El pasado 12 de octubre se reunió la mesa de negociación salarial en la que participan el gobierno y los sindicatos docentes de la Ciudad. Más allá del “aumento” acordado para octubre (de un 8% frente a una inflación que está en el 12% y subiendo), lo más grave es que se implementó un cambio en la composición del salario a partir de noviembre. Con el argumento de avanzar en un blanqueo y una recomposición de la escala por antigüedad, el gobierno acordó con las burocracias sindicales un presentismo recargado. Solo Ademys rechazó el acta.

¿Un paso adelante?

El comunicado oficial de UTE-Ctera presenta el acta como “un paso adelante” y plantea: “A partir del mes de noviembre, y como avance del último acta de mesa salarial, comenzará un proceso paulatino de mejora en la remuneración docente en pos de desachatar la escala salarial y un proceso de disminución de la parte no remunerativa de nuestro salario”.

Veamos en qué consiste exactamente esta “mejora”. Primero, ¿qué significa y por qué se produce el achatamiento de la escala? El estatuto docente establece que un docente con 10 años de antigüedad debería cobrar un 60% más que el que recién se inicia, y un docente con 22 años de antigüedad un 120% más. Hoy, el que tiene 10 años cobra igual que el que recién inicia y el de máxima antigüedad apenas un 19,6% más. ¿Por qué? Porque el sueldo básico es hoy la quinta parte del salario inicial que se conforma sumándole otros 7 ítems de distinto carácter. De estos ítems que se fueron incorporando justamente para no aumentar el básico, solo uno (Decreto 483) computa para la antigüedad. En total, solo la tercera parte del salario inicial se toma en cuenta para la antigüedad. Además, la forma en la que se fija el salario mínimo establece que hasta no superar ese valor la antigüedad no suma, sino que se descuenta del llamado Complemento Mínimo Garantizado.

¿Qué cambia con el acta de octubre? Lo que acordaron el gobierno y las burocracias sindicales es congelar en noviembre todos los ítems salvo el Decreto 483, que aumenta un 16% y se incorpora al cálculo del presentismo. Esto aumenta de un 33 a un 35% la fracción del salario que cuenta para la antigüedad y significa que la diferencia entre el docente que se inicia y el de máxima antigüedad pasa de 19,6 a 26,6%. Claro que a costa de congelar (o sea devaluar) el salario inicial. Además, que el aumento sea sobre el Decreto 483 y no sobre el básico significa que no se percibe por encima de los dos cargos (o de la hora 38), realidad tristemente extendida como resultado de la miseria salarial.

En definitiva, el acta establece para noviembre un salario congelado para las antigüedades más bajas y un aumento del 4-5% para quienes tiene más antigüedad. El “proceso paulatino de mejora” es rebaja salarial para todos.

Reforma laboral en marcha

En cualquier caso, lo más grave del acta es lo que la dirección de UTE prefiere callar. Es que, al incorporar el Decreto 483 al pago del presentismo, se duplica el peso del presentismo en el salario total. Concretamente, una maestra jornada completa con hasta 9 años de antigüedad, si no se toma ninguna licencia, va a cobrar $530 mil este mes y lo mismo el que viene. Pero si pierde el presentismo porque se enferma (o porque se enferma su hijo o lo que fuera), va a cobrar $518 mil en octubre y $508 mil en noviembre. O sea, se duplica el peso del presentismo… ¡sobre el mismo salario! Se pone así crudamente de manifiesto que el presentismo no es ningún “premio”, sino un mecanismo perverso para atacar los derechos estatuarios de la docencia.

La burocracia celeste no dice una palabra sobre esto, pero festeja que “en el acta figure un punto que dice que se llamará en breve a una mesa laboral” para discutir cuándo se descuenta el presentismo. En realidad, el acta dice que “los sindicatos solicitan una mesa de condiciones laborales”, o sea que no se establece ningún compromiso de parte del gobierno.

No podemos esperar

En realidad, no hay nada de lo que sorprenderse. Los principales candidatos, desde Jorge Macri y Javier Milei hasta Santoro-Massa, hicieron campaña por la “esencialidad” de la educación, lo que no es otra cosa que la limitación del derecho a la huelga y a las licencias conquistadas. En esta línea, el gobierno de la Ciudad viene de imponer el bono semestral para quienes no usaron licencias ni hicieron paro.

Más allá de los resultados de las elecciones, las y los docentes tenemos que impulsar desde ahora el debate y la organización en cada escuela para enfrentar la reforma laboral que ya está en curso.

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