Un relevamiento de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), publicado en La Nueva Mañana, informó que 159 trabajadores perdieron su fuente laboral en la industria automotriz de la provincia: 19 efectivos despedidos y a 140 no les renovaron el contrato. En tanto que 650 asalariados fueron suspendidos, entre enero y febrero.

La pérdida de los puestos de trabajo son una de las consecuencias de un plan económico inflacionario y recesivo. Como la economía se contrae, las patronales descargan todavía más la crisis sobre los trabajadores. Favorecidas, en parte, por la precarización laboral.

Además, las patronales cuentan con el concurso de la burocracia sindical, que está dejando pasar despidos, suspensiones, y pérdida salarial. Por eso Renault anunció “una reducción del 15% en su plantel de colaboradores en Argentina”, de acuerdo a una publicación de La Voz.

A fines de noviembre, en Prensa Obrera caracterizamos que los “retiros voluntarios” en Renault eran una extorsión para despedir. En la mencionada fábrica se perdieron 450 puestos de trabajo. La burocracia sindical se limitó a comunicar los despidos.

Ahora se anuncian más pérdidas de puestos de trabajo, en un cuadro en el que la economía de la clase obrera empeora día a día. La dinámica de la suba de precios dio un salto producto de la megadevaluación, la inflación sigue pulverizando salarios y jubilaciones.

Los políticos capitalistas de la UCR y Cristina Kirchner reclaman la reforma laboral. Pero el problema no radica en el “costo” de los salarios, cuyo deterioro alcanza niveles históricos. Sino que los capitalistas, en un cuadro de desregulación de la economía, aspiran a competir aumentando “la productividad”, bajando salarios.

Las patronales también argumentan las dificultades para importar insumos y una caída de las ventas para “contraer” puestos de trabajo. De acuerdo a declaraciones de Maximiliano Ponce del Smata Córdoba “hay temor de que el gobierno anarco capitalista desregule importaciones. En efecto, si cuando se logre acumular dólares son usados para importar vehículos terminados, en lugar de insumos, el complejo automotriz sucumbirá en una crisis densa”.

En este escenario, la burocracia todavía no recurre al clásico “alerta y (des)movilización”, de momento la citada fuente declaró al mencionado diario que el problema “no ha impactado de lleno” en la plantilla de trabajadores, de no haber una solución pronta se pasará de las suspensiones a despidos, irremediablemente”. Ni paro, ni movilización.

El eje de la orientación de la burocracia sindical es, como mucho, comentar los estragos de las medidas de Milei, y apoyar al gobierno provincial. Sin embargo, Martín Llaryora repite que defiende la “producción y el trabajo”, no se opuso a la pérdida de los puestos de trabajo en la industria.

Es claro que el Ejecutivo local solo defiende las renta de las patronales de la agroindustria, no los intereses de los trabajadores. En Córdoba se suceden despidos, tarifazos y ataques a docentes y estatales. El “Milei vs Llaryora” es un choque de ajustadores.

En oposición al plan de guerra contra la clase obrera, el planteo de una asamblea nacional de trabajadores ocupadxs, precarizadxs y desocupadxs resulta clave para construir una intervención independiente desde el campo de los trabajadores contra el ajuste de Milei y Llaryora. Esto se resuelve luchando.

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