Sindicales
15/3/2025
Lunes 17/3 16:00hs
Audiencia pública en la Cámara de Diputados en apoyo a los trabajadores de Anselmo Morvillo
Se refuerza la ocupación y se discute la continuidad productiva.
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Una referencia ante la parálisis de las burocracias sindicales.
La ocupación de la gráfica Morvillo y todo lo que se desenvuelve en torno a ella -el acampe en los portones, la enorme solidaridad que se expresó en el plenario abierto y en el fondo huelga que crece, el acto en la UIA y su confluencia con la marcha de jubilados, ahora la convocatoria a una audiencia pública en el Congreso– ubican a esta lucha como una referencia ante la parálisis de las burocracias sindicales. Al mismo tiempo, el destino de Morvillo dependerá en enorme medida del rumbo que tome el movimiento general de los trabajadores.
En un plano subordinado, pero igualmente decisivo, está la batalla legal y política.
La autoquiebra es, fuera de toda discusión, una canallada; aunque los argumentos que la patronal esgrime y desarrolla en su presentación jurídica -el derrumbe del consumo y el salto en los costos del último año– sean “reales” desde el punto de vista de sus intereses.
Pero la crisis industrial es un resultado de la política de Milei. Deliberadamente hunde la producción para contener la inflación que él mismo multiplicó con la megadevaluación de diciembre de 2023. Por supuesto, el golpe económico libertario fue pavimentado por el desastre del gobierno de los Fernández. Sobre esta política de tierra arrasada se monta la ofensiva de precarización y destrucción salarial común a todos los capitalistas.
La patronal destaca, en su explicación, no haber avanzado sobre los derechos de los trabajadores ni haber despedido. En realidad, es una queja velada por no haber podido hacerlo, y eso fue exclusivamente gracias a la organización y la lucha constante de los trabajadores.
Un ajuste drástico a expensa de los obreros simplemente hubiera mejorado los balances de la patronal sin torcer el rumbo, como le ocurrió a las 2.300 fábricas que bajaron sus persianas en la era Milei. Ahora, la patronal descarga de manera concentrada toda su crisis cerrando la planta y conculcando las indemnizaciones; no hay nada “original” en eso.
Lo distintivo es la ocupación. Una respuesta que fue precipitada por el cierre repentino pero que es la consecuencia de dos décadas de preparación. La defensa consecuente de las condiciones laborales, los salarios y los puestos de trabajo hoy adopta esta forma, este método (histórico del clasismo), que es el único posible ante la medida extrema adoptada por la patronal.
La batalla que sigue es por la continuidad productiva. Algo perfectamente viable, bajo control de sus trabajadores. Eso requiere doblegar todas las resistencias y zancadillas (de la Justicia, los acreedores, eventuales compradores, especuladores inmobiliarios, etc.) propias del proceso de la quiebra y reclamar la intervención del Estado provincial. Las primeras reuniones con los síndicos designados han sido correctas. La interna se constituyó como interlocutora y representante de los trabajadores, por sobre la Federación Gráfica que se limitó a acompañar. También adelantó su propuesta de discutir un plan integral de funcionamiento.
Reforzar la ocupación, la organización, la movilización y la solidaridad, es el único camino confiable.
