Recientemente los trabajadores del Sanatorio Franchin, ubicado en el barrio de Almagro y perteneciente a Construir Salud, obra social de la Uocra (sindicato de la construcción), salieron a denunciar una situación alarmante.

Los trabajadores dan cuenta que los casos de contagios son numerosos, abarcando a mucamas, camilleros, médicos y enfermeros -no se conoce a ciencia cierta el numero ya que la patronal esconde esta información. Esto también conlleva a otra denuncia: el incumplimiento del aislamiento de los contactos estrechos por la arbitrariedad patronal.

Por otro lado, y aún más grave, es el retorno laboral de estos compañeros contagiados. La ART no solo se niega a realizar los hisopados para confirmar el regreso con un resultado negativo, sino que también presiona con altas a compañeros que están sintomáticos, generando un grave peligro para la salud no solo de ellos, sino del resto de los compañeros y pacientes.

Es ilógico que en un cuadro de pandemia y emergencia sanitaria se proceda a dar el alta epidemiológica, justamente, a los trabajadores de la salud, cuando estos no se encuentran totalmente recuperados.

La realidad que viven los trabajadores en general y los de la salud en particular dista mucho de los anuncios oficiales y la vuelta a fase uno. Esto se ve reflejado en la fuerte presión patronal para levantar la cuarentena y en la complicidad del gobierno de los Fernández para que así suceda.

Detrás de la serie de anuncios, que solo buscan limitar la circulación, se esconde el accionar del conjunto d la clase capitalista que, en post de continuar la producción, burlan todos los protocolos de bioseguridad.

En los centros de salud los atropellos patronales son moneda corriente, la falta de Equipos de Protección Personal (EPP), el no otorgamiento de licencias para el personal que lo requiere, la sobreexplotación por falta de personal en plena pandemia, son solo muestras de un cuadro más general.

La cadena de responsabilidades va desde el gobierno de Alberto Fernández, que avala toda esta línea de ataque a los trabajadores, hasta el nefasto rol que juegan las ART, pasando por la patronal –en este caso con el burócrata criminal de Gerardo Martínez como protagonista- y la pasividad del sindicato. El sindicato (ATSA), con Daer a la cabeza, a pesar de que esta situación se replica en diferentes instituciones privadas no ha movido ni siquiera un dedo para sacar una declaración. En los lugares donde los trabajadores decidieron organizarse para enfrentar estas ofensivas, la burocracia ofició de bombero de estas luchas.

Sin lugar a dudas, solo la organización independiente de los trabajadores en cada lugar de trabajo puede garantizar las condiciones de bioseguridad necesarias para frenar los contagios y tomar la defensa de la salud en sus manos. Reclamamos la centralización del sistema de salud. Volcar los recursos del país a la atención de la emergencia sanitaria y social y no al pago de la deuda a costa de la vida de los trabajadores

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