Sindicales

25/4/1991|328

El lock-out

Acindar: Una provocación anunciada

Qué política necesitamos

El cierre de la planta de Villa Constitución y el despido de sus 3.500 trabajadores responde a un objetivo de fondo que la patronal se ha trazado desde hace varios meses: la cesantía definitiva de más de 1.000 trabajadores y el pase a mejor vida del convenio colectivo de trabajo de la UOM, el cual sería sustituido por un acuerdo precario limitado a la empresa. Días antes del lock-out, la patronal había ya remitido más de 600 telegramas de despido, que afectaban en su mayoría a trabajadores que habían sido suspendidos a fines de febrero. Es decir que el cierre no es una reacción intempestiva ni mucho menos imprevista, sino la culminación de un meditado plan patronal.

Estos despidos son, al mismo tiempo, la expresión de la inviabilidad de la política del Sindicato de Villa Constitución, quien pretendió evitarlos a cambio de la aceptación de la “flexibilidad laboral” que exigía la patronal. Pretendiendo que con esta política inauguraba una estrategia absolutamente renovadora para el movimiento obrero, la dirección que encabeza Piccinini no percibía que la “flexibilidad laboral” incrementaba el “sobre-empleo” alegado por la patronal, esto porque intensificaba el esfuerzo de trabajo de cada obrero individual. Esta dirección tampoco comprendía que la política de la patronal estaba dictada por la recesión económica mundial (y por lo tanto apuntaba a las cesantías) y no a un proceso de renovación de tecnología que alterara tos procedimientos de trabajo. A fuerza de querer ser “renovadora”, la dirección de Villa no caracterizó a los planteos patronales como una política de mayor explotación social y de destrucción de la fuerza productiva del trabajo, con la cual no es posible conciliación alguna. En su periódico partidario, Piccinini llegó a abogar (y aún aboga) por la creación de un padrón de retiros voluntarios y hasta por trabajar ocho horas y cobrar seis, y por la "regionalización" de los sindicatos y de tos conventos — más o menos lo que también reclama Acindar. Con estos planteos la UOM de Villa dejaba de defender la “economía de la región”, y denunciaba su falta de disposición para conducir al gremio en la lucha en gran escala que se planteaba.

Esta política sindical sin salida explica que a comienzos de abril, la empresa imple-mentara una “prueba piloto" de cinco días con tos “nuevos métodos de trabajo”, lo cual contó con el expreso acuerdo de la directiva de Piccinini ¡a pesar de que ya había decenas de compañeros despedidos! El resultado del nuevo método de trabajo “multifuncional” fue pavoroso: entre otros accidentes, “tres obreros resultaron con quemaduras de diversa consideración” (La Capital, 4/4). Pasados esos cinco días, la empresa consideró a la “flexibilidad” como un derecho adquirido y continuó aplicándola sin la menor vacilación. Obtenía, de este modo, no solamente la “flexibilidad” y la aceptación de los despidos ya producidos, sino por sobre todo el reconocimiento del “convenio por empresa”, violatorio del convenio de trabajo nacional.

Pero, en medio de la conmoción producida en fábrica por la prueba "piloto”, tuvo lugar en la planta una asamblea general. Allí, numerosos delegados y trabajadores denunciaron el fracaso de Fa política de Piccinini y reclamaron el inicio de un plan de lucha. La comisión interna propuso, entonces, un limitado plan de paros de dos horas por turno y resistir la “rotación de tareas", pero no de conjunto sino a partir de cada sección. A pesar de sus obvias limitaciones, este plan marcaba el inicio de la lucha. Por esto, la patronal duplicó los despidos, dejó impagas las quincenas y paralizó la producción, con el argumento de que los paros parciales imposibilitaban el “proceso continuo" pero en realidad preparando el cierre de la planta.

El lock-out patronal

Previendo seguramente que se marchaba al gran conflicto y a la gran lucha que había procurado evitar por todos los medios, Incluso desde 1984, Piccinini reclamó “la intervención urgente de las autoridades para zanjar el diferendo laboral" (Crónica, 14/4) como recurso ciego para salvar una política inviable. La Secretaría de Trabajo de Santa Fe se “hizo eco” del pedido y propuso una “tregua” de 45 días, durante la cual los despidos “se transformarían en suspensiones”, Acindar “no podría producir nuevas suspensiones y cesantías masivas y habrá de habilitar un registro de retiros voluntarios”, pero en la que al mismo tiempo la empresa “pondrá en práctica los nuevos métodos de trabajo” (La Capital, 18/4). La “prueba" de cinco días (que Piccinini había admitido semanas antes) se había convertido así en una "prueba de un mes y medio". La "mediación" del gobierno de Reviglio había dado lo que debía dar, la satisfacción de las exigencias patronales.

Aunque el sindicato consideró a esta propuesta como una “base para negociar”, la patronal la rechazó y, horas más tarde, las cesantías alcanzaban a todos los trabajadores, mientras se cerraban las puertas de la planta.

Lo que se viene

Al producirse el cierre de Acindar, Piccinini destacó que la patronal “no tuvo en cuenta la última oferta (de la Secretaría de Trabajo), ni los retiros voluntarios ni la decisión de trabajar ocho horas cobrando seis, ni ninguna de las medidas de acercamiento que buscaba el personal” (Clarín, 23/4) ó “tenemos firmado un 40% de nuevas pautas (de trabajo). No nos negamos a discutir estas cosas” (Clarín, 24/4). Esto significa que la estrategia de “consensuar” había fracasado. Mientras la dirección sindical ensayaba este "acercamiento” sin porvenir, tos López Aufranc se preparaban para una “lucha a fondo” contra los obreros.

