Sindicales
18/11/2010|1155
El Smata moyanista reivindica a un entregador de delegados a la dictadura
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En medio de la crisis política por el crimen de la patota de Pedraza, el Smata -con la firma de su secretario general, el moyanista Mario Manrique- recordó en una solicitada el año del fallecimiento de su dirigente histórico, José Rodríguez, resaltando enteramente toda su trayectoria.
Llama poderosamente la atención semejante reivindicación cuando en vida, el difunto tuvo que ser separado de la conducción del Smata por el avance imparable de una causa por defraudación de 12 millones de dólares a la Obra Social mecánica.
José Rodríguez, heredero del vandorista David Klosterman, integró la burocracia que acompañó al gobierno de Isabel Perón y al lopezreguismo, y enfrentó especialmente a los cuerpos de delegados combativos que se hicieron fuertes en las famosas coordinadoras de la zona norte. Rodríguez fue secretario de acción social de la CGT de Rucci.
Llegado el golpe, fue el entregador de la interna de Mercedes Benz y quien avaló que en los predios de la propia Ford de Pacheco funcionaran campos de detención de delegados y activistas de la fábrica y de la zona.
La reinvidicación política de este gordo de los ‘90, agente histórico de la patronal automotriz al interior de su gremio, aggiornado a moyanista a partir de la fractura de la CGT por el MTA, en coincidencia con el apoyo de esas patronales al “modelo” devaluacionista no puede ser casual. Especialmente cuando Pablo Moyano ha sido puesto al frente de la versión siglo XXI de la Juventud Sindical, la sigla en la que militó José Rodríguez como parte del sindicalismo lopezrreguista.
La “reflexión” de Cristina acerca del “error” de no haber confluido en los ‘70 con la juventud sindical, es decir la autocrítica de la existencia misma de la Juventud Trabajadora Peronista, muchos de cuyos activistas cayeron víctimas de la balas de la triple A y luego bajo las de la dictadura militar, le ha dado alas a los elementos más podridos del sindicalismo peronista actual. Hace un año nada más, Belén, adjunto de la kirchnerista UOM, atacó a la “zurda loca de la cuarta internacional” en oportunidad de las huelgas del subte y Kraft. Moyano, en ese momento, ideó una marcha contra el clasismo, de la que luego desistió por indicación de la Presidenta.
Pablo Moyano, titular de la nueva versión de la Juventud Sindical, dijo “no necesitamos despegarnos de Pedraza, con los gordos rompimos en los 90”. Pero el moyanismo fue un adelantado del giro de otros gordos, Rodríguez fue uno de ellos.
La burocracia sindical se recicla a sí misma y en el compromiso con los gobiernos capitalistas, pero no podía quedarse incólume después del Argentinazo. El moyanismo ha integrado a los Rodríguez, a los Belén y los Caló, a los Gerardo Martínez y a los Pedraza. El agotamiento de todos ellos es más profundo todavía que el del propio kirchnerismo. Que éste se aferre a esta burocracia no hace más que delatar sus limitaciones insalvables. La lucha por la cárcel a Pedraza y Fernández es parte integral del movimiento histórico para acabar con una casta agente del interés patronal al interior de los sindicatos.