La Central de Trabajadores y Trabajadoras de la Argentina (CTA), conducida por Hugo Yasky y Roberto Baradel, se abstuvo en la votación del aumento del salario mínimo en el Consejo del Salario, que el martes pasado llevó el monto a julio a los $87.987 (un ingreso de indigencia). Lo consideró insuficiente y reclamó una suma fija, sin establecer de qué monto.

Justificando esa posición, después de años de avalar salarios mínimos del mismo tenor desde el ascenso del actual gobierno, Baradel señaló que “el haber mínimo no se condice con la canasta básica que, según el Indec, hoy se encuentra en $177.063”, y reclamó una suma fija para “resolver el tema de los que menos tienen” (Infogremiales, 23/3).

En un tono que el periodista consideró de ironía, el secretario general del Suteba agregó que en “el tema de las paritarias (ocurre) lo mismo, son herramientas para defender el tema del salario (…) El número en el que se establece el Salario Mínimo, Vital y Móvil termina siendo mínimo, pero no vital”.

Pero si no es una ironía, es una gastada contra los docentes o un gigantesco ridículo.

Como consecuencia de la reciente paritaria que Baradel firmó con el gobernador Kicillof, el salario inicial de una maestra de grado sin antigüedad alcanzará recién en julio (a cobrar en agosto) los $165.000, un monto que está $12.000 por debajo de la línea de pobreza de… ¡febrero!

Con los salarios del mes de marzo, un maestro de grado sin antigüedad cobrará el 79% del salario de pobreza de febrero, pero esto a Baradel le parece “vital”.

Pero que no se trata de un chiste ni de una ironía lo confirma la infaltable chupada de medias al gobernador de los salarios de ajuste y de pobreza. Como si Buenos Aires fuera el reino de la justicia, Baradel agregó “lo que te voy a decir es que, desde que tengo uso de memoria, es una de las mejores gestiones (la de Kicillof) que ha tenido la provincia de Buenos Aires” (ídem).

Para rematarla, siendo que el salario inicial antes de este aumento de Kicillof era de $115.000, Baradel confesó: “El año pasado cerramos una paritaria del 42,5%, la inflación terminó en casi un 95%, tuvimos cuatro readecuaciones y nuestra paritaria terminó en el 106%. No teníamos que movilizarnos, reclamar, hacer conferencia de prensa, presentábamos una nota en el Ministerio de Trabajo y nos convocaban a discutir paritarias”.

Efectivamente, el Suteba hacía la plancha y terminamos con un salario a enero de $115.000, cuando en ese mes una familia necesitó $163.539 para no ser pobre.

Al final, ni a ironía ni ridiculez: Pura entrega sin escrúpulos contra las y los trabajadores de la educación y del conjunto de la clase obrera.

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