Sindicales
25/4/1996|491
El convenio Fiat-Smata contra el Smata
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Las patronales de la industria automotriz se han valido del Clarín del domingo pasado (14/4) para declararles la guerra a los trabajadores del Smata. Era previsible: sólo un ciego incurable podía dejar de ver que el convenio que la burocracia de José Rodríguez firmó con Fiat (y más de un año antes con General Motors) se aplicaría al conjunto de la industria automotriz.
El convenio Fiat reduce los salarios en un 40%, descalifica a los trabajadores a la condición de ‘aprendiz’ y, entre otras cosas, liquida la jornada de ocho horas, la estabilidad laboral y el régimen de vacaciones. Junto con la jubilación privada y la modificación de la ley de accidentes de trabajo, constituye una descomunal confiscación de los trabajadores a manos de los capitalistas.
Horacio Losovitz, el patrón de la Asociación de Fabricantes fue muy claro: “Aspiramos a que todas las empresas lleguen a la flexibilización lograda por Fiat”. En marzo de 1997 vencen los distintos convenios de las fábricas automotrices, por eso Clarín informa que las empresas van a “desplegar un intenso ‘lobby’ hacia mediados de año”.
Rodolfo Ceretti, de Ford, “consideró que Smata... tiene que entender que las condiciones pactadas con Fiat tienen que llegar a las demás empresas”. En cuanto a Volkswagen, su gerente, Juan Kramer, dijo que para julio o agosto quiere “introducir elementos claves como la polifuncionalidad y la flexibilidad horaria”. La reducción de los salarios la dejarían para la renegociación del convenio.
Pero incluso la UOM, que oficialmente declara no estar de acuerdo con las reducciones salariales previstas en el convenio Fiat, deberá enfrentar la amenaza que lanzó Jorge Aguado, director de Sevel: “Si los costos no bajan”, dijo el ex gobernador de la dictadura, “los trabajadores van a perder en definitiva la fuente de trabajo”.
Cuando firmó, en 1994, el acuerdo con General Motors, José Rodríguez justificó la aceptación de la ‘flexibilidad’ laboral y la reducción de salarios que allí se establecía, con el argumento de que servía para incentivar la creación de nuevos puestos de trabajo, pero que en ningún caso ello afectaría a los trabajadores de las empresas ya establecidas. Impulsó incluso una movilización de los mecánicos para protestar contra el intento del gobierno de dictar una ley de empleo que imponía la ‘flexibilización’ a los trabajadores con antigüedad. Jorge Campbelloni, de la regional Córdoba del Smata, esgrimió la misma excusa con el convenio Fiat. Ahora les ha llegado el momento de la verdad, porque las patronales ya han dispuesto una ofensiva conjunta para extender ese convenio a toda la industria.
La declaración de guerra, que en forma pública y simultánea han lanzado las patronales automotrices, justifica ampliamente que se reclame al Smata un congreso de delegados de todas las fábricas, con realización de asambleas generales en cada una de ellas, para que los trabajadores den una respuesta de conjunto. La directiva de Rodríguez no ha abierto la boca ante el planteo patronal, quizá por aquello de que quien calla, otorga.
A partir de un congreso de delegados con mandato de asambleas será posible realizar la unidad con la UOM contra el convenio Fiat, superando en la lucha común la división destructiva de sus burocracias.
La lucha por acabar con este convenio negrero debe ser la bandera común del movimiento obrero, porque la tentativa de aplicarlo se extiende a ramas tan diversas como el transporte colectivo o la administración pública. Al convenio negrero opongamos la reivindicación de la convocatoria de paritarias y la discusión de convenios por industria que tengan por base el salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, la defensa inconmovible de la jornada de ocho horas, la estabilidad laboral y, contra los despidos, el reparto de las horas de trabajo.