Mediante un anuncio rimbombante en algunos medios locales, la burocracia de ATE Municipales, anunció un aumento de 10 mil pesos a los empleados de Plus (precarizados en negro) de la municipalidad de Cutral Co.

El análisis debe partir de la base que este grupo de trabajadores y trabajadoras de Plus no perciben ningún beneficio del convenio colectivo de trabajo municipal y perciben salarios, en su mayoría, por debajo de la línea de la indigencia. Estos 10 mil pesos, acordados a espalda de las y los trabajadores, son la perpetuación de la pobreza y la precarización laboral encuadrada en una proyección inflacionaria anual que superara holgadamente el 70% y con medio aguinaldo a la baja que no está calculado sobre el salario sino caprichosamente impuesto por el intendente Rioseco (FdT).

A confesión de partes, la burocracia afirma que no se puede pedir más de 10 mil pesos porque “no quieren causar problemas en las arcas municipales” (Edu Urra Informa 22/06). Esta afirmación debe ser analizada en su justo contexto. En principio, como criterio elemental, un sindicato o una dirección sindical debe estar parada en el campo de los y las trabajadoras que defiende, no del campo de la patronal, en este caso el gobierno municipal. En segundo lugar, la municipalidad ha recibido miles de millones de pesos en materia de regalías provenientes del área gasífera Mangrullo y ha cerrado un nuevo acuerdo con Pampa Energía que viene de un récord de producción en los últimos dos años. Entonces ¿a qué se refiere la burocracia de ATE cuando afirma que no quiere causar problemas en las arcas municipales? Se refiere a que su filiación política es con Rioseco y no con los trabajadores.

Ni siquiera está ya posicionada de los dos lados del mostrador, sino que se ha definido por el campo patronal para desarrollar su actividad sindical. Tal es así que, entre los y las trabajadoras de plus, se refieren a la la dirección de ATE como “los gatos de Rioseco”. Esta burocracia, vinculada a la represión docente de los cascos amarillos, opera como un factor de desorganización de las legítimas luchas que han protagonizados los y las trabajadoras municipales de Plus por el pase a planta municipal y mejoras en condiciones laborales, como los últimos bloqueos al Corralón Municipal. Al mismo tiempo que se arroga una representación sindical no convoca a una deliberación entre los trabajadores por miedo a que el tiro le salga por la culata. Para resumir: los y las trabajadoras de Plus, que conforman el 90% de la planta municipal, tienen todas las obligaciones de un trabajador de convenio pero ningún derecho.

Las conclusiones que se desprenden de esta situación son claves. En principio ningún acuerdo salarial a espaldas de los trabajadores, asambleas para decidir y estructurar un plan de lucha que permita avances serios en las reivindicaciones más urgentes. En segundo lugar los y las compañeras de plus debemos impulsar un proceso de organización independiente del municipio, la burocracia de ATE y los punteros y punteras que operan en los lugares de trabajo. Desde esta perspectiva tendremos cimientos firmes para luchar por un salario igual a la canasta básica y por el pase a planta municipal.