Sindicales

5/12/2019|1575

De los granjeros de Iowa a los metalúrgicos de Puerto Madryn

Aluar va contra las retenciones y por la flexibilidad laboral

La suba de aranceles a las exportaciones de acero y aluminio desde Brasil y Argentina hacia Estados Unidos, anunciada por Donald Trump en supuesta represalia por las devaluaciones en ambos países, es una jugada a varias bandas. Es un mensaje directo a Bolsonaro y a Alberto Fernández en advertencia por las relaciones comerciales con China, y un apriete al nuevo presidente argentino para promover la intervención del FMI en la reestructuración de la deuda.


El tercer destinatario -el más importante- del anuncio de Trump son “los granjeros de Iowa, Carolina del Norte y Wisconsin”, muy golpeados por la guerra tarifaria con China, y ante quienes se muestra “luchando para el campo” a once meses de las elecciones presidenciales.


El anuncio tuvo un efecto directo sobre las acciones de Aluar, que se derrumbaron un 12 por ciento. Las exportaciones de la empresa (que monopoliza la producción local de aluminio) a Estados Unidos representan el 50% de sus embarques y el 40% de su producción, una suma equivalente a 500 millones de dólares.


El accionista principal y presidente de la compañía, Javier Madanes Quintanilla, no perdió tiempo en salir a despotricar contra Macri “por inoperante” y a reclamar que antes de dejar su cargo elimine las retenciones de 4 pesos por dólar. También exigió a Alberto Fernández “gestiones inmediatas” ante el gobierno norteamericano.


El ministro Dante Sica le recordó, enojado, las exenciones que el gobierno le otorgó a Fate, la otra gran empresa de Madanes. El empresario se vale de esta nueva situación para volver a la carga contra las retenciones y, seguramente, intentar acelerar la reorganización de la planta de Madryn, que empezó hace tiempo.


Esa reestructuración incluyó hasta ahora: 1) la regimentación del cuerpo de delegados, con la colaboración de la seccional de la UOM (intervenida desde hace más de un año por el secretariado nacional); 2) una enorme presión por aumentar los ritmos de trabajo, mediante sanciones y otras medidas disciplinarias, favoreciendo la opción de “retiros voluntarios” y 3) la fusión de áreas administrativas y de dirección (esta misma semana hubo diez despidos de altos asistentes jerárquicos con décadas de antigüedad).


Pero, en definitiva, apunta a la sustitución de un plantel de operarios, altamente calificado y que ha obtenido importantes conquistas. Un próximo paso será la absorción de la planta de Infa (propiedad exclusiva de Madanes) por parte de Aluar, para realizar tareas de mantenimiento y auxiliares de producción bajo convenio Uocra, reemplazando probablemente a gran parte de los equipos mecánicos permanentes de cada sector -que actualmente emplean a unos 350 trabajadores-, por servicios tercerizados.


El rotundo paro general del mes pasado contra dos despidos y la suspensión de varios trabajadores (luego de un bloqueo a la planta por parte de docentes y estatales en el marco del conflicto provincial), y luego de eso la reversión de una sanción infundada,  puso en escena la tradición combativa de los metalúrgicos de Aluar. Está claro que los cambios que logre imponer Madanes a las condiciones de trabajo no tendrán retorno si las cuotas arancelarias vuelven a sus niveles anteriores.


Por su parte, el vicepresidente de la UIA, José Urtubey, fue más inclusivo: dijo que “muchos productores del país se verán perjudicados por los aranceles” aprovechando para “preparar el terreno para las negociaciones sobre el pacto social” que se avecina. Como el legendario Mohamed Alí, la burguesía pega retrocediendo.