Claro que el lock-out de Acindar no puede interpretarse, a esta altura de los hechos, como una acción que se circunscribe a los límites de la empresa. La patronal ha desatado, a sabiendas, una ofensiva de alcance político en la que seguramente está involucrada una parte al menos de la UIA, con certeza el Club de Exportadores y muy probablemente el personaje del momento, el embajador norteamericano. La finalidad de esta ofensiva es “desregular” las normas de trabajo y la estabilidad laboral (y liquidar el sistema previsional); acabar a partir de aquí con las atribuciones de las comisiones internas; poner fin a los convenios colectivos, y consumar la atomización de tos sindicatos. Las críticas patronales unánimes al proyecto de ley de “empleo” (sic) que se está discutiendo en el Congreso, a pesar de que anula la protección laboral y condona miles de millones de dólares de deudas previsionales de los empresarios, es una prueba de que los explotadores no tienen intención de quedarse a mitad de camino y de que pretenden superar las limitaciones de "sus” legisladores mediante la “acción directa" —aplicando los mismos métodos de crisis que tos acreedores y el gobierno Bush utilizan para “superar" las limitaciones que Menem tiene a pesar suyo. Los explotadores han condicionado su ulterior apoyo al plan Cavallo a la imposición de la “desregulación" sindical y laboral. Como lo dicen por otra parte diversos diarios, se trata de una “prueba piloto". En la industria automotriz, en los sanatorios y en telefónicos, las burocracias sindicales fueron completamente ganadas para esta política patronal, de manera que podrán seguir contando con la autorización para cobrar su cuota en tos “negocios" de tos fondos sindicales y de las obras sociales.

La “brutalidad" de la conducta de Acindar y la “procesista” figura de López Aufranc han suscitado una reacción nerviosa en los círculos pequeño burgueses que se han reblandecido todos estos años en la mecedora de las ilusiones democráticas. Pero por este lado tos trabajadores no deben esperar nada, porque después de algunas palabras de solidaridad esta gente va a exigir que se acepte aún el más ruinoso de los arbitrajes. De lo que se trata es de encarar una lucha a fondo en torno a una cuestión que afecta de conjunto a los trabajadores y al sindicalismo.

En este punto la cuestión es muy simple: las necesidades de trabajo y de medios de vida de los trabajadores están por encima de cualquier exigencia, necesidad o reclamo de los capitalistas. La responsabilidad por la recesión económica de los mercados mundiales no es de los trabajadores, ni mucho menos la declinación económica de Argentina. El costo de esta crisis debe salir de los beneficios actuales o acumulados del capital; no pueden ser pagados por los obreros. Si hay menos producción y menos trabajo, que se reparta el trabajo disponible sin afectar el salario; exactamente lo contrario de lo que proponía la UOM de Villa, la que al conceder que se cobraran seis de las ocho horas de trabajo estaba arruinando el poder adquisitivo de los trabajadores y del mercado interno, y para colmo incentivando la sobreproducción, creando así una espiral descendente donde luego habría que trabajar ocho y cobrar cuatro, luego dos y finalmente trabajar diez y no cobrar nada.

Se puede ganar

La ferocidad de la acción de Acindar no debe ocultar, sin embargo, su profunda debilidad política. La patronal se ha visto obligada a prescindir del gobierno y del Congreso, a los cuales ha colocado ante un hecho consumado. Ha creado una crisis política para poder avanzar, y se ha visto obligada a producir un choque o roce prematuro con la UOM nacional en relación al convenio y a los salarios que están bajo arbitraje. Acindar está también enfrentada con otros pulpos explotadores, como lo revela su intempestiva salida de la Unión Industrial de Santa Fe. Todo esto describe un fondo estratégico de debilidad de la apuesta táctica de la patronal. Si golpeamos a fondo, López Aufranc y Acevedo muerden el polvo. Para ganar, la "receta” es muy simple, en particular porque es una receta probada: hacer como los ferroviarios, hacer como los catamarqueños. En el caso de Acindar es necesario abrir la discusión sobre la ocupación colectiva de la empresa, su funcionamiento; un pacto con los bancarios para bloquearle los fondos a la patronal; un reclamo de paro nacional a la UOM; un paro de todo el Litoral afectado por los mismos problemas; la convocatoria de un congreso de delegados de base de toda la cuenca del Paraná (desde San Lorenzo hasta San Nicolas-Ramallo) — para dirigir esta lucha a la victoria.


La bolsa felicita a Lopez Aufranc

Al comentar “el desempeño de Acindar en la Bolsa (que) superó las expectativas de sus directivos... sus acciones cerraron con un aumento de casi el 4%”, La Nación (24/4) dice que, “Acindar estaría tomando la vanguardia en una estrategia que podría repetirse en varias empresas de primera línea... como una forma inicial de medir fuerzas”. Días antes la UIA había considerado “absolutamente insuficiente” el proyecto de “ley de empleo” con media sanción del Senado. Entre otras críticas la UIA reclama “tener una ley... que permita la descentralización de la negociación” (es decir convenios por empresas) “y que no tenga impedimentos para disminuir anteriores conquistas”. Al mismo tiempo exige “establecer topes indemnizatorios por despido que se adapten a las necesidades de reestructuración del aparato productivo”.

La patronal de Acindar es sólo una fuerza de choque y provocación de un frente empresarial que pretende liquidar en masa la protección social (jubilaciones, estabilidad) y laboral. Por eso no corresponden, menos que en otras circunstancias, las respuestas aisladas. En esta lucha decisiva, de clase contra clase, es necesario unir a todos los trabajadores desde San Lorenzo a San Nicolás en un plan de lucha común.