Salud

9/5/2022

“Hay un cierre casi total del seguimiento del Covid en general”

Los casos habrían crecido un 40% en la última semana. Entrevistamos a un trabajador de la salud.

Foto: Andrés Ojo @ojoobrerofotografía.

En el país crecen los contagios de Coronavirus. Así lo demuestran las estadísticas recientes, que dan cuenta que en la última semana los casos estuvieron escalando. Según el ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, el incremento podría llegar hasta un 40%. Las cifras, no obstante, son cada vez menos precisas al respecto.

Y es que el enorme desmantelamiento sobre los dispositivos de testeos, las UFUs y de los recursos para hacer frente a la pandemia conllevan a que se tenga cada vez menos certezas sobre la situación real del virus en el país, así como cercena las posibilidades para reducir su impacto. Por ello, desde Prensa Obrera entrevistamos a un trabajador de la salud convocado al Plan DetectAR bajo la órbita del Gobierno de la Ciudad, que nos retrata detalladamente cómo afecta el desmantelamiento a la batalla contra la pandemia.

“Hay un cierre casi total de la estrategia de la política sanitaria en lo que respecta a la detección de los casos y al seguimiento del Covid en general”, sintetiza. Dice que en los últimos dos meses, acompañado al descenso de los casos, “vimos un cierre casi total de los DetectAR, centros donde las vecinas y los vecinos se podían acercar a testear”. Esto lleva, por ejemplo, a que el poco personal abocado a esta tarea esté permanentemente en riesgo a la impaciencia y el enojo de la gente que forma largas filas para hisoparse, símil postal a la que vimos durante la oleada de diciembre.

“Esto vino acompañado del cierre de las Unidades Febriles de Urgencia (UFUs) que estaban en los hospitales. Hoy solo quedan algunas dos o tres funcionando en cada lugar. Es un abandono de la política de prevención y detección de Covid, que lleva a desconocer por completo el alcance real de la propagación del virus y tener un control”, señala. Y explica una cuestión del abordaje estadístico de la pandemia que está íntimamente ligada: “esto lo que hace es, por ejemplo, que ya no haya un seguimiento diario de los casos, sino por semanas”.

En este cuadro, destaca que se está viendo claro que la pandemia no terminó, cuya prueba más intachable es el aumento de los casos. Amén de la falta de información diaria sobre los positivos detectados, postula que “tampoco hay información clara sobre los testeos”. “¿Qué tipo de testeo necesito si presento síntomas? ¿cómo diferencio una situación de Covid a una gripe, como está pasando en esta etapa del año?”, interroga. La conclusión es que ante la privatización absoluta de los hisopados y las pruebas de detección, reina la desinformación sobre las características y particularidades de cada uno y, por tanto, se favorece la desinformación general sobre la evolución de la pandemia.

Pero todo este escenario se ve agravado por los despidos entre el personal de salud. “Hay un despido masivo no solo en los centros de testeos, sino también en los hospitales y en las UFUs. Médicos, enfermeros y personal administrativo fueron cesanteados de los contratos que se firmaron desde el inicio de la pandemia hace poco más de dos años, dejándolos en la calle”. Ahora, ante esta tendencia al alza de los contagios, esto se vuelve un factor que agudiza el colapso del sistema sanitario.

“La población, ante estas situaciones, ya no puede acudir a estos centros especializados. Entonces se acerca a las guardias de los hospitales, que no cuentan con el personal necesario para contener una demanda que va aumentando semana a semana. Son trabajadores que ya están bajo condiciones paupérrimas, de superexplotación y sobrecarga laboral. Con este aumento de casos que se viene dando de a poco nuevamente nos encontramos con una situación de colapso”, concluye.

Así las cosas, esta situación se presenta cuando siquiera podemos hablar aún de estar atravesando una oleada de contagios. Se hace mucho más claro que de no revertirse la aceleración en la propagación del virus, nos encaminamos hacia un nuevo desmadre en hospitales, guardias y salitas. Quienes se llevarán la peor parte, claro, serán los extenuados trabajadores de la salud, que pagan en carne propia la política de ajuste de todos los gobiernos al servicio del pacto de austeridad fiscal sellado con el FMI para pagar la deuda externa. Pero también lo pagará la población trabajadora con el riesgo a su salud.

Hay que proceder a dotar presupuestariamente el área de salud pública, no menos que triplicando sus partidas, en un año donde el gobierno nacional fue directamente a un recorte nominal de las erogaciones.