Sindicales
22/5/2020
Arrancaron las automotrices de Córdoba, con miles de trabajadores en riesgo
El desprecio por la vida obrera y el interés capitalista.
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Las grandes automotrices de la ciudad de Córdoba han reanudado la producción. La primera en largar fue Volkswagen, a fines de abril, con una cantidad inferior de trabajadores, que se va agrandando hasta llegar a los 900 trabajadores en funciones en junio. Renault arrancó el lunes pasado con una dotación mínima de trabajadores, planificando para el 26 de mayo el comienzo de la fabricación de vehículos; la empresa tiene unos 1.500 trabajadores (más cientos de precarizados), que se convocarán progresivamente. En el mismo predio de la firma francesa, se producen las camionetas de la japonesa Nissan, que ha programado el retome de la actividad para el 15 de junio. Fiat-Chrysler arrancará a fines de esta semana, con una dotación de 1.500 trabajadores en la planta. Junto a la producción en las terminales, también arranca la actividad de las autopartistas, algunas con cientos de trabajadores.
El reinicio de la actividad en estas grandes fábricas, en el marco de la cuarentena por el coronavirus, no tiene ningún fundamento médico o social. Al contrario, son fuentes potenciales de propagación de la pandemia. Mientras la ciudad de Córdoba retrocede en la flexibilización de la cuarentena, el retome de las automotrices avanza a paso firme. La razón de esta medida se reduce a la imposición de los grandes capitalistas, que buscan no seguir pagando los salarios obreros sin prestación de trabajo.
La producción de las automotrices no solo atenta contra el aislamiento, sino que además llega al absurdo de realizarse en una situación de sobre-stock de las empresas. Según un informe de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa) del 6 de mayo, no hubo producción de autos durante todo el mes de abril, pero también bajaron considerablemente las ventas desde fábrica. Las exportaciones se establecieron en 2.386 unidades, retrocediendo un 88,4% con relación a igual mes del año anterior. Las ventas mayoristas fueron de 7.512 unidades, lo que implica un descenso de 73,6% respecto de abril de 2019.
La falta de ventas directamente duplicó el stock. Otro informe, de la Asociación de Concesionarios de Automóviles (Acara) del 5 de mayo, expresa que, como consecuencia del coronavirus, durante el presente año se venderán en el país unas 220 mil unidades contra 459 mil que se patentaron en 2019. También se informa que las automotrices tienen en promedio un stock para 6,2 meses de ventas; teniendo Fiat unas 9.270 unidades para 5,3 meses, Renault 8.845 autos para 4,3 meses, Nissan para 5,4 meses, y así de seguido; llegando al extremo de Iveco, que tiene camiones stockeados para 21,9 meses de ventas.
La política antiobrera de los pulpos automotrices no se reduce a los riesgos innecesarios en relación con el coronavirus. Esto forma parte de un programa integral que las patronales vienen aplicando contra los trabajadores, que consta de despidos, suspensiones con recorte salarial y mayor precarización laboral; como consecuencia de la crisis capitalista que se arrastra desde hace años a nivel internacional. Iveco paralizó su producción desde diciembre con pago de salario del 75% del básico; antes se desprendió de 200 trabajadores. Renault estuvo parada un mes en el verano y durante la cuarentena impuso un recorte del salario del 40%. Hay que recordar que hace tiempo esta empresa redujo la jornada laboral a seis horas con un 30% de descuentos en los sueldos. Fiat también estuvo parada durante diciembre-enero y entre 2018 y 2019 impuso unas 1.100 desvinculaciones.
La voracidad capitalista no tiene límites en el desprecio por la vida y la salud de la clase obrera. Solo importa el interés de agrandar las ganancias supermillonarias de estos pulpos internacionales. Como ejemplo cabe mencionar que las ganancias netas del grupo Fiat-Chrysler llegaron a los 4.300 millones de euros en 2019, vendiendo más de 4,4 millones de autos en todo el mundo. Para 2020 se proyectaba una perspectiva superior, antes de la pandemia.
La crisis no la deben pagar las y los trabajadores. Sí la deben pagar los capitalistas que acumularon gigantescas ganancias en el período inmediato anterior. El Estado capitalista y la burocracia sindical protegen estos grandes negocios. Para enfrentar esta política es necesaria la organización de la clase obrera con asambleas y plenario de delegados con mandato, que organice un plan de lucha.
El Partido Obrero en el Frente de Izquierda plantea el siguiente programa: ni despidos ni suspensiones, no a los descuentos, pago integral de los salarios, reparto de las horas de trabajo, apertura de los libros de las empresas, estatización de toda planta que cierre o despida y su puesta en funcionamiento bajo control de los trabajadores.