Sindicales
26/1/1995|437
El Banco Nación paró
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El lunes 10, los cajeros de la Casa Central del Banco Nación pararon como un solo hombre. Reclamaban la libertad de tres compañeros detenidos bajo la acusación de robo y la implementación de normas elementales de seguridad para el sector. El paro, que se resolvió por asamblea, fue tan sólido que no pudieron quebrarlo las presiones de la dirección, ni el intento de que cajeros de otras sucursales carnerearan la medida.
Al cajero, un activista del banco, de izquierda y candidato de la Lista antizanolista en las recientes elecciones gremiales, le endilgaron la desaparición de 100.000 pesos. La policía se llevó al compañero, al jefe del sector y a otra compañera, vinculada personalmente al cajero.
Pero resulta que la cuestión de seguridad en el Nación es un verdadero escándalo, como lo revelan los permanentes ilícitos cometidos a la luz del día y en las circunstancias más obvias. Según trascendidos de medios judiciales, en el Banco funciona una “mafia” de altos funcionarios. Los trabajadores —que son los chivos expiatorios— viene reclamando desde hace tres años, en presentaciones gremiales y por medio de petitorios, condiciones de seguridad elementales. Que impidan que cualquier desconocido acceda a sectores críticos, como ocurre actualmente, poniendo en juego la responsabilidad de los empleados que manejan valores. Este “caos” favorece a los sectores que tienen en mira la privatización del Nación.
Los cajeros resolvieron levantar el paro sobre la base de la firma de un acta donde la patronal se compromete a no sancionar a los acusados hasta no obtenerse resultados del sumario y a comenzar a implementar las medidas de seguridad reclamadas. Fue considerado un triunfo de la lucha.
Cuando el compañero fue liberado, cuarenta y ocho horas después, una asamblea eufórica de los cajeros festejó el triunfo. La Comisión Interna (zanolista), en cambio, levantó el plenario de delegados convocado a pesar de que la patronal confirmó los cargos administrativos contra el cajero e intentó trasladar a la compañera, liberada sin ningún cargo.