Sindicales
10/4/2018
Aceiteros de San Lorenzo: el convenio del miedo
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Pablo Reguera, secretario general del Sindicato de Aceiteros de San Lorenzo y figura pública de la CGT kirchnerista de la localidad santafesina, acaba de firmar con las patronales sojeras un acuerdo infame, que supone un aumento del 15% -en línea con los topes salariales de Cambiemos-, el pago en cuotas del adeudado bono de fin de año y una serie de modificaciones a la baja del convenio.
Desde el 2017 los empresarios del rubro han montado una enorme ofensiva sobre los salarios y condiciones de trabajo de los aceiteros, amparados tanto en la complicidad de Reguera como en la crisis de la otra CGT de San Lorenzo -que abandonó el convenio COPA, que colocaba el sueldo de los tercerizados (un 48% de los aceiteros de la localidad) en un nivel cercano al de los trabajadores efectivos.
El año pasado las empresas no pagaron el premio anual -que se mantenía desde hace años-, y además “invitaron” a Reguera a firmar paritarias cuatro meses antes de su vencimiento -un golpe mortal para el futuro de los aceiteros, ya que las paritarias siempre coincidieron con la cosecha gruesa (el momento máximo de producción), lo que era un arma adicional para los reclamos obreros.
Reguera puso ahora el sello a esta avanzada, sin siquiera hacer una contrapropuesta.
El convenio
A la medida de las patronales, Reguera firmó ahora la modificación de los artículos 7, 14 y 10 del convenio del gremio, acordado en 2004.
Se alteró el artículo sobre las guardias mínimas en caso de conflicto, dando a las empresas el derecho de establecer la modalidad de las mismas en todas las plantas ante paros del gremio, paros nacionales o eventuales piquetes de las plantas. Estas guardias, dirigidas por la empresa sin participación del gremio, no son mínimas: prácticamente garantizan el proceso productivo sin que haya injerencia gremial alguna.
Reguera acordó también otra modificación sustancial en contra de los trabajadores: quienes realicen relevos en la categoría superior del gremio, pese a recibir la diferencia salarial correspondiente, no obtiene la categoría hasta la jubilación o muerte del titular de la misma. Está incluso por debajo de lo homologado en el Smata, donde se establece que si un relevo cumple 120 días continuos o alternados automáticamente quien lo realice queda incorporado a la categoría superior. Se trata un golpe mortal al ascenso de las categorías y la eliminación de un ascenso de todos los tercerizados que cumplan funciones arriba de sus categorías –que son la mitad del personal. También se introdujo una cláusula de polifuncionalidad, que establece que está permitido colocar a los trabajadores a trabajar en categorías inferiores a las suyas, ante el simple requerimiento de la empresa y sin mediar previa consulta.
La frutilla del postre del nuevo convenio es un nuevo sistema de evaluaciones de las empresas sobre el rendimiento de los trabajadores que deja afuera la participación gremial –hasta ahora contemplada.
El conjunto de las modificaciones –en un 100% en beneficio de los empresarios- bordean la ilegalidad y solo fueron posibles por la complicidad del gremio y el Ministerio de Trabajo con las patronales sojeras, que tienen en su haber decenas de muertes obreras en accidentes laborales –sin que exista siquiera un protocolo de seguridad emanado del propio gremio.
Reguera ha ido muy lejos en la entrega de conquistas y en contra de las condiciones laborales de los aceiteros. Las bases de aceiteros de San Lorenzo deben dar un giro en torno a la construcción de una nueva dirección. A mediados de 2019 habrá elecciones de Comisión Directiva, el activismo aceitero debe agruparse y organizarse para competir en ellas de manera independiente.
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