Sindicales

17/12/1999|612

El retiro de Lear, todo un símbolo

Periodista: “¿qué ocurre si las empresas no aceptan el reparto de las horas de trabajo y amenazan con abandonar la provincia?”.


Eduardo Salas: “se están yendo igual, como es el caso de Lear, porque la crisis capitalista mundial no deja alternativa”.


La autopartista yanqui Lear, proveedora de asientos a Fiat y General Motors, ha dejado abierta la posibilidad de cerrar las puertas de su planta en Córdoba, como parte de una reorganización que significa el despido de 2.800 trabajadores en todo el mundo. Casi paralelamente a este anuncio, más de doscientos operarios de la planta de Fiat Auto firmaron su ‘acuerdo’ (en la planta se vive un clima brutal de intimidación) para la tercerización de las tareas de mantenimiento, lo que implica su pasaje a la empresa Global Services, el encuadramiento en un convenio que es una réplica del supernegrero convenio Fiat y su división del resto de trabajadores de la terminal automotriz. La tercerización contó con el visto bueno de la burocracia del Smata y fue pactada en el mayor de los sigilos. Paralelamente, Renault está tratando de imponer el mismo desenlace en la planta de Santa Isabel, con los trabajadores que hasta hoy están ‘gerenciados’ por Polymont y bajo el mismo régimen del resto de trabajadores.


Fiat ha cerrado sus puertas hasta empalmar con las vacaciones. Renault cierra a partir del viernes 18. El discurso oficial de las patronales y de la propia burocracia es que “hasta ahora” no hay despidos y que los trabajadores suspendidos perciben el 75% del salario. Todo es mentira. En Renault han sido cesanteados 120 compañeros contratados y la empresa ha anunciado el propósito de despedir a otros 600. En Fiat, el lote de ‘prescindibles’ llega a 700. Sobre determinadas secciones y compañeros se está librando, en ambas plantas, una tarea de apriete feroz para arrancar los ‘retiros voluntarios’ que cuentan con la benevolencia de la conducción del Smata. El publicitado salario del 75% no llega, por los descuentos, a más de un 60% y las patronales ya han anunciado que no podrán seguirlo pagando a la vuelta de las vacaciones.


Parasitismo


La industria automotriz se ha embolsado, en la última década, un superbeneficio de características históricas. Ocupa prácticamente la misma cantidad de trabajadores que en 1990, con una producción que se multiplicó más de siete veces y una incidencia marginal de cambios tecnológicos. El salario ha caído, en promedio, y las patronales se adueñaron íntegramente del pavoroso crecimiento de la productividad del trabajador por hora trabajada, que creció dos veces y media en Córdoba respecto de 1990. La industria automotriz se encuentra, además, excepcionalmente subsidiada por los aportes del Estado, bajo la forma de exenciones de impuestos, obras de infraestructura y auxilio crediticio (en el cálculo del pulpo Techint, el Estado aportó 5.000 millones de dólares por estos conceptos contra 2.000 de inversión real de las automotrices). En un rapto de sinceridad frente a este colosal parasitismo, el propio ministro de la Producción y de Trabajo de Córdoba, José Porta, declaró que “lo único que nos falta es darles plata encima, algo que no podemos hacer” (La Voz del Interior, 21/9). Por último, pero no en último lugar, la industria automotriz se encuentra excepcionalmente subsidiada porque tiene cautivo el Mercosur, con un arancel externo que la protege de las importaciones y la concesión de importar sus propios modelos pagando mucho menos.


Reorganizar el movimiento de lucha


La política de las patronales es ahondar aún más esta espiral de concesiones. Por eso Renault ha amenazado con “trasladar su eje fabril” a Brasil si no se obtiene un costo laboral en Córdoba inferior al actual y Fiat encabeza el reclamo de exención impositiva para un “auto económico” de 9.000 dólares y un plan canje en que el Estado pague por el auto usado. Estos reclamos de las patronales son apoyados a coro por la burocracia del Smata y de la UOM, a pesar de que entrañan un agravamiento de la crisis fiscal y la sobreproducción de la industria.


La única salida obrera es prohibir las suspensiones y despidos, repartir las horas disponibles entre todos los trabajadores y encarar la reconversión de la industria automotriz, lo que supone la estatización bajo control obrero. La campaña político-electoral del PO en Córdoba va dirigida centralmente a organizar la lucha directa de los compañeros de la industria automotriz, poniendo en pie un movimiento de lucha de los trabajadores dispuestos a enfrentar los despidos y suspensiones y a preparar la ocupación de los lugares de trabajo para arrancar sus reclamos.