Sindicales

30/5/2013|1270

A un año del primer paro provincial de la carne

Balance y perspectivas de una lucha excepcional

El 7 de mayo se cumplió un año del primer paro provincial de la carne en la provincia de Chaco. Fue el resultado de un proceso de organización obrera independiente en los frigoríficos. Su punta de lanza fue el frigorífico Toba.


En noviembre de 2011, la empresa Friar anunció que cerraría las puertas de ese frigorífico, dejando a 237 trabajadores en la calle. Su cierre, como lo denunciaron los delegados, tenía que ver con el intento de monopolizar las cuotas de exportación por parte de la propia empresa. Friar venía de comprar frigoríficos de exportación (el Nelson de Finexcor, entre otros), y buscaba cerrar el Toba para asegurar su monopolio en la región. Por eso, el gobierno, respaldando a Friar, le negó a Swift, en su momento, el ingreso al Toba. El mercado de exportación de la carne está en crisis, pero en ese retroceso, unos pocos "grandes jugadores" aliados al gobierno se llevan la parte del león. Estos grandes pulpos, como Vicentín-Friar, han operado el cierre de frigoríficos y el despido de miles de obreros, racionalizando la producción y concentrando la exportación en pocas plantas.


El anuncio de cierre de la planta desencadenó una enorme reacción obrera, con cortes de ruta y movilizaciones. Paralelamente, los compañeros del Toba comenzaron a desarrollar una organización sindical provincial de la carne contra la parálisis de la burocracia. Por eso, se trabajó y se convocó una asamblea general que reunió más de doscientos compañeros en el Sindicato Taninero de Tirol. La asamblea atrajo a los frigoríficos del interior, que cobraban salarios ínfimos y sufrían condiciones de trabajo terriblemente precarizadas.


A partir de este proceso de organización, se puso en marcha el primer paro provincial, que arrancó conquistas importantes: el blanqueo de una cantidad importante de trabajadores en negro, las inspecciones sobre condiciones de trabajo y mejoras salariales.


La lucha del Toba En abril, frente a la movilización obrera, el gobierno anunció una reapertura de la planta que no concretó.


En el mes de junio se produjo la ocupación del Toba. El gobierno amenazó con el desalojo por medio de la represión. La firmeza de los trabajadores lo obligó a firmar un acta que garantizaba el ingreso de todos los trabajadores y delegados a la planta, que sería reabierta.


La ocupación abrió una nueva etapa. El gobierno comenzó a operar fuertemente para condicionar el reingreso a que cada trabajador aceptara condiciones leoninas. Se volvía a foja cero la antigüedad, se perdían conquistas importantes y, sobre todo, no se reconocía al cuerpo de delegados de la planta. Además, la indemnización pagada por el gobierno seguía siendo la mitad de la correspondiente. Frente a esta situación, todo un sector de los trabajadores continuó exigiendo el ingreso en las condiciones correspondientes, con indemnización completa y asegurando los fueros de los delegados.


La lucha por el sindicato


La pelea por la reapertura y la defensa de la organización obrera se combinó con la de la puesta en pie de una nueva dirección en el sindicato. La asamblea provincial de la carne, con participación de frigoríficos de toda la provincia, destituyó a la dirección del sindicato, intervenida desde hacía ocho años, y cómplice de las patronales en la liquidación de los salarios y condiciones de trabajo. Inmediatamente, la nueva dirección se propuso convocar a elecciones.


El Ministerio de Trabajo se negó a reconocer el proceso electoral, y comenzó a jugar fuerte para restaurar a la burocracia sindical. En la defensa de la vieja burocracia, era clave para el gobierno que los delegados del Toba no entraran a la planta, y fundamentalmente que no entraran como delegados.


La contraofensiva


La presión del gobierno sobre los compañeros del Toba para firmar en las condiciones de restricción a las condiciones laborales y de no reconocimiento de los delegados fue surtiendo efecto. Después de meses de vivir sólo de la garantía horaria, la pelea se fue desgranando.


De esta forma, el gobierno preparó una contraofensiva. Luego de que, en agosto, los compañeros cobraran el primer sueldo pagado por la ‘nueva’ administración, el Toba envió telegramas de despido a los principales activistas del Toba, incluido todo su cuerpo de delegados. Simultáneamente, fueron despedidos los activistas más importantes de frigoríficos del interior. El gobierno instauró un régimen de terror en el frigorífico, amenazando con despidos y sanciones a quienes se reunieran con los delegados y despedidos. En Tirol, el intendente Sager actuó como un perro de presa persiguiendo a los obreros. El agotamiento y desgranamiento del Toba, que era el corazón de la organización provincial de la carne, impidió una reacción obrera generalizada contra los despidos. El Partido Obrero realizó una campaña política de denuncia de la situación remarcando que los despidos venían a garantizar la reintroducción de la flexibilidad laboral, los despidos y la inestabilidad laboral en todos los frigoríficos de la provincia.


Como parte de esta ofensiva, el gobierno rehabilitó a la burocracia entreguista de la carne, cómplice del despido de los mejores activistas del gremio.


La reapertura


La reapertura del Toba se dio a la medida de Friar. El gobierno ha sido incapaz de reactivar la planta, que sigue trabajando a menos del 50% de su producción, y con los trabajadores cobrando garantía horaria. En estas condiciones, la posibilidad de despidos está siempre latente. Los anuncios de una reactivación del mercado de exportación están en la nada. Los obreros perdieron la antigüedad y conquistas importantes. El estado impuso una regimentación de las condiciones de trabajo al interior del frigorífico. Los despidos de los delegados y activistas tuvieron el objetivo de garantizar esta política.


Incluso en estas condiciones precarias, la reapertura fue resultado de una lucha obrera excepcional, y ahora tenemos planteado reorganizar las filas de los trabajadores del frigorífico y del gremio para pelear por un plan de reactivación real del Toba, que se abran las cuentas de la actual administradora y se blanqueen todos los negociados con Friar, control obrero de las cuotas de exportación y los ingresos patronales, la restitución de la antigüedad, la reinstalación de los despedidos, y por ningún despido en la industria de la carne: frigorífico que cierre o despida, pase a control obrero. Un grupo de delegados y activistas despedidos han iniciado juicio de reinstalación, y es una lucha que llevaremos hasta las últimas consecuencias.