"Si vos fueras maestra hoy y ganaras 9.000 pesos, ¿no estarías haciendo paro?" preguntó a Gabriela Michetti el periodista Luis Novaresio en su programa “Debo decir”, que se transmite por América. La respuesta salió trunca: en su repetición de los ataques gubernamentales contra los históricos métodos de lucha de la docencia, calificando a los paros como una "herramienta extrema", "dramática para la nación", etcétera, la vicepresidenta se vio obligada a reconocer las condiciones de miseria que dan plena justificación a las medidas vilipendiadas.

 

Michetti admitió que es “obvio” que no se puede vivir con los 9.000 pesos que constituyen el salario mínimo docente, pero sostuvo que “la verdad es que la mayoría de esas personas viven con otro ingreso en la casa, si no, es imposible que lleguen”. ¡Santo remedio! 

 

Que para la funcionaria –que cobra 160 mil pesos por mes– el sueldo obrero no vale nada, se confirmó meses atrás, al revelarse que le abonaba $25 la hora, en negro, a la empleada que limpiaba su casa.

 

La vicepresidente, que volvió sobre la cantinela (ya de por sí negrera) de que los sueldos docentes corresponden a jornadas de cuatro horas, no pudo responder a una sencilla refutación expuesta en el programa por el propio Novaresio: que la labor docente requiere numerosas horas de trabajo –ni reconocidas ni pagas– por sobre las que se dictan frente al curso.

 

Caídos los argumentos de barro que le habrá recetado Durán Barba, Michetti se refugió en la “herencia recibida”, aseverando que “tenemos un país fundido”. Pero no explicó por qué, mientras los docentes y el conjunto de los trabajadores deben pagar tal bancarrota, se beneficia con aumentos garrafales a las privatizadas de servicios, con exenciones al capital agrario y con rentas extraordinarias al capital financiero.

 

Tanto Novaresio como la actriz Soledad Silveyra, entre otros presentes en el programa, le recordaron a Michetti que repetía los argumentos contra los docentes ya esgrimidos por Cristina Kirchner durante su gobierno –algo que demuestra que estos ataques son cuestión de Estado. La actriz Emilia Mazer, por su parte, fue clara y concisa: “Sí, es una cuestión extrema un paro. Pero la verdad que es la herramienta que tiene el trabajador para poner un poco de presión. Y cuando a uno no le dan pelota, tiene que poner presión”.