Salud
3/9/2020
La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva anuncia el colapso del sistema sanitario
Aumentan los contagios y el Gobierno no responde, la responsabilidad no es individual
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Kinesióloga especialista en Terapia Intensiva.
En un cuadro de aumento y diseminación del virus a nivel nacional, donde los casos no cesan en ninguna jurisdicción y la mortalidad aumenta notablemente, sociedades científicas y académicas han salido a posicionarse con comunicados dirigidos a la sociedad. Se destacan las publicaciones de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (Sati), que nuclea médicos, kinesiólogos y enfermeros especialistas en cuidados críticos y de las universidades de La Plata y la UBA. En su solicitada, la Sati, rozando la desesperación, expone como principal problemática que atraviesa al sistema sanitario, la falta de personal capacitado. Luego de 6 meses de pandemia, al límite numerológico de trabajadores, se suma el agotamiento físico y psicológico que genera el colapso sanitario en el escaso personal, agravado por las muertes de trabajadores. Recientemente, Arnaldo Dubin, miembro de la Sati, declaró públicamente que en la CABA es mentira la ocupación que declara el GCABA (2/9), de un 60%. El terapista estimó que la ocupación llega al 90%,
denuncia sostenida hace meses por la Asamblea de Residentes y Concurrentes de CABA .
La precarización laboral, enfermedad preexistente
En consonancia con su solicitada, la Sati también publicó un pedido de aumento salarial para médicos, kinesiólogos y enfermeros. Con salarios que rozan los 27 mil pesos para enfermeros, guardias donde se pagan entre 300 y 600 pesos la hora para kinesiólogos y hasta 1000 pesos a médicos, una profesión altamente calificada es desvalorizada por el Estado y las patronales de la salud privada.. El pluriempleo es señalado como el detonante del síndrome de “Burn out” (quedar quemado), por la necesidad de llegar a fin de mes, agravado por la demanda de profesionales en la pandemia. La sobrecarga laboral que significa atender más camas de las recomendadas o cubrir varios servicios, ha llevado a que el agotamiento ya conocido por trabajar en cuidados críticos sea brutal. Esta situación es sostenida gracias a la complicidad de las burocracias sindicales, que no ven un paciente ni de lejos.
La situación en la que nos encontramos
Mientras continúa lo que el Gobierno Nacional llama vuelta a la normalidad, la situación se agrava en todos lados. En la CABA, la contratación por plan de contingencia es con un salario más bajo que el que recibe un trabajador de planta, llevando a médicos y kinesiólogos a cobrar menos de 40 mil pesos al mes, mientras exponen sus vidas y las de su familia, con el absurdo de descontar días de ausencia por contagio. Nadie puede dejar la guardia ni por un día. No solo por la falta de licencias, incluso la obligatoria profiláctica de estrés. También, porque los empleadores no cumplen su responsabilidad de que en tal caso se garantice que el trabajo sea cubierto. Para trabajadores que ponen todo su conocimiento en función del cuidado más complejo y crítico de la salud de las personas, ver morir a pacientes como producto de la falta de recursos es muy angustiante.
En Jujuy, luego de no poder convocar a la cantidad de trabajadores requeridos con un salario más alto que la media, el colapso es inminente. El gobierno provincial como manotazo de ahogado le ofreció al personal sanitario un mísero bono de 5 mil pesos y la disposición de que a personal de salud fallecido, lo reemplace un familiar. Un consuelo macabro. En el Alto Valle de Río Negro, frente a la sobreocupación, un triage ya decide a quien internar y a quien no.
El Estado es el principal responsable
Cuando aparece una enfermedad hace falta esclarecer su etiología, a fin de no errarle al tratamiento. Es acá donde la Sati se equivoca. Porque el levantamiento de la cuarentena, la apertura de fábricas, bares, plazas e incluso, el intento de vuelta a clase, son responsabilidad del Estado, no de la sociedad en abstracto. Mientras las publicidades oficiales hablan del esfuerzo que valió la pena, la mortalidad aumenta y el personal sanitario se agota. Resultan gratuitos los más de 20 mil trabajadores de la salud infectades, así como las posibles secuelas que les dejará la enfermedad. Los protocolos que obligan a volver al trabajo luego de diez escasos días de aislamiento al que contrae Covid-19, apuntan a enmascarar la escasez de personal.
Los comunicados emitidos por las Facultades de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y La Plata, apuntan demagógicamente contra la población, cuando no aplicaron un plan de acción de formación intensiva gratuita al servicio de la pandemia. Las universidades públicas son las primeras en lucrar con los posgrados arancelados a costa del bolsillo de profesionales. El único aporte que le hizo la UBA a Larreta fue precarizar estudiantes, mandándolos a laburar gratis en el plan DETECTAR.
El confinamiento voluntario de las personas no puede ser la solución, ya que los primeros que violan la cuarentena son las empresas, con el visto bueno de todos los gobiernos. El cuadro sanitario y el déficit de profesionales es un problema de años, agravado por el recorte presupuestario en salud que llevó a su desfinanciamiento. Mientras aumenta la pobreza y el ajuste se descarga sobre les trabajadores, es urgente un reforzamiento del sistema sanitario que incluya la centralización del sistema de salud y aumento salarial, con una ponderación de los sectores más afectados a la atención del Covid-19.
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