Sindicales

27/8/1998|598

“Carne picada” en el autotransporte

La gran movilización del millar de trabajadores de la empresa Fournier, contra el levantamiento de la concesión de las cuatro líneas, ha puesto de relieve, una vez más, la aguda monopolización en marcha en el sector y, sobre todo, los ataques ‘flexibilizadores’ contra el gremio que están en la base de este proceso. Los choferes son las principales víctimas de “la drástica concentración de la mayoría de las rutas en media docena de grupos y por el creciente interés de jugadores ajenos al rubro” (La Nación, 22/8).


Monopolios en retirada industrial a la caza del transporte


Desde 1995 se ha operado una transformación radical de los operadores empresarios del autotransporte. En la Capital, dos empresas que operaban recorridos cortos (Plaza y Dota) han pasado a operar más de 10 líneas cada una y vienen tomando las concesiones que el gobierno hacer caer en nombre de “incumplimientos” fiscales o por falta de mantenimiento de las unidades. En el oeste del Gran Buenos Aires, dos grupos con cabecera, uno en las líneas 166 —la lujanera (que actúa como UTE del Oeste), y otro en las 96-88, han capturado el 80% de las líneas: sólo dos grupos empresarios de cierta envergadura no habían caído bajo sus fauces: uno era el grupo Fournier (cuyas líneas ahora le han sido concesionadas a los anteriores y a Dota); el otro es Transportes del Oeste, una empresa de dimensiones similares a la de Fournier y, ‘casualmente’, también con deudas previsionales.


Estos nuevos operadores son grandes capitales que vienen a desplazar a las tradicionales sociedades de‘componentes’ (cooperativas de pequeños y medianos propietarios). Las anteriores “no van más”, dijo a la luz del conflicto de la Fournier, el secretario de Transportes, Canosa.


Entregada de la burocracia


La movilización de los trabajadores de la Fournier, a pesar de su combatividad, sólo pudo garantizar la efectivización de los trabajadores, pero no evitó la quita del premio (que junto a los adicionales que servían para establecer el sueldo conformado, implica una reducción salarial de 250 pesos, casi un tercio del sueldo de los trabajadores). Esto sólo es así porque la burocracia dejó aislado el conflicto y está jugada enteramente al ‘salvataje’ de las líneas por la vía de su entrega a los grandes pulpos, es decir, a la vía de la destrucción del convenio, a la aceptación de los contratos por empresa y a la liquidación del propio gremio. Por esto en la movilización de la Fournier dominaron las consignas que, junto al odio al gobierno, expresaban también el repudio a la burocracia.


Entonces no está dicha la última palabra. Esto vale para la Fournier, donde se intentará sin lugar a dudas aplicar el plan original de arrasar con todas las normas laborales, pero más en general para todo el gremio. Si en noviembre de 1989, los choferes fueron los ‘ídolos’ que lanzaron la primer bocanada de reacción obrera frente al cinismo menemista en sus albores, ¿quién puede afirmar que los choferes no estén preparando ahora su colofón?