Sindicales
11/4/2002|749
Brukman: Los trabajadores derrotan maniobra para desalojarlos
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La firmeza de los trabajadores de Brukman hizo fracasar, en menos de 96 horas, el ultimátum del Ministerio de Trabajo.
El ministerio pretendió forzar a los trabajadores a aceptar un “acuerdo” que no resolvía ninguna de las reivindicaciones planteadas. Los delegados denunciaron sus términos y exigieron un cuarto intermedio para que fuera tratado por la asamblea. Mientras se desarrollaba la audiencia, una concentración de trabajadores de Brukman, acompañados por delegaciones de Asambleas Populares, organizaciones piqueteras y partidos políticos, cortaba la avenida Callao, frente a Trabajo.
Al día siguiente, mientras los obreros estaban elaborando una contrapropuesta, el ministerio dictó intempestivamente la conciliación obligatoria. Un nuevo apriete: se obligaba a los obreros a desalojar la planta en un plazo de 48 horas aunque, como contrapartida, no se hacía ninguna exigencia efectiva a los dueños.
Una combativa asamblea rechazó la conciliación y ratificó la permanencia en la planta, la gran arma que les había permitido continuar con la lucha y mantener vivo el conflicto.
Toda la movilización se redobló. Los trabajadores reforzaron la presencia en la planta, convocando a sus familias y llamaron a todas las organizaciones a acercarse a las puertas para resistir cualquier tentativa de desalojo; en pocas horas se movilizó la red de solidaridad, poniendo en alerta a las Asambleas Barriales, comisiones internas, delegados fabriles y partidos, con la consigna de concurrir inmediatamente a la fábrica ante la primera señal represiva para conformar un verdadero “escudo humano” en defensa de la ocupación.
Simultáneamente, se reforzó la campaña de pronunciamientos. Se recogió el apoyo de diputados nacionales y de la Ciudad, y de otras personalidades políticas. Esta campaña culminó el día viernes, con una exitosa conferencia de prensa que se realizó en la puerta de Brukman, con la presencia de legisladores y representantes de las organizaciones del movimiento obrero, piqueteras, populares y barriales.
Cuando estaba por culminar la conferencia de prensa, se conoció la información de que el ministerio había resuelto formar una “comisión técnica”, con la presencia de representantes de los trabajadores, para discutir una salida al conflicto. Aunque ha procurado disimularlo, la nueva propuesta del ministerio constituye un recule. Fracasados la apretada, el ultimátum y la conciliación obligatoria, el gobierno se ha visto obligado a reanudar las negociaciones sin colocar como condición previa el desalojo del establecimiento. Los trabajadores de Brukman han atravesado airosos este nuevo y duro trance y se aprestan a recorrer una nueva etapa de la lucha con el gran respaldo político y moral que implica haber derrotado esta nueva escalada y seguir manteniendo la ocupación de la planta como herramienta de lucha.
Propuesta patronal y contrapropuesta obrera
La propuesta patronal no sólo es lesiva a los derechos de los trabajadore s sino que es, a todas luces, inviable. Los Brukman pretenden retomar el control de la fábrica sin poner un peso. No está previsto en la pseudo propuesta la mínima inversión de recursos destinados a recrear un capital de trabajo (insumos, materia prima, salarios) que permita garantizar elementalmente el giro comercial de la empresa. Se llega al extremo de condicionar el pago de los salarios en los próximos meses a la venta de un stock remanente, que como lo han denunciado los obreros es la mercadería de más difícil realización. En resumen, si esta mercadería no se vende… los trabajadores no cobran.
No hay ningún plan serio, por lo tanto, de reactivación de la empresa, compatible con el pleno empleo de los trabajadores actuales. Los Brukman no están dispuestos a asumir el “riesgo empresario”. El riesgo debe ser asumido, en cambio, por los trabajadores, cuyo cobro de salarios es incierto. Los Brukman se reservan para sí el derecho a embolsarse los beneficios en caso de que el negocio fructifique, pero no corren con las pérdidas en caso de que éste fracase.
Después de varios meses de abandono de la planta, los dueños han vuelto sorpresivamente, seguramente atraídos por alguna oportunidad de negocio rentable en el ramo. Los Brukman quieren “hacer la prueba” sin arriesgar nada. Si la prueba sale mal está el expediente de “borrarse”, precipitar la quiebra de la empresa y dejar el tendal de obreros en la calle.
La contrapropuesta que han elaborado los obreros plantea la reapertura de la fábrica pero bajo condiciones tales que aseguren los puestos de trabajo y el salario obrero: la estabilidad de los 115 trabajadores por un año, el pago de los salarios en forma incondicional (es decir, sin estar condicionado a la venta del stock), un piso salarial que no podrá ser inferior a 700 pesos, un plan de devolución de los salarios caídos estos meses y de las deudas salariales acumuladas, y el control obrero de la producción.
Si los Brukman no están dispuestos a comprometerse con estas demandas, están inhabilitados para retomar el control de la fábrica y lo que corresponde es que dicho control pase a manos del Gobierno de la Ciudad bajo fiscalización de los trabajadores. La iniciativa de municipalización bajo control obrero es una respuesta frente a la catástrofe económica y social que estamos atravesando (y de la cual Brukman es un ejemplo), la cual reclama desplazar a la actual clase dirigente y proceder a una reorganización integral del país bajo dirección de los trabajadores.