Sindicales

20/3/2014|1306

El encuentro que ignoró al Frente de Izquierda

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 El encuentro de Atlanta empezó con un gol en contra desde el vestuario: sus protagonistas hicieron gala de su ausencia en la enorme jornada de lucha de la CTA. Un bloque político sin programa ni respaldo. Un encuentro sindical debía tener por base la claridad, hacer todo por la unidad de acción y nada por la confusión política contra el Frente de Izquierda.

El PTS se apuró en las redes sociales, como es su hábito, a decretar que el éxito supuesto del encuentro que tuvo lugar en Atlanta señalaba el fracaso del PO. No hay manera mejor de describir que los ausentes eran los verdaderos presentes. Si lo del “éxito” fuera cierto se estaría celebrando algo completamente negativo: la emergencia de un bloque político sin programa ni respaldo, contrario al Frente de Izquierda, el cual ganó cerca de un millón y medio de votos de los trabajadores. El encuentro no tenía posibilidades de éxito, porque los términos mismos de su convocatoria representan un fracaso para el desarrollo de la independencia política de la clase obrera.

El susodicho encuentro empezó, sin embargo, con un gol en contra desde el vestuario, porque sus principales protagonistas hicieron gala de su ausencia en la enorme jornada de movilización, 72 horas antes, que congregó 20 mil personas en Plaza de Mayo, abrumadoramente de organizaciones obreras, contra el problema principal del movimiento obrero, el ajuste, y en solidaridad con la huelga general de los docentes. Fue una acción política a favor de la huelga general, no un verso, por la victoria de las huelgas docentes, junto a sindicatos y seccional del movimiento obrero -no de agrupamientos paralelos. De manera que un encuentro que tuvo por único propósito, declarado de cabo a rabo, “coordinar las luchas”, debutó des-coordinado de semejante jornada nacional. Los encuentros del sindicalismo combativo docente que impulsaron la huelga general, reunidos en AGD y en Sociales, estuvieron muy por delante de Atlanta. La invitación a concurrir al encuentro de Atlanta fue ignorada o rechazada en la mayoría de las actividades sindicales. Este fracaso en provocar un interés por el propósito de crear un bloque político en el movimiento sindical, por un lado de características auto proclamatorias, por el otro en oposición al bloque político que representa el Frente de Izquierda, no puede ser disimulado por una reunión que no superó las dos mil personas, a pesar de los ómnibus fletados desde los extremos del país.

El encuentro no votó documento político, simplemente porque no hubiera podido hacerlo sin exponer las diferencias descomunales entre sus convocantes; sus comisiones carecieron de temario. ¡El encuentro logró la proeza de ignorar al Frente de Izquierda, a pesar de que la mayoría de la concurrencia milita en el Frente de Izquierda y de que el Frente de Izquierda conquistó a centenares de miles de seguidores! En una etapa de derrumbe del kirchnerismo, de un plan de guerra contra los trabajadores, de agudización de la lucha de clases, de atomización de la burocracia sindical, los activistas que fueron al encuentro, volvieron a sus lugares como llegaron.

En el encuentro, en cambio, se escucharon bravatas del tipo ‘haremos el plan de lucha si Moyano no lo hace’, lo que revela una tendencia al petardismo sindical, o sea a las acciones ‘ejemplares’ minoritarias. No ha habido una denuncia política categórica de la burocracia sindical y de sus alianzas políticas, además del gobierno, con el espectro de derecha de los partidos patronales. En estos términos, la única resolución votada, que ‘exige’ a la CGT y a la CTA un “paro general”, o sea una medida aislada, equivale a la vieja consigna de “que la burocracia se ponga a la cabeza” -o sea al seguidismo. El encuentro de Atlanta habría debido ser la ocasión para confrontar políticamente con la burocracia sindical, pero ¿cómo hacerlo sin poder representar una posición política propia, que hasta ahora sólo desarrolló el Frente de Izquierda en la pugna con los partidos patronales y en su Manifiesto Político? La experiencia concreta de la huelga docente, se desarrolla con vigor en las bases, a pesar de la feroz campaña política en su contra, precisamente por lo advertida que están esas bases respecto a la burocracia sindical.

El encuentro no votó una política frente a las elecciones próximas de la CTA (ver nota en esta edición), es decir que cedió un terreno decisivo para el desarrollo del clasismo. Con el conocimiento que tenemos de las tendencias presentes en el encuentro, presentimos que los autoproclamatorios quieren evitar la formación de un frente de izquierda, que en algunos distritos deberá incorporar a activistas michelistas que ya forman parte de las nuevas direcciones sindicales combativas. Los partidarios del “sindicalismo de bases” prefirieron que las iniciativas de movilización fueran delegadas a la Mesa Coordinadora. La mesa, formada por P y P, más IS, a la que pertenece el “Pollo”, el PTS y algunos grupos de izquierda menores, quedó abierta a nuevos sectores, aunque antes ya habían excluido, sin consulta alguna a la ‘bases’, al MST. Pero hubo dirigentes presentes, como el secretario del Suteba-Bahía (Rompiendo Cadenas) que no se integraron. La exclusión del MST debería obedecer a una delimitación política, que prueba entonces la intención de formar un bloque político sin principios ni estrategia, en oposición al Frente de Izquierda. Siempre dijimos que un encuentro sindical debía tener por base la claridad, y esa claridad consiste en hacer todo por la unidad de acción y absolutamente nada por la confusión política contra el Frente de Izquierda. El Frente de Izquierda es la única expresión popular de un bloque obrero independiente; todos sus rivales de izquierda se posicionaron como tributarios de alternativas centroizquierdistas.

Repetimos: en todos los sindicatos combativos con preeminencia de la izquierda, donde se discutió la participación en este (des)encuentro, fue rechazada la invitación a concurrir (Suteba, AGD, ceramistas, Aten); otros, como ATE Sur, no lo consideraron (a un delegado de Fate se le inventó un mandato de asamblea en el lugar). El activismo eludió sumarse a una propuesta confusa, con destino dudoso para el desarrollo político independiente de la clase obrera.

Otros invitados, como la CGT San Lorenzo, integrada al moyanismo, eludieron concurrir. Marea Popular balconeó el encuentro.
A la misma hora, Altamira discutía, en Tigre, la unión de la izquierda revolucionaria con el movimiento obrero combativo, con 200 activistas de la zona norte del gran Buenos Aires. De esta tarea estratégica se trata.