Sindicales

10/4/2022

CÓRDOBA

Docentes universitarios: importante elección de la lista Fucsia y Blanca

Un punto de apoyo para defender el salario, el CCT y la Daspu. 

Juan Balussi y Cecilia Carrizo encabezaron la lista Fucsia y Blanca

El pasado 7 de abril se realizaron las elecciones para renovar la Junta Ejecutiva en el sindicato de docentes universitarios de la Universidad Nacional de Córdoba, Adiuc (Asociación de Docentes Universitarios e Investigadores de Córdoba). La lista Fucsia y Blanca, integrada por el Frente Docentes en Lucha y el activismo independiente, se presentó como la única oposición a la oficialista Lista Naranja y obtuvo el 18,2% de los votos, consagrando un vocal titular, un vocal suplante y un delegado congresal.

Las elecciones de junta se desarrollaron simultáneamente con las elecciones de delegados en cada unidad académica, donde ingresaron delegados combativos en Ingeniería y Ciencias de la Comunicación, ambas delegaturas encarnadas por dos de los principales candidatos de la lista Fucsia y Blanca.

Los resultados de la lista opositora dan cuenta de una reorganización del activismo en torno a un programa de defensa de la docencia universitaria y preuniversitaria, luego de dos años de pandemia y virtualización forzosa. Este elemento es central, puesto que la pandemia fue utilizada por las autoridades universitarias y la burocracia del gremio para imprimirle una derrota a la docencia universitaria y preuniversitaria, recurriendo para ello al método del ataque y la regimentación del activismo.

No se trata de un mecanismo novedoso, desde que asumió la conducción naranja se dio una política para aislar y desarmar las asambleas, apuntando todos los cañones contra el sector más activo de la docencia concentrada en la escuela preuniversitaria del Manuel Belgrano, echando mano para ello de la dirección de la escuela y el propio Rectorado.

Nuestra campaña y la de ellos

En este cuadro, motorizada por el ajuste salarial, el avance de la precarización y la degradación de las condiciones laborales y académicas en general, la lista Fucsia y Blanca se levantó como un punto de referencia para impulsar la lucha sobre la base de la independencia política de las autoridades decanales y el rectorado.

La propia composición de la lista dio cuenta de ello. No solo estuvo encabezada por reconocidos referentes del activismo universitario y la lucha ambiental, sino que se conformó con candidatos de más de 12 unidades académicas con destacados docentes e investigadores de diversas unidades académicas.

Esto se vio reflejado en una campaña militante y que tuvo a sus candidatos recorriendo las unidades académicas, llevando la propuesta por cada cátedra y departamento de la UNC, promoviendo encuentros y reuniones. Fue, sin dudas, una de las principales fortalezas de la lista, cuyos resultados muestran una inserción en numerosas unidades académicas, lo que abre paso a consolidar núcleos de activistas que impulsen la organización y la lucha, sobre la base de la deliberación y las asambleas.

Opuesto por el vértice, la campaña de la oficialista Lista Naranja fue sostenida desde las camarillas de Vamos (kirchnerismo universitario). Da cuenta de ello la candidatura a Junta Ejecutiva de Alberto León, candidato a rector de la UNC por uno de los espacios K; y la del propio Pablo Carro, actual diputado por el kirchnerismo y miembro de CTA. Su propia integración buscó perpetuar una conducción que desde sus inicios disciplinó al gremio a las alianzas políticas que se tejen entre los decanatos y el rectorado de Hugo Juri. Esta política encontró su punto más álgido en la traición de la huelga universitaria de 2018.

La subordinación del gremio a las camarillas se profundizó en esta última elección, que estuvieron surcadas por las negociaciones de las camarillas de cara a la elección de Rector, a realizarse en el mes de junio. No se trata de un elemento menor. Todas las camarillas universitarias se jugaron a preservar una conducción que mantenga a la docencia disciplinada, como elemento de contención clave para avanzar en el ajuste fiscal que exige el FMI. En este punto, el activo rol de los funcionarios de diferentes decanatos en la campaña de la lista oficial, fue esclarecedor.

Así las cosas, la Lista Naranja no solo contaba con el respaldo activo de los decanatos de Vamos (kirchnerismo universitario), sino con la venia del radicalismo. Todas las camarillas universitarias se jugaron a preservar una conducción que mantenga a la docencia disciplinada, como elemento de contención clave para avanzar en el ajuste fiscal que exige el FMI. En este punto, el activo rol de los funcionarios de diferentes decanatos en la campaña de la lista oficial fue esclarecedor.

Esta integración explica que después de cinco años de mandato, habiendo incrementado el padrón en un 20%, pandemia mediante, la elección de la lista oficialista no significara un avance relativo. No solo se redujo la participación en la elección de Junta Ejecutiva, sino que la desmovilización incluso alcanzó a las elecciones de delegados, habiendo unidades académicas donde siquiera se lograron postular todos los candidatos, lo que debe leerse como otra expresión del descontento de una gran porción de la docencia con el accionar del gremio digitado desde arriba.

Un punto de apoyo para enfrentar el ajuste

A la luz de estos acontecimientos, el despliegue organizativo, militante y electoral de la Lista Fucsia y Blanca cobra relevancia, abriéndose paso como el único curso de independencia política frente a las alianzas de las diversas camarillas que se disputan la caja de la universidad.

La elección en el Adiuc no solo permitió ingresar con cargos a la Junta Ejecutiva que serán un puntal para la lucha, sino que dejó un agrupamiento del activismo con una red de militancia que se extiende desde los colegios preuniversitarios hasta Ciudad Universitaria.

Consolidar y fortalecer ese agrupamiento, promoviendo la deliberación y las asambleas en las unidades académicas, es el camino para enfrentar el ajuste que se viene y que tienen en su mira a la docencia en general y a la educación universitaria en particular. Un desafío clave es el de reconstituir la asambleas del activismo preuniversitario, que ha sido el motor de las últimas grandes huelgas universitarias.

Solo así podremos revertir la pérdida del poder adquisitivo que desde 2015 acumula un 32%, y se verá agravado tras el último acuerdo salarial. Solo así pondremos un freno a los crecientes niveles de precarización de nuestras tareas, que mantiene a docentes e investigadores interinos con más de 15 años de trabajo. Solo así podremos recuperar nuestra obra social (Daspu), que hoy atraviesa una de las mayores crisis financieras y políticas de su historia.

Sin ataduras con las autoridades nacionales, rectorales y decanales, el resultado obtenido por la Lista Fucsia y Blanca es un punto de apoyo para potenciar un frente único de lucha que organice la lucha la defensa del salario, el CCT y la Daspu.