Sindicales

17/9/1999|642

Desastre en el Aeroparque: y por casa, ¿cómo andamos?

Ante el accidente sufrido por el avión de Lapa, se están discutiendo toda una serie de anormalidades que, en realidad, son práctica normal en muchas empresas: falta de mantenimiento, flexibilidad laboral, multifunción, tercerización y, fundamentalmente, reducción de personal; todo ello operando sobre equipos que, en muchos casos, ya han cumplido con creces su vida útil, son las causas que confluyeron para generar una catástrofe en el Aeroparque que tratan de desviar hacia un solo culpable: el error humano.


Compañero: si miramos a nuestro alrededor, ¿conoce usted alguna empresa donde el mantenimiento se ha reducido tanto que, a cañerías que deben ser cambiadas, se les pone un zuncho para prolongar su vida útil? Es posible que usted conozca un lugar donde el tiempo entre parada y parada se haya prolongado, operando en condiciones que distan mucho de ser las ideales y que, cuando éstas se realizan, se trabaja sólo en las mínimas e indispensables reparaciones en tiempo récord, para seguir produciendo. Piense, compañero, que hay lugares donde se opera aún a costa de la seguridad con tal de ahorrar dinero. Rejillas que se salen, mirillas de hornos sin vidrio, válvulas que, para operarse, debe uno arriesgar su integridad física, la cual es difícil de proteger sin elementos de seguridad que muchas veces no hay en stock.


Nadie subiría a un avión cuyo instrumental fue reparado por el gomero, pero todos sabemos que hay instrumentos que son reparados por mecánicos, electricistas u operadores. En pos de bajar costos, se acude a la tercerización reemplazando a personal propio por contratado, el cual no sólo cobra mucho menos salario sino que no tiene su fuente laboral asegurada.


Se crea un “pool” donde todos “colaboramos con todos”, sin respetar los puestos de trabajo, dejando puestos sin cubrir, sin importar la seguridad.


Parece ser que lo único que interesa es aumentar las cuantiosas ganancias, reduciendo el número de puestos, manteniendo bajos los salarios y ahorrando a costa de cualquier cosa; total, siempre habrá algún trabajador a quien echarle la culpa en caso de suceder algo. A lo sumo, se sanciona al responsable de la labor, sin importar que esté recargado de tareas o alejado de su puesto por cumplir la multifunción.


Por eso decimos que se debe terminar con esta política nefasta de obtener ganancias a costa de la seguridad y la salud de los trabajadores.


• Que se cubran todos los puestos de trabajo; basta de puestos libres. Ante la notoria falta de personal, que se tomen nuevos operadores ya que, en este momento, lo que sobra es oferta de mano de obra. ¡Que se repartan las horas de trabajo! Reducción de la jornada, sin afectar el salario: por la naturaleza y la insalubridad de nuestra labor, una jornada de seis horas de trabajo es suficiente. De esta forma, se crearía un turno más, con operarios descansados, en condiciones de rendir mejor.


• Eliminación de la multifunción: si es necesario personal de mantenimiento por turnos, que se pueda contar con personal capacitado e idóneo.


• Salario mínimo igual a la canasta familiar; en este momento la misma, según los organismos oficiales, es de 1.200 pesos.


• Reparación efectiva de las instalaciones: ante los diferentes pedidos que solicitamos, nos encontramos siempre con la falta de presupuestos y queremos que esto no vuelva a suceder pues está en juego nuestra seguridad.


• Si esto puede parecer de difícil concreción, pensemos que lo descabellado es suponer que con instalaciones deficientes y personal superexplotado se puede garantizar la seguridad de una refinería de petróleo. Hay sólo que recordar que los millones de dólares que anualmente son enviados al exterior son los que se restan de nuestra seguridad y el bienestar de nuestras familias y la comunidad.