Muchas trabajadoras y trabajadores aeronáuticos recordaron en las redes la relación directa entre el “accidente” de Lapa y las condiciones de flexibilidad extrema en que se navegaba, con aviones de casi 30 años, vencidos en su vida útil, con aprietes a los pilotos para que ignoraran las fallas constantes y con una intensificación del trabajo que incluía el no otorgamiento de descansos y de vacaciones por años.

El decreto ANAC 671, que regula tiempos máximos de servicio, vuelo y mínimos de descanso de las tripulaciones, fue modificado después de esa catástrofe para que la fatiga y la falta de descanso anual no constituyan causal de nuevos accidentes. Es el decreto que Pablo Ceriani, presidente de Aerolíneas Austral, informó a pilotos y tripulantes que el gobierno piensa cambiar.

Junto a la reducción de todos los descansos, tanto en vuelo como en escalas o en domicilio, la patronal agregó la extensión de la edad jubilatoria a los 70 años para pilotos. Esta verdadera provocación no sólo vulnera la legislación vigente, avasalla el régimen especial que permite a las tripulaciones contabilizar las horas de vuelo para llevar la edad jubilatoria a 50 y 55 años para mujeres y hombres, respectivamente.

A pesar de considerarse una profesión de condiciones y salarios “privilegiados” son variadas las razones de salud para un régimen jubilatorio especial e incluso para considerar la actividad como insalubre.

La expectativa de vida de los tripulantes y pilotos no supera los 67 años

Una de las características particulares de la aeronavegación es la exposición a las radiaciones cósmicas no iónicas que a altura crucero no son filtradas por la capa atmosférica. Se calcula que cada hora de vuelo equivale a una radiografía de tórax. Las afecciones más comunes son cáncer de piel y mama, malformaciones fetales y modificaciones genéticas transmisibles a futuras generaciones, con una incidencia del doble que la media. Las altas cargas de radiación UV producen cataratas tres veces mayor que la media. El traslado de carros con comida y de equipaje genera afecciones lumbares. La presurización y despresurización de cabina generan perforación de tímpanos y várices.

Si bien el Covid-19 puso en evidencia a los vuelos como vector de la enfermedad, las tripulaciones están desde siempre expuestas a virus y bacterias de diversos orígenes en un ambiente cerrado durante horas.

Las jornadas agotadoras, atravesando varios husos horarios, el ruido ambiental y el stress del decolaje y aterrizaje, también son causa de fatiga crónica.

Si a esta condición le sumamos la destrucción del derecho al descanso, pilotos y tripulantes no podrán cumplir su tarea de cuidado al pasajero y prevención de accidentes.

La posibilidad de jubilarse anticipadamente se fue degradando con los años en la medida que la pérdida del 82%, sumado a la infinidad de sumas no remunerativas, llevaron al derrumbe de los ingresos jubilatorios de los tripulantes, incentivando la renuncia a este derecho. Sólo la necesidad podría empujar a un piloto a arriesgarse a un accidente como resultado de la disminución de su aptitud física por edad y desgaste de la propia actividad.

La política Low Cost de Aerolíneas Austral amenaza a trabajadores y pasajeros con una nueva Lapa. Defendamos los descansos vigentes en los convenios.

Declarar la actividad como insalubre es fundamental. Formemos comisiones de higiene y seguridad electas por los aeronavegantes no sólo por el Covid, sino para disminuir la exposición a radiaciones, obligando a medirlas con dosímetros en vuelo, con protocolos aprobados por les trabajadores.

Defendamos la jubilación anticipada con el 82% del último salario de bolsillo.

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