Sindicales
7/11/1996|518
El Congreso del CTA
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El Congreso del CTA cerró sus deliberaciones soslayando, desde el discurso inicial de Víctor De Gennaro, toda referencia al tema de la “nueva estrategia política”, que había sido el eje central que habían anunciado los convocantes. El objetivo estratégico planteado en el documento central de convocatoria y repetido en las resoluciones de varios encuentros previos, de “construir coaliciones electorales capaces de expresar intereses sociales consonantes con una estrategia de transformación y profundizaron democrática… para restituir los equilibrios sociales”, pretendía insertar al CTA en una coalición electoral opositora para los comicios del 97, con la UCR y el Frepaso.
El silencio sobre las definiciones estratégicas que se consideraban claves hasta horas antes del Congreso, obedece a dos razones. El ascenso popular, que se materializó en los paros generales, ha creado una tendencia popular que reclama la continuidad de la lucha y rechaza subordinarla a las elecciones parlamentarias. Esta tendencia se expresó incluso en la propia de liberación del CTA.
Pero el otro factor es que, desde que la dirección del CTA alumbró el planteo de la “coalición electoral”, la crisis política modificó algunas cosas. De un lado, la crisis de poder ha obligado a la UCR y al Frepaso a discutir alternativas más ‘urgentes’, dada la rápida descomposición del gobierno. Es así como se menciona un Pacto de Olivos II, el ministro coordinador y un gobierno de coalición, lo que deja momentáneamente de lado las elecciones del 97. También Duhalde se ha visto forzado a elaborar a los apuros una 4imagen opositora’ y a buscar atraer hacia su bloque a toda clase de dirigentes sindicales, incluso a algunos del CTA. La aparición de tres ‘alternativas’ opositoras y de sus respectivas ‘sub-alternativas’ ha dejado congelada la formación de la ‘coalición electoral’ y aún existe la posibilidad de que los ‘opositores* se dividan más que los oficialistas.
La estrategia de la “coalición electoral” de la dirección del CTA se ha transformado en victima rápida del maniobrerismo típico de los partidos patronales. Por eso, el tema de la ‘coalición electoral’, fue sustituido en el Congreso por la poli- tica más anodina de formar ‘multisectoriales’ y el frente ‘social’, con representantes políticos y ‘sociales’ de las patronales para juntar firmas que impulsen “iniciativas populares” en el parlamento. A través de las políticas ‘multisectoriales’, la dirección del CTA ha conservado en hibernación la posibilidad de que sus dirigentes puedan introducirse el año que viene en las ‘coaliciones electorales’ con los partidos del sistema. Ante la dificultad de concretar abiertamente su política, ha creado una Aduana Paralela.
En esta línea, Víctor De Gennaro intervino especialmente para oponerse en forma tajante al reclamo de un inmediato paro general de 48 horas y a un plan de lucha hasta lograr el retiro de los proyectos antiobreros que hoy están en el Congreso.
No al paro de 48 horas
En varias comisiones habían prosperado mandatos pidiendo el pronunciamiento del Congreso y del CTA por el paro de 48 horas y su exigencia a la CGT (ver notas), a pesar de bloqueos que pusieron los “coordinadores” designados para cada comisión. En uno de los momentos claves del Congreso, cuando el miembro informante de una de las comisiones leyó al plenario la resolución por el paro de 48 horas, hubo una ovación generalizada. Víctor De Gennaro impugnó el reclamo planteando que “nosotros no le reclamamos nada a la CGT ‘empresarial’, sólo podemos reclamarnos a nosotros mismos” y denunció, sin posibilidad de réplica, que quienes planteaban tal reclamo “querían llevarnos a la CGT traidora y que en tal caso, se vayan a la otra central”. Si esto es verdad, ¿qué decir del propio De Gennaro cuando simplemente se sumó a los paros de la CGT ‘empresarial’, sin abrir ninguna perspectiva a esas huelgas generales?
Este debate tuvo, sin embargo, su ‘revancha’, cuando la última comisión que informó en la plenaria (Derechos Humanos), volvió a plantear el reclamo de un “plan de lucha que incluya un inmediato paro de 48 horas” y la ovación volvió a ganar el estadio. No fueron éstas las únicas manifestaciones de la pugna entre las tendencias a una intervención de lucha e independiente y la propia mesa. Un momento crítico se vivió al momento de llevar las conclusiones de la Comisión de Educación, en la que un bloque significativo (impulsado por TRIBUNA DOCENTE y compañeros de la Lista Azul Celeste de ATEN- Neuquén) planteó la “derogación de la Ley Federal de Educación”, rechazando el planteo de congresales alineados con la dirección de CTERA, que pedían la “suspensión de la ley hasta su derogación y un debate nacional sobre propuestas alternativas”. Al momento de votar en la plenaria, un tercio de los congresales lo hizo por la derogación.
Uno de los momentos más difíciles para la conducción del CTA fue cuando informó, por la Comisión de Industria, un miembro del Centro Minero de San Juan. El despacho planteó la “defensa de la industria nacional a niveles estratégicos y regionales”, el “fomento estatal de la pequeña y mediana empresa”, una “política arancelaria que privilegie el valor agregado”, etcétera Un silencio cubrió gran parte del estadio y, al momento de la votación, De Gennaro debió reconocer que se aprobaba sólo por ‘mayoría’’. Viniendo de un Centro Minero de Cuyo, aledaño a las explotaciones mineras de los grandes pulpos internacionales en Catamarca y Mendoza, el planteo de “defensa estratégica regional” plantea más de una interpretación.
En las resoluciones finales, la dirección del CTA dio especial relevancia a la que cambia el nombre de “Congreso” por “Central de Trabajadores Argentinos”. La dirección ceteísta ha resuelto autoproclamarse como Central, ignorando la necesidad de superar a la ‘otra’ central, o sea, echar a su burocracia y convertir a los sindicatos en organizaciones de lucha: a este fin serviría también presionar por todos los medios a la CGT para continuar la lucha emprendida, con un paro inmediato de 48 horas. Defendemos incondicionalmente el derecho del CTA a actuar como una central independiente y a que el Estado la reconozca legal y administrativamente como tal; otra cosa es que se autoproclame como ‘alternativa’ en función de posturas ideológicas, ignorando la necesidad de expulsar a la burocracia de los sindicatos.