Sindicales
22/5/2014|1315
Calsa: seis meses de lucha
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El conflicto comenzó a principios de año con siete despidos que motivaron un paro total y una conciliación obligatoria. Luego, la patronal volvió a la carga con otra serie de despidos, alcanzando los 60. La respuesta obrera fue la toma de la planta y el acampe de los despedidos, que se mantuvo por ocho días a pesar de las denuncias penales y otros aprietes.
Luego de varias audiencias, donde decenas de trabajadores se movilizaron a La Plata, la patronal sólo accedió a reincorporar a 32, dejando 22 trabajadores afuera. Con el reclamo de la reincorporación de todos, los trabajadores volvieron al paro y a un nuevo acampe.
Frente a la firmeza de la protesta, la patronal arremetió con seis nuevos despidos y al día de hoy ya suman 66, casi un tercio del plantel.
Hace pocos días, la Infantería amenazó con desalojar usando carro hidrante, lo que generó momentos de tensión. La empresa aprovechó la situación para hacer ingresar a la planta un grupo muy minoritario de trabajadores, lo que puso en evidencia que la adhesión al paro alcanza el 90 por ciento.
A esta altura del conflicto se hace evidente que la actitud intransigente de la patronal tiene el respaldo del Ministerio de Trabajo y del gobierno, que pone a las fuerzas represivas al servicio de la empresa.
El cuerpo de delegados que ha llevado adelante una lucha que excede los métodos de la dirección del STIA (Morán) no rompe del todo con la burocracia; empeñada en confinar el conflicto, se niega a convocar un plenario de delegados del gremio para extender la protesta.
El Frente de Izquierda impulsó una declaración en la Legislatura bonaerense en repudio a los despidos que cayó muy bien entre los trabajadores, aunque no fue aprovechada por el sindicato para ejercer presión política sobre la patronal y el ministerio.
Los despidos comenzaron en vísperas de la paritaria de Alimentación. Es claro que la patronal busca golpear en una planta que, en paritarias anteriores, conquistó sumas superiores a los acuerdos del STIA.
Está planteado conformar un reagrupamiento clasista que esté a la cabeza de la organización de la fábrica para superar los límites de la actual experiencia.