Sindicales
13/12/2025
Aumentos que no alcanzan: los números del gobierno y la realidad de los trabajadores formoseños
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Casa de Gobierno de Formosa
En los últimos días, distintos voceros del gobierno provincial, entre ellos el subsecretario de Hacienda, Miguel Antinori, y Adrián Muracciole, rector de la Universidad Provincial de Laguna Blanca, salieron públicamente a afirmar que los salarios de los trabajadores formoseños le ganaron a la inflación de este año.
Por un lado, Antinori sostuvo que “este año hubo un 55% de incremento salarial en las remuneraciones de los agentes estatales, contrastado con un nivel de precios acumulados a noviembre del 28%”, lo cual, según él, reflejaría “el esfuerzo del gobierno provincial en sostener el poder adquisitivo de sus trabajadores”.
Por otro lado, Muracciole afirmó que “la decisión del gobernador de Formosa es sostener el poder adquisitivo de los trabajadores de la educación”, señalando que “el incremento de este año, teniendo en cuenta la evolución del punto índice y los adicionales, fue del 61,9%, es decir, 13,3% por encima de la inflación proyectada”. Además, agregó que desde la asunción del actual gobierno nacional “el salario docente en Formosa creció un 334% frente a una inflación acumulada del 227%, lo que representa una recuperación real del 32,5%”.
Sin embargo, frente a estos dichos, pareciera que los salarios provinciales estuvieran completamente desconectados de la realidad que atraviesan los trabajadores formoseños. Porque si los salarios realmente se hubieran recuperado, no veríamos una contracción tan profunda del consumo ni una caída tan marcada del gasto en bienes esenciales.
Según datos del Indec citados por La Mañana (25/10), en agosto se vendió un 4,4% menos que en el mismo mes de 2024, y el acumulado de los primeros ocho meses del año muestra un retroceso del 36,8% respecto de igual período de 2023. Si los salarios “le ganaran” a la inflación, el consumo básico no debería desplomarse. ¿Cómo se explica entonces esta contradicción?
La respuesta es clara, debemos comparar los salarios con el costo de vida real, no solo con los porcentajes de aumento. El salario mínimo de bolsillo para los empleados estatales quedó fijado en $880.000, muy por debajo de la Canasta Básica Total (CBT), que en noviembre de 2025 alcanzó los $1.257.329, según el Indec. Y esto sin considerar a miles de trabajadores que quedan por fuera de convenio, cuyos ingresos son aún más bajos. Además, la situación es todavía alarmante en el caso de los trabajadores municipales, aun cuando muchos se encuentran formalmente “blanqueados”, sus salarios son de miseria, muy por debajo del costo de vida.
A este cuadro se suma un dato gravísimo, y es que más de la mitad de los ocupados en Formosa trabaja de manera informal. En el primer trimestre de 2025, la informalidad alcanzó el 52,2%, según un informe basado en la Encuesta Permanente de Hogares (Indec/EDIL-IIEP), ubicando a Formosa entre las provincias con mayor informalidad del país, muy por encima del promedio nacional del 43,2%. Esto significa salarios más bajos, ausencia de derechos laborales y una precarización generalizada, que afecta principalmente a mujeres y jóvenes.
En el caso de la docencia formoseña, el problema salarial se expresa con claridad. Más allá de los porcentajes anunciados, el salario mínimo de bolsillo docente, incluso tras el último aumento, quedó fijado en $911.800, muy lejos de la Canasta Básica Total. Además, una parte sustancial de los incrementos se sostiene en rubros no remunerativos, como el Incentivo Docente o el Complemento por Servicio Docente, que no se incorporan al básico, no aportan a la jubilación y consolidan un esquema de salarialización en negro. En este marco, presentar a los docentes como “privilegiados” del empleo público, como señaló el propio Insfrán, resulta una afirmación engañosa.
Ahora bien, este cuadro no es nuevo, los trabajadores formoseños arrastramos décadas de atraso salarial y precarización, y lejos de revertirse, esta situación se profundizó aún más con la llegada de Javier Milei al gobierno nacional. El brutal ajuste, la licuación salarial y la avanzada sobre los derechos laborales agravaron una situación ya crítica en todo el país, donde Formosa no es la excepción. Las políticas provinciales, por su parte, lejos de ofrecer una salida, se muestran limitadas e insuficientes para enfrentar este escenario.
Y es que mientras los voceros del gobierno provincial exhiben con bombos y platillos estos “aumentos”, los trabajadores seguimos atrapados en salarios que no alcanzan para vivir. La tarea urgente de la clase obrera formoseña es organizarse para luchar por sus reivindicaciones más elementales, por un salario mínimo igual al costo de la canasta básica, por el pase a planta permanente de todos los trabajadores precarizados, el fin del trabajo informal, ningún despido y la defensa del trabajo.
En ese camino, resulta fundamental impulsar asambleas en los lugares de trabajo y estudio y organizar la lucha para enfrentar la reforma laboral esclavista de Milei, llenando las calles el próximo 18 de diciembre.



