Sindicales

29/12/2022

Balance de la primera etapa de la lucha en el Garrahan

Termina el año, no la lucha.

Delegados de Junta Interna ATE Garrahan.

Foto: Wally Betinelli.

La gran lucha en el Garrahan coincidió con el 35 aniversario del hospital. Con bandas, bombos y platillos, las autoridades ensayaron un festejo en el mes de agosto. El Consejo de Administración es un órgano político de funcionarios designados por los gobiernos de Nación (cuatro) y CABA (uno), en la misma proporción que el presupuesto aportado por cada jurisdicción. Por eso, la celebración incluyó a la ministra Vizzotti y a su par porteño Fernán Quirós.

Se buscaba un clima de “ponerse la camiseta”, donde los reclamos no tuvieran lugar. Pero el tiro les salió por la culata. Pocos días antes había tenido lugar una asamblea autoconvocada de profesionales, donde se resolvió levantar un reclamo salarial que incluyera a todo el Hospital con un pago de 80% y un piso salarial equivalente al costo de la canasta familiar. Se trató de un gran paso adelante, pues predominaba en ese planteo la unificación con el colectivo de trabajadorxs, en vez de otras líneas de tipo corporativo. En el “abrazo” resuelto para el día del aniversario participaron masivamente compañeras y compañeros de todos los sectores. En ese momento se inició la lucha, realizándose nuevos abrazos, siete paros, movilizaciones a los ministerios de Salud, Economía, Plaza de Mayo y Congreso.

“A este ajuste le tenemos que ganar, a este ajuste del gobierno nacional”

El recorte en salud que ordena el FMI, ejecuta el gobierno del Frente de Todos y apoya con su voto parlamentario Juntos por el Cambio, se aplica sobre un sistema sanitario que ya estaba en crisis. Como si esto fuera poco, el personal enfrentó una pandemia en condiciones laborales y salariales insoportables. Por eso, se han generado conflictos en salud a lo largo y ancho del país. La pelea de residentes y concurrentes en CABA marcó la etapa, porque a partir de sus métodos de asamblea y las medidas de paro por tiempo indeterminado conquistaron un triunfo histórico.

En el Garrahan, la organización y la lucha viene creciendo en los últimos años. En plena pandemia hubo luchas contra el recorte salarial (bochornoso 7% en 2020); durante 2021 también tuvieron lugar paros muy importantes por salario y la necesidad de reconocer la Insalubridad en el Garrahan (reducción de la jornada, la licencia por estrés y el adelantamiento de los requisitos jubilatorios). En esos años se lograron ciertas mejoras en la paritaria (adelantamientos de cuotas y sumas fijas) pero no se pudo quebrar el ajuste del gobierno, quien valiéndose del cansancio del personal, no dudó en aplicar criminales descuentos a los trabajadores en huelga.

Lo que no se resolvió en los años anteriores, terminó siendo el caldo de cultivo que sacó a los trabajadores a la calle nuevamente. Primero los profesionales, luego los administrativos y demás categorías bajas que se plegaron al reclamo por la vía de la autoconvocatoria a lo largo de este año. Sectores ya organizados como laboratorio, medicina transfusional, centro quirúrgico, servicio social, oncología, algunas salas de enfermería, farmacia, etc. se unieron con otros, que, como las maestras jardineras dieron el ejemplo y se sumaron por primera vez masivamente al conflicto.

El ajuste del gobierno, si bien fue fácilmente reconocido por todos, despertó lógicos debates dentro del movimiento sobre cómo hacerle frente de la forma más efectiva. Hubo sectores que plantearon varias veces la necesidad de “bajar medidas” en nombre de hipotéticos diálogos con el Consejo de Administración, que, aunque se resista a ser llamado “patronal”, es nombrado por el gobierno para cumplir ese rol. En rigor, nunca existió por parte de la patronal una vía de negociación alguna; en cualquier caso, las negociaciones sólo suceden apoyadas en el paro y la movilización.

La propia experiencia de lucha demostró que la intransigencia del gobierno se desmorona cada vez que hacemos paro, teniendo el Consejo que ofrecer algún insuficiente parche salarial tras la huelga o al anunciarse otra medida de fuerza. Esto mismo se vio a nivel nacional con el gran triunfo de los obreros del neumático (SUTNA), experiencia que en todo momento trasladamos al hospital como un antecedente positivo que al mismo tiempo que señalaba el camino a recorrer dejó en claro que se puede hacer frente al ajuste del gobierno y se le puede ganar.

La asamblea general como conquista

Este heterogéneo movimiento, no sin contratiempos, pudo unificarse bajo un método de deliberación y resolución común: la asamblea general. En sí mismo, este punto es un triunfo de los trabajadores frente a la división propuesta por el Consejo.

¿Cómo construir un verdadero movimiento de trabajadores de salud, sin distinción de profesión, turno ni sector, en el hospital? Nuestra respuesta, como agrupación Naranja y como Junta Interna de ATE, fue desarrollar una gran Asamblea General. Reconociendo la importancia de que cada sector o profesión se organice y tenga su espacio, planteamos la necesidad de establecer un órgano soberano que tenga la capacidad de unificar a todos los trabajadores del hospital que quieran luchar. Así, las convocatorias ya no serían de unos hacia otros, sino de todos y para todos los trabajadores, con derecho a voz y voto de cada uno.

