Sindicales

8/3/2007|982

Carlos Heller, con las AFJP

El patrón "comunista" de Previsol


La AFJP Previsol , mayoritariamente en manos del Credicoop de Carlos Heller, asociada con el burócrata de “porteros” Victor Santa María, acaba de dar un apoyo sin restricciones a la “reforma” jubilatoria de Kirchner y Massa. Básicamente porque preserva la jubilación privada y aumenta del 7 al 11 por ciento el descuento jubilatorio a los trabajadores. Santa María es el verdadero “patrón” del candidato Filmus. Heller es también solicitado como aliado por Claudio Lozano, a pesar de que éste calificó a la reforma previsional de Kirchner como un mero maquillaje.


 


“No podemos menos que apoyar las propuestas que debatirá el Parlamento, tanto sea la apertura del padrón para que regrese al sistema estatal aquel afiliado que considera insatisfactorio seguir en una AFJP, la resolución de que los indecisos permanezcan en el Estado hasta tanto decidan cuál es su mejor situación, la reducción de las comisiones de las empresas para que los afiliados capitalicen en sus cuentas una mayor proporción, equiparar los aportes de los trabajadores de ambos sistemas en el 11 por ciento como fue hasta el año 2001, y finalmente destinar una alta proporción de los fondos a inversiones útiles, que signifiquen una fuente y un apoyo sustancial para el desarrollo económico y social del país”, sostuvo en una declaración especial Eduardo Kanevsky, apoderado de Previsol. Algo parecido a la posición de la Unión de AFJP, que Previsol integra junto a las demás administradoras.


 


A pesar de su filiación comunista, y de la pretensión de encabezar una alternativa de izquierda, los Heller y Cia. no reclaman la expropiación de las AFJP, ni un sistema previsional público que pague a los jubilados el 82 por ciento móvil del salario de los obreros en actividad, y mucho menos financiar la jubilación con aportes patronales, como ocurre con cualquier salario. Al revés, saludan el aumento del 7 al 11 por ciento en el descuento del salario y coinciden con sus pares —los grandes banqueros que dirigen las AFJP— en la preservación del sistema de jubilación privada.


 


A eso le agregan el “oportunismo” de saludar que los indecisos pasen al Estado, porque hoy van a las AFJP que tienen las comisiones más bajas y Previsol no recibe nada porque está entre las más caras.


 


Se puede decir que la reforma de Kirchner recoge varios planteos de Previsol, que fueron tomados o copiados del Banco Mundial. El mismo Kanevsky escribió hace dos años en la revista Realidad Económica, que “el actual sistema previsional, que combina un régimen de reparto con uno de capitalización, parece el más adecuado a las características presentes de la actividad laboral en la Argentina (alta informalidad, mucha evasión impositiva y previsional, salarios ‘en negro’, etcétera) (…)”. Sugería que “sería importante introducirle cambios que le impriman más solidaridad, equidad, y aumenten la proporción de trabajadores cubiertos”.


 


Justamente la reforma de Kirchner y Massa emparcha el régimen jubilatorio implementado por Menem y Cavallo.


 


La llamada “libertad de opción” que pondera Kanevsky es, ante todo, una trampa, porque obliga a los trabajadores a elegir entre dos sistemas que no garantizan nada y que en el mejor de los casos podría llevar a que los trabajadores se jubilen con menos de la mitad del sueldo. La reforma no sólo deja intacto el negocio de la jubilación privada y la incertidumbre jubilatoria de los trabajadores, sino que además mantiene para las jubilaciones estatales la ley de “Solidaridad Previsional” de Menem y Cavallo, que eliminó la movilidad de las jubilaciones.


 


También se mantiene para el cálculo de la jubilación estatal el sueldo promedio de los últimos 10 años, sin el ajuste correspondiente por la desvalorización del salario. De esta manera, con una inflación de apenas el 10 por ciento anual, el promedio del sueldo de la década (y el haber jubilatorio inicial) se reduce en un 33 por ciento.


 


Una vez jubilado con ese haber reducido, el gobierno mantiene el cerrojo de la falta de movilidad establecido por la ley de Menem y Cavallo, lo que asegura que la jubilación estatal se vaya reduciendo en el tiempo, como vino pasando en todos estos años. Hoy la jubilación media es del 40 por ciento del sueldo, y el 70 por ciento de los jubilados gana la mínima.


 


Los “progresistas” se han revelado como verdaderos banqueros que defienden un régimen jubilatorio de confiscación del salario y de jugosas ganancias para la banca nacional e internacional.