Sindicales

30/5/2019

Docentes universitarios: Una paritaria contradictoria

La paritaria que acaban de suscribir la totalidad de las federaciones de docentes universitarios del país es la expresión de todas las contradicciones desarrolladas en los últimos años. 


Resulta imposible analizar los límites de la misma sin denunciar el rol de la burocracia sindical. Las direcciones kirchneristas de la Conadu y pejotistas de la Fedun han sido una losa para el conjunto de los reclamos a lo largo de todo el gobierno de Macri, llegando hace apenas dos meses a firmar las actualizaciones salariales de la paritaria pasada aceptando más de 10 puntos de diferencia salarial con respecto a la inflación oficial, con el agravante de volver a introducir en el salario sumas no remunerativas y no bonificables, " en negro", algo que no ocurría desde el 2005 cuando con dos meses de huelga los docentes lograron el blanqueo total del sueldo.


Este año, a diferencia del pasado, la novedad fue que la nueva dirección de la Conadu Histórica (PCR y la Lista Verde de la CTA de Hugo “Cachorro” Godoy) se acopló a la orientación de negociar la paritaria sin un plan de lucha sostenido, impidiendo así superar la desmovilización de las federaciones burocráticas, lo que impidió que la docencia pueda expresar su bronca a través de la movilización. Recordemos que el año pasado, cuando se dio la lucha histórica más grande de la historia de la universidad, la Conadu H  puso de pie al movimiento contra la parálisis de la Conadu y Fedun, que no acompañaron los paros que se extendieron por 6 semanas, y que firmaron la paritaria en el momento en el que el movimiento estudiantil se sumaba masivamente a la pelea luego de la gigantesca marcha a Plaza de Mayo.


La estrategia de las direcciones kirchneristas consistió en todo el período en decir que lo importante es votar bien en las próximas elecciones nacionales, dándole la espalda al conjunto de los reclamos acuciantes. La lucha del año pasado puso de manifiesto que existían sobradas energías para batallar contra el gobierno, los rectores y los planes del FMI, algo que el accionar de la burocracia fue debilitando. Es la estela de esa lucha, y el miedo a un nuevo estallido, lo que explica en parte que el gobierno ofrezca para esta paritaria cuestiones muy sensibles para los trabajadores que hasta el momento se negaba incluso a reconocer.


Los límites de la lucha


Resulta imposible establecer la capacidad de movilización de los docentes universitarios este año, hasta dónde daba un movimiento que mostró dificultades  para reaccionar. Sin duda, la entrega de la paritaria del año pasado significó un fuerte golpe para miles de docentes que habían hecho su primer experiencia de lucha llevando adelante una huelga y movilización histórica. Al mismo tiempo, debe atribuirse a la falta de iniciativa, o el boicot directo de las burocracias sindicales, que impulsaron (en el mejor de los casos) medidas aisladas, el nivel de participación.


La debilidad de las medidas de fuerza de este año, no obstante, contrastan con la movilización extraordinaria del año pasado, que pone de manifiesto que de haber existido un plan de lucha organizado, discutido e impulsado a nivel nacional otra podría haber sido la realidad del movimiento. Este hecho responsabiliza de manera directa a la burocracia sindical como la única responsable en los límites de la lucha de este año.


La pérdida del poder adquisitivo


Desde hace años, la inflación permanente en nuestro país implica un retroceso constante del poder adquisitivo de los trabajadores. Esto no es un problema exclusivo de la docencia, sino una realidad del conjunto del movimiento obrero, y por lo tanto responsabilidad de las centrales sindicales nacionales (la CGT y las CTA). Resulta que en la medida en que la inflación es mensual y los salarios son en cuotas, uno siempre marcha por detrás de los aumentos, perdiendo mes a mes poder adquisitivo y recuperando parte del mismo cuando el recorte ya fue consumado. Este año, por primera vez, el gobierno aceptó firmar dos cláusulas gatillos, además de un aumento en cuotas del 16%, muy por detrás de la inflación. La experiencia del año pasado (con un aumento por arriba del 40%) y de los anteriores donde se firmaron cifras de las más altas del movimiento obrero ponen de manifiesto que en contextos de tanta volatilidad política y económica, la cláusula gatillo es la herramienta central para no perder (al menos al cierre de los convenios) frente a la disparada de precios. La lucha por la actualización automática en contextos más breves de tiempo es la tarea a realizar, para que las consecuencias de las crisis no la paguemos los trabajadores. La firma de esta paritaria marca un precedente para que las próximas incorporen esta cláusula como base de cualquier negociación.


