Sindicales

29/8/2014|1329

Capitanich y el cierre del Toba

¡OJO, DONNELLEY!

Capitanich y el cierre del Toba

El frigorífico Toba, el más importante del Chaco y único con capacidad para exportar a través de la cuota Hilton, cerró sus puertas en el año 2011. El vaciamiento fue acción de una “patronal buitre”: Friar, del grupo Vicentín, interesado en concentrar toda la producción para la exportación en el frigorífico de Reconquista. Para esto, no dudaron en cargarse las 250 fuentes de trabajo del Toba.

El intento de Vicentín de cerrar la planta encontró una firme resistencia por parte de la interna y los trabajadores del Toba, que llevaron adelante una lucha enorme. A raíz de la carpa y la ocupación del frigorífico, los compañeros lograron un compromiso del Estado de hacerse cargo de la planta. Incluso, Capitanich y su ministro Pedrini firmaron actas comprometiéndose a la reapertura y el ingreso de la totalidad del personal, pero nunca quisieron avanzar en la expropiación de la planta.

El gobierno y la empresa condicionaban el ingreso a la aceptación de una indemnización recortada, y a la pérdida de importantes derechos laborales: el más importante, no se reconocía la condición de delegados de los representantes gremiales que estaban a la cabeza de la lucha. Con el acta en la mano, el gobierno fue presionando uno a uno a los compañeros para firmar e ingresar, aislando al núcleo más combativo. Remató la medida con 50 telegramas de despido del grupo Vicentín (entre ellos estaba toda la comisión interna), de los cuales el gobierno se agarró para impedir el ingreso a la planta de los delegados y los activistas más combativos.

La reapertura del gobierno fue a la medida de la patronal. Se siguió pagando a la empresa Toba el alquiler de la planta. Los gerentes y el personal jerárquico de Friar siguieron en sus puestos. El gobierno nunca reclamó la cuota Hilton, dejándola en los hechos en manos del Monopolio Friar y su planta de Reconquista. El Partido Obrero realizó una gran campaña por el reingreso de los delegados denunciando que su exclusión era parte de un plan para recortar los derechos laborales y en última instancia avanzar con el vaciamiento.

El gobierno nunca reactivó realmente la fábrica, sino que se limitó a turnos rotativos trabajando tres días por semana con diferentes excusas. La derrota del activismo sirvió a este fin. Mientras tanto, el gobierno siguió poniendo plata mes tras mes para pagar el alquiler de la planta, rescatando a los vaciadores. Finalmente, en enero de este año, la planta anunció que interrumpía la producción. Actualmente, los obreros cobran la garantía horaria y reclaman la reapertura.

La intervención del gobierno, dirigida en forma personal por Capitanich, fue una herramienta para hacer pasar el vaciamiento, rescate de las patronales mediante. La conclusión conserva toda su actualidad para los conflictos obreros en curso, especialmente para Donnelley, donde se barajan toda clase de “salidas”, que van, más tarde o más temprano, en el sentido de hacer pasar un plan de ajuste. El reclamo de la expropiación sin pago bajo control obrero cobra toda su vigencia, tanto para el Toba como para Donnelley.


Jorge Esquivel, delegado despedido del Toba