Fue así que en las reuniones de profesionales autoconvocados planteamos la necesidad de ir a una asamblea donde los no profesionales tengan igual derecho a decidir si lo conveniente era un abrazo o un paro. Del mismo modo, en las reuniones de administrativos y demás no-profesionales defendimos la necesidad de unificar la lucha en torno a un reclamo común (80% en una cuota, luego actualizado a un 100%, y salario inicial igual a la canasta familiar), señalando el riesgo de ir por un reclamo propio (plus administrativo), y resaltando la importancia del programa votado por los médicos y demás profesionales. Sabiendo que existen diferencias reales y concretas entre los trabajadores y sectores según el sector, profesión y turno, nuestra política fue apostar a la unidad del conjunto. La división solo beneficiaba al Consejo, quien junto a UPCN se encargó de alimentar los prejuicios y los viejos recelos del pasado.

Fue así que la voluntad de luchar de profesionales, administrativxs, técnicxs y demás sectores allanó el camino. La Asociación de Profesionales, el otro sindicato presente en este conflicto, al principio se opuso a esta orientación, considerando dañina o apresurada la necesidad de hacer asambleas conjuntas.

La asamblea general resolvió los aspectos fundamentales de la lucha, incluso con mociones divergentes sobre fechas o medidas de fuerza a realizar. Nunca desconocimos que la asamblea general seguía siendo el espacio de confluencia de sectores que tenían sus propias instancias previas de debate y resolución. La progresividad de defender un frente único en estas condiciones garantizaba lo más importante de un plan de lucha: su masividad.

La Junta Interna de ATE dio la lucha política por defender la unidad en la acción de todos los sectores participantes (autoconvocadxs profesionales, no profesionales, Asociación y la propia interna) detrás de las reivindicaciones votadas en la asamblea. Sin embargo, en un balance, vale recordar que una agrupación (Marrón-PTS) atacó esta orientación. A pocas horas de un paro, publicó un ataque a la Junta Interna recuperada, tanto a sus integrantes de agrupaciones clasistas como independientes. El argumento era rídiculo -“no quieren hacer asamblea”-; cuando la asamblea ya había votado un paro y la energía tenía que ponerse en organizarlo. Priorizar un ataque faccional a sus compañerxs de ruta a horas de un paro habla mucho de una corriente hostil al frente único en el sindicalismo combativo y el movimiento piquetero.

Autoconvocatorias y sindicatos

Para la gente que salió a luchar, es evidente que UPCN y SUTECBA tienen una dirección traidora de los intereses de lxs trabajadorxs, que defiende privilegios particulares a cambio de apoyar al gobierno de turno. A esto se suma ATE, que con su dirección Verde firma todas las paritarias del patrón que nos ajusta.

Con direcciones así, es lógico que los trabajadores se autoorganicen contra el ajuste salarial de su patronal y contra su propio sindicato. Así pasó en el personal administrativo, donde muchas personas afiliadas a UPCN se organizaron descontentas frente a las nuevas paritarias a la baja. Lo mismo sucedió con los sectores médicos, quirófanos, las maestras jardineras, etc. Crecieron las autoconvocatorias para luchar, lo cual es completamente progresivo. Sin embargo, creemos que la autoconvocatoria no puede ser entendida como el extremo opuesto a los sindicatos en general. Esto debe quedar muy claro: el problema no son los sindicatos, sino sus direcciones cuando estas actúan contra los trabajadores.

La Junta Interna de ATE- Lista Roja es opositora a las conducciones burocráticas a nivel Capital (Verde y Blanca) y Nacional (Verde), enfrenta a todos los gobiernos (sean macristas o peronistas/kirchneristas), y con los límites que tiene cumplió un rol indiscutible El sindicato en manos de los trabajadores y en defensa de sus intereses permite que aquellos sectores que hoy se organizan espontáneamente puedan hacerlo de forma permanente. Por eso, planteamos que en esta etapa de la lucha es fundamental desafiliarse de los sindicatos traidores y fortalecer nuestro gremio, aportando nuevos afiliados, nuevos delegados y un mayor nivel de organización a los trabajadores del hospital.

¿Qué se consiguió? ¿Qué falta?

La existencia de una lucha en el Garrahan modificó en los hechos la paritaria, que superó en los ingresos que recibimos lxs trabajadorxs a lo que impuso el gobierno en otras dependencias. Los adelantos de cuotas y diversos bonos existieron por los paros y no por ninguna “gestión” de la burocracia sindical; todo el mundo sabe eso. Sin embargo, estas conquistas son modestas con relación al reclamo: recomponer el salario de verdad, terminar con los parches y que nadie gane menos que la canasta familiar. También hemos ganado una primera fracción de licencias por estrés (seguimos exigiendo más días), algo que la gestión venía de rechazar sistemáticamente. Al mismo tiempo, tampoco hubo propuestas con relación al resto del régimen de insalubridad.

Aún no hemos conseguido las reivindicaciones por las que luchamos, pero sí hemos conseguido construir un movimiento que luche por estas reivindicaciones. El aplacamiento de la lucha es temporal y es necesario aprovechar las próximas semanas para debatir entre compañerxs, preparando las instancias de un relanzamiento que será inevitable bajo el peso de la inflación creciente.

Lo conseguido hasta el momento deja en claro cuál es el método (asamblea, paro y movilización) y quiénes pueden resolver los problemas de los trabajadores (los trabajadores mismos, de forma unificada).