El kirchnerismo sindical

El rol del kirchnerismo sindical en la crisis excepcional desatada por el plan de guerra del macrismo contra el movimiento obrero y, especialmente, frente a las numerosas luchas obreras, merece ser examinado por los activistas que albergan esperanzas en un revival nac&pop.


La Conadu kirchnerista levantó la huelga universitaria tras la tercera semana, diciendo que “se rompió el techo salarial” porque el gobierno estaba dispuesto a “seguir hablando”. Es decir que encaró sin huelga la semana de la Marcha Federal Educativa, que permitió la movilización de medio millón de docentes y estudiantes en todo el país. Tan es así, que siete asociaciones de base, entre otras las de Córdoba, Rosario y Litoral desconocieron la actitud de la federación y siguieron la huelga junto a la Conadu Histórica y a los estudiantes que irrumpieron en masa, tomando decenas de casas de estudio en todo el país, situación que se prolonga hasta el momento de escribir estas líneas. Hay que agregar que se opusieron a ir a Plaza de Mayo hasta el último día, por pedido del ministro Finocchiaro.


La dirección K de la AGTSyP del subte firmó un acta inconcebible que entrega el derecho de huelga, al condicionar cualquier paro a un aviso 15 días antes, tras lo cual vienen otros cinco días y una vez iniciada la huelga “evitar que la circulación de trenes se vea impedida por cortes de vías, en todo lo que esté a su alcance”. Antes de esto, Pianelli y Segovia viajaron al Vaticano cuando se preparaba el 8A por el aborto legal, danto la espalda a un reclamo de las compañeras del sindicato y de millones de mujeres.


El secretario adjunto de Foetra, dirigente de la CTA de los Trabajadores kirchnerista, que orienta Hugo Yasky, es parte firmante del acta que habilita la extensión de la jornada en una hora y media, entregando una conquista, tal vez la más preciada, de este gremio de tanta historia y ante las patronales más ganadoras desde los '90 hasta aquí.


El bancario Sergio Palazzo, principal referente de la Corriente Federal, firmó, sin siquiera media hora de paro, una ampliación de paritaria que no pasó por asamblea alguna de los trabajadores y que totaliza un 28% en cuotas, lo que está sensiblemente por debajo de la inflación prevista en la actividad más rentable del país, la financiera. Estando al frente de un gremio de 100 mil trabajadores con enorme poder de fuego, es claro que decidió mantenerse en los límites del conjunto de los grandes sindicatos controlados por la burocracia sindical del Triunvirato y del propio Moyano. La Bancaria tampoco defiende a activistas represaliados. Al mismo tiempo, hasta el momento, toda la Corriente Federal se estaría adaptando al paro dominguero del 25 próximo.


Los ejemplos son más, si tomamos en cuenta el convenio flexible firmado tiempo atrás por Atilra. Pero son suficientes para que el activismo saque un balance. El kirchnerismo bate el parche del 2019 de Cristina, pero acompaña el colaboracionismo del resto de la burocracia con acciones aisladas, que están muy lejos de desafiar la tregua sindical y de formular una política para llevar las luchas a la victoria. El fin de Macri puede venir del movimiento obrero, pero será superando el freno de toda la burocracia sindical, incluida la que se reclama más íntima de Cristina.