La falta de elementos de bioseguridad y la inexistencia de protocolos rigurosos está llevando a un incremento, no solo de contagios, sino de muertes de trabajadores y familiares por coronavirus. Este caso lo padeció un trabajador de la sucursal de Quilmes, la misma que en el mes de junio fue noticia porque sus trabajadores salieron a la calle a reclamar por elementos de bioseguridad y la activación del protocolo dado el incremento de contagios que se daban en el lugar. La presencia de Maryra Mendoza para cerrar el lugar (por unas horas) fue una puesta en escena luego de la acción de los trabajadores.

Desde entonces, Coto llevó adelante una guerra contra sus trabajadores para que lleven a cabo su labor en cualquier condición, sin respetar protocolos ni derechos laborales; presionó para que cumplieran su jornada sin importar los síntomas de salud; descontó días de vacaciones cuando correspondía licencias, etc. Es así como este supermercado concentra alrededor de 300 contagios. A la muerte de este trabajador, se debe sumar el de una mujer este último viernes (Página 12, 28-7) quien era pareja de otro operario de esta empresa; en la misma nota surge la denuncia de cómo la patronal aprieta a sus trabajadores.

El levantamiento de la cuarentena en un cuadro de mayores contagios (7.769 en Quilmes)  pone en riesgo  a los trabajadores y sus familias. Estos contagios se concentran en el rango etario de quienes van a trabajar, entre 20 y 55 años (4.700 casos de contagios),  23% de las muertes es de este mismo rango. Cuando el gobierno responsabiliza “a los ciudadanos” y los acusa de no tomar conciencia, lo hace para encubrir su responsabilidad tanto en la apertura económica, como en la inexistencia de protocolos de bioseguridad en los lugares de trabajo y la puesta a producción a cualquier costo.

En los ámbitos de salud trascienden “protocolos” de utilización de camas, el momento de elegir quiénes van a ocupar cama y quiénes no comenzó a correr, el tiempo que pedía Alberto Fernández para preparar al sistema de salud ya está colapsando. Este fue el problema en toda Europa,  principalmente en Italia y España; fueron estos gobiernos que no pararon la producción y cargaron la responsabilidad de los contagios a los “ciudadanos” que se visitaban.

 

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