomeramientos en colas de cobro han producido una constante circulación social.
El gobierno de Fernández amagó con la centralización del sistema de salud y sucumbió rápidamente a las presiones de las corporaciones privadas. Pagó vencimientos de deuda al FMI y a los acreedores. Usa de los fondos de Anses para subsidiar a través de una compensación salarial a las patronales de todo pelaje en nombre de la crisis de la pandemia. Levanta la cuarentena para retomar la totalidad de la producción, del comercio y de funcionamiento de los bancos. Va armando un escenario de consecuencias catastróficas.
Como en Italia, España y Estados Unidos, en China, Bélgica, Brasil o Ecuador se repite el mismo patrón: por un lado la privatización del sistema de salud, el vaciamiento del sistema público y desinversión y por otro el funcionamiento sin pausa del aparato productivo
El Covid-19 progresa sobre la base de la desinversión en las medidas y elementos sanitarios en el sistema de salud, en el sistema productivo, de transporte, en la educación, en los barrios y en toda actividad de circulación.
La reclusión domiciliaria de los mayores de 70 años, los toques de queda y militarización en localidades y barrios es una coartada para levantar la cuarentena obligatoria y hacerla administrada tal cual reclaman las cámaras empresariales, agrarias, comerciales y bancarias.
Se hace imprescindible una política para enfrentar la pandemia que consiste en la centralización del sistema de salud, su unificación bajo control de los trabajadores para investigar, producir y elaborar todos los elementos e insumos necesarios. Un sistema único de salud para contar con todos los servicios de la medicina pública y privada y con los geriátricos organizados para cuidar efectivamente a los adultos mayores y al conjunto de la población
Para esto se plantea ningún pago a los bonistas ni acreedores ni al FMI, impuestos progresivos al gran capital, defensa y restitución de los fondos de Anses y de las cajas provinciales para ponerlos al servicio y para la protección de los adultos mayores.