Salud

26/7/2021

Pase sanitario: hagamos como que la pandemia terminó

Su implementación en provincia de Buenos Aires y otras partes del mundo.

Desde hoy, el “pase sanitario” comienza a regir en la provincia de Buenos Aires, un permiso que permitirá a los negocios aumentar la cantidad de gente que puede permanecer en algunos negocios -shoppings, bares, restaurantes- siempre que esté vacunada con una dosis. La medida, disimulada por el gobierno como un estímulo de la vacunación optativa, en realidad tiene la intención de normalizar la vida económica y exigir el retorno de la población de riesgo a sus puestos laborales presenciales, que en su mayoría está inmunizada con una sola inyección de la vacuna contra el coronavirus.

Vista con el resto de las medidas del gobierno, como la reducción del presupuesto de salud o la eliminación de la ayuda social que acompañó la primera parte de la cuarentena, es evidente que la norma continúa la línea del gobierno de que “la pandemia ya terminó” porque la vacunación avanza, mientras la experiencia del resto del mundo advierte sobre terceras, cuartas y hasta quintas olas incluso donde la mayoría de la población tiene dos dosis.

Vale la pena compararlo con los pases sanitarios de otros países, como los de Europa, donde su implementación también desató la polémica. En Francia, la obligatoriedad de la vacunación para el personal de salud y la habilitación de actividades solo para quienes hayan recibido la vacuna impulsó importantes movilizaciones protagonizadas por la ultraderecha, que detrás de los lemas de “libertad” mostraron sus profundas raíces anticiencia y antivacuna. Además, próximamente se usará el pase que ya discute el resto de la Unión Europa, que dejará entrar solo a los vacunados con dosis aprobadas por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) o por la OMS, en pos de retomar una de las principales actividades económicas de la región y de las más perjudicadas: el turismo.

Sin embargo, el aumento de casos de la variante Delta pone en riesgo la implementación de los pases, justamente porque aumentan la circulación de personas. Aunque todas las vacunas demostraron ser eficaces para evitar las formas graves, los casos por la nueva cepa están en ascenso e incluso obligó a los países del hemisferio norte a volver atrás con el levantamiento de algunas restricciones. Al igual que en Argentina, su uso de los pases no responde a la emergencia sanitaria que atraviesa el continente. Para Macrón, primer ministro francés, la campaña de vacunación es una excusa para eliminar una serie de herramientas de prevención estatales, como los testeos por PCR, que a partir de agosto dejarán de ser gratuitos. En Reino Unido se levantaron todas las restricciones en el llamado “freedom day”, mientras los contagios alcanzaban los 50 mil y los comercios se vaciaban por falta de trabajadores debido a la alta cantidad de casos estrechos confirmados. Así, las potencias europeas también persiguen la “normalización”, que implica dejar atrás la pandemia para concentrarse en reconstruir sus economías quitando cualquier tipo de dispositivo de prevención que no sea la vacunación y eliminando los aislamientos.

En Argentina la situación es diferente porque, en comparación, la vacunación se encuentra francamente atrasada y día a día se acentúa la brecha entre quienes recibieron una primera dosis y la segunda, clave para prevenir la variante Delta, que hoy llega a casi 18 millones de personas. Una tercera ola nos encontraría más desprevenidos para evitar las formas graves, responsables del colapso sanitario. Incluso en los discursos oficiales, el gobierno ya no atina a mencionar algún tipo de reforzamiento del sistema de salud, por más falso que sea. En este caso, el pase tiene aún menos sentido porque no se habilitan actividades si se está o no vacunado sino que aumenta el aforo del 50% al 70%.

De conjunto, el panorama demuestra la incapacidad de los Estados capitalistas y los gobiernos de ofrecer una salida de la pandemia para la población. El monopolio de las farmacéuticas y el acaparamiento por los países imperialistas se manifestaron como un obstáculo para garantizar una vacunación a la población. De allí surge la necesidad de imponer una alternativa de los trabajadores en Argentina y en el mundo, que proponga el fin de las patentes, el secretismo de los acuerdos por vacunas y el monopolio de las farmacéuticas, para poder poner la producción al servicio de las necesidades de la población y no de las reaperturas económicas, que en este contexto solo son funcionales a las ganancias de unos pocos.

 

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