Sindicales
29/8/2001|719
El acuerdo Yasky-Ruckauf es una traición
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Segán La Razón del lunes 27, Ruckauf y Suteba estuvieron negociando todo el fin de semana pasado para levantar la huelga general indefinida de los docentes bonaerenses. El gobierno, de acuerdo al diario, prometía garantizar los fondos para los comedores y las becas, mantener el estatuto docente y pagar los salarios sin recorte, pero salvaguardando los patacones. En realidad, el supuesto acuerdo mantiene los recortes y solamente admite “una revisión de la emergencia”, lo que significa poner a consideración algunos problemas específicos. Pero cuando la tropa de Yasky estaba a punto de dar el sí, los hombres de Ruckauf pretendieron insertar una cláusula de “paz social”, lo que demoró la firma, que, todo indica, tendrá lugar el jueves.
Tiene sentido esta información? Sí, en gran parte la tiene. Ruckauf está dispuesto a prometer el oro y el moro para que se levante la huelga docente, porque teme que ésta empalme en poco tiempo más con la de los municipales, los recolectores de residuos privados que trabajan para los municipios y hasta la propia Policía, además de los estatales que ya cumplen paros semanales. Lo que no podrá es cumplir con lo que prometa, por eso quiere “el compromiso gremial de no hacer más protestas hasta fin de año”, o sea, llegar a la desmovilización veraniega.
¿Yasky y compañía no saben esto?
Desde que se largó el “déficit cero” se supo que su cumplimiento iba a entrañar reducciones cada vez mayores de los salarios y que las rebajas se extenderían a todas las provincias a partir del incumplimiento, por parte del Estado nacional, de la coparticipación federal de impuestos. Ahora, el propio Banco Provincia revela (Página/12, 27/8) “que para mantener el déficit cero, el gobierno debería aplicar a salarios y jubilaciones recortes que van del 38 al 50 por ciento, a menos que se extienda la poda a áreas aún no alcanzadas como las transferencias a las provincias, el incentivo docente o la totalidad de los gastos universitarios”. Cavallo, concretamente, ya anunció que el incentivo no sería incluido en el presupuesto del 2002, y aunque Delich dijo que su ministerio lo mantuvo, es claro que el incentivo no estará en la versión unificada que se envíe al Congreso.
Es decir, que no existe tal cosa como “mantengo el ajuste, pero no se lo aplico a los maestros”. Ruckauf emitió 90 millones de pesos en patacones, pero está autorizado a un tope de 450 millones. Los salarios se pagarán, en una proporción creciente, en estos papeles desnaturalizados. Lo mismo vale para los comedores y para el sistema de salud. Aceptar el planteo de Ruckauf es llevar a la docencia a una nueva derrota, como ocurriera en 1988.
La salida no es levantar la huelga sino que sea nacional; el gobierno provincializó la educación, pero Ctera es la expresión nacional de los maestros y profesores. Por otro lado, los docentes, los empleados administrativos, los municipales y los profesores universitarios deberían impulsar una huelga indefinida ánica, con comités de huelga conjuntos en todos los distritos. Esta es la vía para la victoria; lo otro es sapo. Que se derogue el ajuste y se pague en pesos.