Salud

11/8/2020

Regreso a la actividad con decenas de jugadores contagiados

La pandemia no detiene a los que lucran con el negocio del fútbol.

Claudio "Chiqui" Tapia, titular de la AFA.

Los equipos de fútbol de Primera volvieron a los entrenamientos pese a que se computa un altísimo número de nuevos positivos diarios en el país y a que, en exámenes a los planteles realizados en los respectivos clubes, ya se detectaron 18 jugadores contagiados por coronavirus, cuando aún son pocos los que han retomado las prácticas.

Esto se da en un cuadro donde alrededor de 2.000 jugadores se han quedado sin trabajo por la rescisión de sus contratos y otros cuantos han visto reducidos sus ingresos por recortes salariales.

La decisión del regreso a las actividades fue tomada con la aquiescencia del ministro de Salud, Ginés González García (es decir, del gobierno nacional), quien obvió en esta autorización toda consideración sanitaria y, como en el caso del resto de los sectores económicos autorizados a retomar sus tareas, hizo lugar a las presiones ejercidas por todos los que rodean el negocio del fútbol para que este vuelva a generar ganancias.

El apremio por la vuelta a las prácticas está impulsado, en lo inmediato, por el fixture externo –la Copa Libertadores y, poco más adelante, la Sudamericana- donde se distribuye -entre muy pocos-, una cantidad muy grande de dólares. Si en el camino van quedando jugadores y familiares afectados, será considerado un daño colateral: el show debe seguir.

Las sumas que distribuirá la Conmebol por la primera Copa en disputarse, la Libertadores, hacen que la AFA, los clubes y todos los que se mueven alrededor del negocio hayan realizado un lobby muy fuerte para volver cuanto antes a la actividad. En esta edición los premios alcanzarán a casi 170 millones de dólares que se repartirán entre los participantes en función de la rueda a la cual lleguen.

El campeón, por ejemplo, se llevará 22.500.000 dólares, una cifra que hace brillar los ojos de todos los que sacan una tajada en este reparto.

La Conmebol, organizadora de la Copa, ya fijó que los cinco equipos argentinos que clasificaron para la edición de este año -Boca, River, Racing, Defensa y Justicia y Tigre- tendrán su primer compromiso el próximo 17 de setiembre, es decir dentro de poco más de un mes, y no hay coronavirus que detenga la pelota que ya lanzaron.

Como el negocio del fútbol está totalmente globalizado, la puesta en marcha de los campeonatos y las copas en Europa y, con menor peso, en los Estados Unidos, a la Conmebol la lleva a ordenar su parte del mecanismo y convocó a un regreso inmediato a las canchas para habilitar los negocios de los pases y copas. La dimensión del negocio global la da un simple dato: los medios ingleses estiman que si el Manchester City gana la Copa UEFA, que está en las instancias finales, embolsaría alrededor de 130 millones de euros.

Esta puesta en marcha de las copas y campeonatos, sin preocupación por la seguridad sanitaria, se da pese a que, en la mayoría de los países participantes, la situación actual de la pandemia es de suma gravedad. La rueda no se detiene ante un cuadro de desastre como el de Brasil, con millones de infectados y más de 100 mil muertos, y donde como correlato de esto se dan casos como el del fin de semana pasado, cuando, con los jugadores en la cancha y a punto de comenzar, debió suspenderse el partido entre el San Pablo y Goiás porque este último equipo tenía 10 jugadores contagiados con el virus.

O el cuadro de Perú, donde pese la catástrofe sanitaria que vive, con más de 20 mil muertos y 450 mil infectados, el próximo fin de semana se volverá a disputar el campeonato local y, en uno de los partidos principales, uno de los equipos tiene siete jugadores y dos integrantes del equipo técnico afectados por el coronavirus.

Claro que esos cuadros tampoco llevaron a las autoridades sanitarias peruanas y brasileñas a suspender los respectivos campeonatos.

Ginés González García -el gobierno nacional- se mira en esos espejos.

Es que, pese a los varios miles de nuevos contagiados diarios y al más de un centenar de muertos cada día por la pandemia, el titular de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, ya anunció que el torneo local comenzaría a disputarse a fines de setiembre. Y no hubiera realizado esta afirmación pública sin un guiño del gobierno nacional.

Que en la decisión no influyó ninguna consideración sanitaria queda claro porque, hace no mucho tiempo, Tapia había declarado que los entrenamientos regresarían cuando todo el país estuviera en fase 4 y hoy la mitad del país está en la 1. Los negocios pesaron más.

No se toma en cuenta que en cada partido hay 22 jugadores con roces permanentes y sin medida de seguridad alguna. Tampoco que incluso en los clubes supermillonarios de Europa han aparecido múltiples casos de coronavirus que alcanzaron hasta a alguna de sus cuidadas estrellas.

Es que, para que funcione a pleno el negocio, es necesario que se ponga en marcha el torneo local. Una parte importante de los ingresos proviene de los derechos televisivos que quedaron en manos de Fox y Turner.

La AFA y los clubes reciben unos 85 millones de dólares anuales de esas cadenas, un flujo que no se cortó totalmente (aunque se redujo drásticamente medido en dólares, por las devaluaciones) porque los que ganaron la licitación siguen recibiendo en la cuarentena los ingresos que pagan los suscriptores del pack de fútbol, que les aportan unos 285 millones de dólares al año.

Pero, además, poner el campeonato en marcha se hace necesario para, entre muchos otros negocios, hacer fluida la compra venta –especialmente la venta- de jugadores.

El negocio del fútbol ha desplazado a este como deporte. Las mafias capitalistas han ido copando los clubes para convertirlos en centros de actividades en provecho propio. Han desplazado a socios y simpatizantes del manejo de las entidades.

Y para los dueños del negocio poco importa la salud y la vida de los protagonistas.