Sindicales

28/11/1996|521

Avellaneda se moviliza contra la privatización del Hospital

PO: ¿Cuáles son las reivindicaciones de los trabajadores del Hospital?


RG: Básicamente, nos movilizamos por tres cuestiones: el congelamiento salarial, la política de la autogestión y el sistema represivo interno que se quiere imponer en el hospital. En materia de salarios, el básico del auxiliar de enfermería está en 220 pesos, llegando a 400 con los diversos adicionales. Estos salarios están congelados desde hace cinco años. Pero en el último tiempo, la dirección del hospital está implementando una política de diferenciación salarial (siempre, desde luego, dentro de niveles miserables). Pero para un mismo cargo estamos encontrando hasta tres sueldos diferentes.


PO: ¿A dónde apunta esa diferenciación?


RG: Tiene que ver, justamente, con la segunda cuestión que te comentaba: el avance de la ‘autogestión’. La dirección del hospital pretende premiar a aquellos que se presten a colaborar con el siniestro sistema de arancelamiento de los servicios que se está implementando. A través de la cooperadora y de los “bonos-contribución”, no va quedando servicio en el hospital que esté sin arancelar. La actitud de ‘colaboración’ con la dirección del hospital reside en lo siguiente: si alguien necesita un análisis, pero no tiene plata para pagarlo, hay que “informarle” que “el tomógrafo está roto”. Así, podés encontrar por los pasillos del hospital a gente sin recursos desesperada por no poder atenderse. En esta línea, los jefes de área ya no son jefes; son gerentes. La dirección del hospital ha despedido a profesionales y jefes que no se prestan a estos manejos infames, poniendo en su lugar a quienes sí están dispuestos a todo para arancelar.


PO: Mientras estamos realizando esta marcha, el Hospital tiene sus puertas cerradas. ¿Por qué? ¿Qué está pasando adentro?


RG: Enterados que se hacía la marcha, la dirección del hospital prácticamente “encerró” a los compañeros del turno, amenazándolos con el despido si se sumaban. Es un reflejo de lo que pasa cotidianamente en el Fiorito: un régimen represivo, de vigilancia permanente al personal y a los delegados. Es la única manera de imponer la ‘autogestión’.


PO: ¿Cómo se sigue a partir de ahora?


RG: No somos los únicos en la zona que llevamos adelante esta lucha. En el Hospital Evita tenemos la misma situación con el tema de la ‘autogestión’. Tenemos que unir fuerzas contra este plan, que es en definitiva el del Banco Mundial, y discutir un verdadero programa en defensa de la salud pública.