El blanqueo del salario


Los docentes universitarios somos los únicos en la docencia de todos los niveles que hasta la paritaria pasada teníamos nuestro salario integralmente en blanco. Una conquista que demandó una huelga de dos meses en 2005. El salario en blanco impacta en una jubilación atada a los salarios actuales, en un mayor financiamiento de las obras sociales, mayor antigüedad, mayor plus por zona desfavorable o títulos, en fin, en una cantidad de derechos esenciales. De aquí la denuncia a la burocracia sindical por la firma del año pasado liquidando esta conquista. Se trata de una reivindicación inclaudicable. Por este motivo es que el blanqueo integral del salario firmado en esta paritaria es un logro frente  a la burocracia que lo entregó hace apenas dos meses. Fue la gran campaña de la docencia y los sindicatos que rechazaron esta cuestión la que volvió a conquistar este derecho, que de ninguna manera puede ser atribuido a quienes son capaces de entregarlo sin mayores consideraciones. Por esta razón, la firma de esta paritaria es parte de una batalla por esta clarificación política ante el conjunto de la docencia.


El trabajo remunerado


A pesar de no ser común en el conjunto del país, existen en la actualidad miles de trabajadores universitarios en condición de ad honorem, es decir, que trabajan gratis (o mejor dicho pagan por trabajar, porque tienen que financiarse viáticos, materiales pedagógicos, etc.). Luego de más de una década donde las autoridades universitarias y la burocracia sindical desconocían el hecho (en los gremios Feduba y Aduba de la UBA, por ejemplo, estos compañeros ni siquiera tenían derecho a afiliarse), esta paritaria vuelve a poner en el escenario este problema, en primer lugar reconociéndolo, y en segundo lugar otorgando, a diferencia del año pasado (que además no se implementó), una partida presupuestaria que permitiría avanzar en el blanqueo proporcional de unas mil dedicaciones simples sin antigüedad (o lo que proporcionalmente a esto representen otro tipo de designaciones). Se trata de algo insuficiente, pero que abre toda una perspectiva para el movimiento, siendo además un aliciente en el cuadro general de despidos y suspensiones que enfrenta el conjunto de nuestra clase obrera, la conquista de un salario para cientos de afectados. Una conquista, únicamente defendida por la organización de los afectados y por los sindicatos independientes de las autoridades universitarias, que permite profundizar la creciente organización de comisiones de afectados y poner en manos de los mismos el empadronamiento y la selección de criterios para la distribución de lo conquistado.


Una firma crítica, contra la burocracia, el gobierno y los rectores


La firma crítica de una paritaria insuficiente permite poner en manos de los afectados lo que la burocracia pretende expropiar. El blanqueo del salario, el salario para los ad honorem, las cláusulas gatillo, son conquistas que no pueden ser atribuidas a la burocracia, que pretendía en esta ocasión lavarse la cara ante la entrega del año pasado, luego de desarrollar toda una estrategia de desorganización y tregua. La contrapropuesta elevada al ministerio y al gobierno por la Conadu H como exigencia de varias de sus asociaciones de base es todo un programa de delimitación que sirve para organizar la lucha en cada lugar de trabajo.


Los sectores docentes que batallan con independencia de  gobiernos y rectores ajustadores deben organizar reuniones y asambleas en cada lugar de trabajo, entre docentes afiliados o no a cualquiera de las federaciones nacionales, no sólo para hacer un balance de la paritaria,  sino fundamentalmente para defender con la movilización lo firmado y para ir por lo que resta, en la perspectiva más general de un gran congreso de delegados con mandatos de base del conjunto de la docencia universitaria, de todas las federaciones,  que permita debatir y organizar de conjunto las próximas  medidas de lucha por el total de los reclamos  y por la defensa de la universidad estatal pública gratuita y laica, y  junto al  movimiento obrero, apostar a una salida de conjunto de los trabajadores con un programa propio frente a la crisis, haciéndole pagar sus consecuencias a los capitalistas que la generaron.