Desde que el Bingo Bahía cerró sus puertas debido al establecimiento del aislamiento social obligatorio, los salarios de sus trabajadores comenzaron a sufrir recortes que se agudizan mes a mes.

Luego de cobrar el salario de marzo, los trabajadores fueron advertidos de que pasarían a cobrar el 75%, sin fundamentación alguna. Más tarde tomaron conocimiento de que se trataba de un acuerdo entre las patronales y el sindicato del juego (Aleara) para reducir un 25% del sueldo  en las empresas que no pudieran abrir al público sus instalaciones. Al momento de cobrar, no obstante, el recorte fue mayor. La parte del salario correspondiente al programa ATP fue menor al 50%, y Bingo Bahía se negó a hacerse cargo de la diferencia para alcanzar el 75% total.

Se suma a eso el desdoblamiento del aguinaldo en tres cuotas, por lo cual cada desembolso alcanza números irrisorios en un contexto de crisis económica e inflación. Y para peor tampoco se están cumpliendo los plazos de pago.

En esta situación que se vuelve cada mes más apremiante, la conducción de Aleara no ha tomado ni una sola medida, no ya de fuerza, sino al menos informativa para clarificar ante los trabajadores estos ataques de Bingo Bahía con los derechos laborales de su personal. Un sector de los trabajadores comienza a organizarse de manera independiente para luchar por sus salarios, superando el obstáculo de la complicidad de la conducción del sindicato con la empresa.

Lo cierto es que la patronal aprovecha la crisis excepcional para ajustar a los trabajadores, mientras que en tiempos “normales” las máquinas tragamonedas no paran de reportar enormes ganancias, al amparo del Estado. El Bingo Bahía es una caja que alimenta otros negocios millonarios del Grupo Bojanich, como las inversiones que poseen en el rubro de los biocombustibles con plantas en Bahía Blanca y Ramallo, gracias a lo cual sus dueños son conocidos como los “reyes del biodiésel”.

Es necesario que los trabajadores se organicen para deliberar qué medidas tomar para exigir el pago del 100% de los salarios, y en caso contrario que se abran los libros de la empresa para determinar la situación real de las cuentas.

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