Hace tres semanas el sindicato Cicop denunciaba que unos 35 trabajadores de la salud fallecieron por coronavirus en la provincia de Buenos Aires. A esta lamentable lista hay que sumarle el caso de Carlos Amarilla, que se desempeñaba en el área de recepción del Hospital Lucio Meléndez de Adrogué.

Carlos venía luchando contra el coronavirus desde su lugar de trabajo, hasta que lo contrajo y desde hace semanas peleaba por su vida. Trabajó alrededor de 30 años en el hospital. En la región ya suman ocho los decesos de trabajadores de la salud por Covid-19. En muchos de esos casos ameritaba que se otorgase una licencia por pertenecer a un grupo de riesgo, pero la política del gobierno de la provincia es negar estos derechos elementales que preservan la vida del personal sanitario.

La muerte de Carlos generó una fuerte conmoción, ya que es la primera que se conoció de un trabajador de la institución debido al Covid-19, aunque por redes sociales familiares de un trabajador de cocina señalaron que este falleció por las mismas causas la semana pasada. No son casos aislados, en el Lucio Meléndez el contagio del personal de salud se aproxima al centenar, lo cual deriva en una saturación de tareas sobre quienes continúan trabajando. La UTI del hospital se encuentra en un 80% de ocupación, lo mismo sucede en el Oñativia (donde hace un mes y medio murió un médico) y en el recientemente inaugurado modular UPA 9.

Los trabajadores de todos estos centros de salud vienen denunciando las consecuencias del vaciamiento sistemático, que redunda en una falta de insumos para prevenir los contagios, y las presiones que reciben para seguir trabajando en un contexto de superexplotación. Han llevado adelante asambleas, manifestaciones presenciales y por redes sociales, y difundieron comunicados públicos para expresar sus necesidades inmediatas y quiénes son los responsables por esta situación.

Es necesario la centralización del sistema de salud en su conjunto, bajo control de comités de especialistas y trabajadores del sector para enfrentar -con los recursos, insumos y protocolos necesarios- esta dura pandemia que se cobra, fundamentalmente, la vida de los laburantes.

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