Sindicales

11/12/2014|1344

Cirielli acorralado


El paro de transportes del jueves 27 también fue total en lo que hace al movimiento aerocomercial. Entre las 5 y las 8 a.m. no despegó un solo avión; el servicio no se normalizó hasta bien entrada la tarde.


 


En este caso, fue resultado de la acción del sindicato de Aeronavegantes (AAA: tripulación de a bordo), que paralizó el movimiento de aviones. Upsa, del personal superior, también adhirió a la medida. Lo curioso de la jornada fue que Ricardo Cirielli, secretario general del sindicato de técnicos (Apta), no llamó a parar, como sí lo había hecho en todos y cado uno de los paros generales convocados por Moyano, Barrionuevo y la CTA disidente. El carnereo de esta lucha, sin embargo, no tuvo un carácter ideológico ni implica una ruptura con ese eje de la burocracia sindical. Tampoco un realineamiento con el gobierno nacional. Mucho menos una falta de identificación de sus afiliados con los reclamos por el impuesto a las ganancias y el deterioro salarial. Muy por el contrario.


 


De hecho, el sindicato de técnicos es el único que aún no ha firmado el acuerdo salarial de un 28% propuesto por la patronal de Aerolíneas Argentinas, que sí firmaron el resto de los sindicatos enrolados en la Federación Argentina del Personal Aeronáutico (Fapa). El rechazo al acuerdo, sin embargo, ha sido impuesto en una votación donde la oposición en el cuerpo de delegados, bajo diversas modalidades, se manifestó en contra de la propuesta oficial, mientras Cirielli pidió mandato para “aceptarla y mejorar en algunos puntos”. A partir de ese revés, Cirielli ha optado por el ostracismo y el rechazo a convocar a los organismos del sindicato a deliberar sobre la continuidad de la lucha. Ya hace meses que viene desconociendo un pedido formal, con más de 700 firmas de trabajadores de base, por una asamblea general del sindicato.


 


Por ese motivo había tenido que soportar, durante las semanas previas al paro, movilizaciones masivas al sindicato donde centenares de trabajadores, fueron a reclamar con pintadas, cánticos y fogatas, esa asamblea general para votar un plan de lucha capaz de quebrar la propuesta oficial. La adhesión al paro hubiera servido para desenvolver las tendencias a la lucha con mayor profundidad, que es precisamente lo que no quiere Cirielli. Ese cuadro de movilización por abajo tampoco hubiera tolerado un pronunciamiento en contra del paro -que, por ese motivo, no se produjo. La política de la conducción de Apta frente al paro fue la de un silencio absoluto. La idea de que el carnereo a la medida hubiera servido para aceitar una mejora del acuerdo (basada en el blanqueo de algunas cifras no remunerativas) quedó desmentida por la intransigencia patronal, que días después tuvo que reconocer el propio Cirielli en un comunicado y, a regañadientes, convocar a un nuevo plenario de delegados.


 


En 2015 deberán realizarse las elecciones para la renovación de la conducción de Apta. Al calor de estas luchas y experiencias se van creando las condiciones para la puesta en pie, por primera vez, de una lista opositora antiburocrática.


 


Este sector combativo de los delegados ratificará su rechazo a la oferta patronal y reclamará la convocatoria a una asamblea general, para que sean los trabajadores los que rechacen la propuesta patronal y fijen los términos de un plan de lucha que se podría dar justo durante el período de pico de movimiento turístico. El desarrollo de una lucha a fondo por las reivindicaciones no hará más que reforzar al activismo combativo en Apta.


 


Es a lo que le teme Ricardo Cirielli.