El paro del subte sigue firme

Una crisis que ha dejado de ser subterránea

A esta altura, no caben dudas de que la parálisis del servicio del subte está determinada por la crisis política, que tiene como una de sus manifestaciones el enfrentamiento del gobierno nacional con el de la Ciudad. Los trabajadores fueron empujados forzosamente al paro al no recibir por parte de la empresa, ni de ninguno de los dos gobiernos, propuestas para firmar un acuerdo paritario. Que esta situación se mantenga sin alteraciones durante días, a sabiendas de que la parálisis del servicio del subte crea un caos urbano fenomenal, es la prueba más clara de que tanto en la trinchera kirchnerista como en la macrista están decididos a jugar con fuego.


El paro de los "metrodelegados" se extiende en el tiempo sin que reciban la propuesta de una negociación paritaria. La única en danza no reunía condiciones mínimas de seriedad: consistía en una negociación con una jueza, que supuestamente iba a habilitar el uso de los fondos depositados por el gobierno nacional en una cuenta de la Ciudad, pero a los que la empresa Metrovías no puede acceder si previamente Macri no toma posesión del subte. Con el uso de esos fondos, la jueza y la empresa proponían un aumento salarial del 23 % pero sólo hasta diciembre. Luego nadie sabe cómo seguirá, ya que a fin de año la Nación quitará por completo los subsidios al subterráneo.


La directiva kirchnerista del sindicato del subte exploró la posibilidad de hacer pasar esta propuesta informal, a pesar de que estaba muy lejos de representar un acuerdo paritario. En las líneas, los trabajadores mostraron un rechazo mayoritario. En la línea B y en el taller Rancagua la oposición fue abrumadora; en la A también ganó el rechazo y en las otras líneas las votaciones fueron muy divididas. Antes de que se termine de resolver, la propuesta de la jueza ya era papel pintado. Los hechos fueron importantes para revelar el espíritu de lucha de los trabajadores y las tendencias a la capitulación de una directiva que trabaja alineada con el gobierno nacional. Por su parte, la UTA, que no está convocando al paro, adelantó que se oponía a la propuesta elaborada por la Justicia y amenazó con convocar ella misma a un paro. La maniobra apuntó a mantener el monopolio de la firma del convenio colectivo.


Al rechazo por abajo le siguió la crisis por arriba. Ninguno de los dos gobiernos mostró interés en suscribir el acuerdo, y las negociaciones volvieron a foja cero. Sin el concurso de los gobiernos es imposible un acuerdo paritario. Y cualquier aumento, que no tenga ese carácter, es absolutamente precario y por lo tanto inaceptable. De esto son conscientes los trabajadores del subte. Luego de diciembre, se acaban los subsidios y ningún gobierno se hace responsable de cumplir acuerdo alguno.


Contra trabajadores y usuarios


En las negociaciones en curso, trascendió que el gobierno nacional podría otorgarle a la Ciudad las garantías para un préstamo del Banco Mundial. Pero ese endeudamiento no puede ser utilizado para gastos corrientes (salarios). Metrovías, que denuncia que trabaja a pérdida, requiere nuevos subsidios o mayores tarifas. Como el gobierno nacional congeló los subsidios, ante una crisis fiscal de dimensiones colosales, y la Ciudad dice que no tiene fondos, sólo queda el camino del tarifazo. Pero debería generalizarse al conjunto del transporte público, pues de otro modo produciría una caída de los pasajeros y, por consiguiente, de la recaudación. Ninguno de los dos gobiernos quiere asumir la responsabilidad de dar el primer paso contra los usuarios, aunque tambos comparten cuál es el camino que tienen que recorrer.


Los trabajadores tienen el desafío de enfrentar esta crisis dotándose de una política independiente. Los términos de las salidas de los dos gobiernos van contra los trabajadores, a quienes se les niega la negociación paritaria, y contra los usuarios, a los cuales se les quiere enchufar un tarifazo. Junto a la huelga, es necesario explicar lo que está en juego y tomar la iniciativa, convocando al conjunto de los trabajadores y usuarios a una lucha conjunta. Sería de un acierto enorme que los metrodelegados convoquen una manifestación, invitando a los usuarios, para reclamarles a los dos gobiernos una negociación paritaria que cubra sus reclamos y rechazar el tarifazo. Es el modo de abrir una salida en los términos de los intereses populares.