Sindicales
23/9/1993|402
Balance: Levantan la huelga de Propulsora
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El jueves 16 se levantó la huelga en Propulsora. Ese día, a media mañana, tres colectivos aguardaban para llevar a trabajadores de la fábrica a la Capital, a la movilización dispuesta a la sede del pulpo Techint. Ante la sorpresa de los delegados presentes, Rafael Rossi, secretario general de la interna, llamó a realizar en ese momento una asamblea general. Ante una concentración de 200 trabajadores, Rossi señaló que Roca, capo de la patronal, “nos cagó a pedos por el conflicto”, por cuanto la empresa no podía moverse de la oferta hecha ante las presiones del gobierno (frente al reclamo de $ 200, motivo de la huelga, la empresa ofreció un “aumento” de $ 50 masivamente rechazado por los trabajadores). Rossi planteó la necesidad de que la huelga tuviera un apoyo “unánime” y llamó a levantar la mano a todos los que estuvieran por levantar el conflicto. Es lo que hicieron, en medio de la sorpresa, los sectores alineados con la burocracia metalúrgica y en total no más del 30% de los presentes. Rossi dio por terminada allí mismo la asamblea, señalando que ante la “falta de unanimidad” la lucha no podía proseguir. Los trabajadores han vuelto al trabajo después de 15 días de huelga con las manos vacías, porque el “aumento” de $ 50 queda borrado por el descuento en cuotas de los días de paro.
Este desenlace comenzó a insinuarse 72 horas antes. La burocracia, que se llamó a silencio durante la primera semana del conflicto, comenzó a plantear abiertamente el levantamiento de la huelga porque “se estaba atacando a una industria nacional y favoreciendo el interés de los importadores”. Pero la tarea de desmoralización de Di Tommaso (UOM) y compañía no hubiera alcanzado para quebrar ni mucho menos la huelga, que se mantuvo firme hasta el día de su levantamiento, si no fuera por la fisura que se abrió en la Comisión Interna.
Los trabajadores de Propulsora habían rechazado la conciliación obligatoria el fin de semana anterior, votando un Fondo de Huelga y organizando piquetes de agitación que pintaron la ciudad reclamando la solidaridad con la lucha obrera de la fábrica de Ensenada. Frente al carnereaje abierto de la burocracia se abrió un debate: un sector de delegados era partidario de recolectar fondos y agitar en particular en las plantas metalúrgicas, reclamando la convocatoria de un plenario de delegados y enfrentando la política de Di Tommaso. Otro sector de la Interna se declaró enemigo de “abrir otro frente” con la burocracia y comenzó a frenar la organización de piquetes o la movilización interna en la planta (“batucadas” resueltas una y otra vez no llegaron a concretarse). El martes 14, los trabajadores fueron convocados a una asamblea interna sin ninguna razón que la justificara y cuya única función fue darle “tribuna” a agentes de la burocracia para atacar la huelga. Ninguno de los miembros de la Interna abrió la boca para responderles y fueron compañeros de base los que le dieron un corte a la situación, reclamando fijar día y hora para la movilización a Capital.
Esta crónica se escribe a horas del fin de la huelga y precede a un balance que será tema del próximo periódico.