Sindicales
1/12/2024
El Smata y su obediencia debida al interés capitalista
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En una interna gremial feroz, los perjudicados son los trabajadores
Desde sus comienzos el sindicato de los metalmecánicos fue la correa de transmisión de las patronales para “ordenar y disciplinar” al movimiento obrero de la industria automotriz. Circunstancialmente ha tenido algún dirigente o cuerpos de delegados opositores a la línea tradicional político-sindical, pero rápidamente han sido adoctrinados o despedidos manteniendo así su posición colaboracionista para con las burguesías dominantes.
En la actualidad el Smata ha puesto al servicio de la patronal todo su aparato burocrático para garantizar la máxima rentabilidad y productividad en desmedro de las y los trabajadores. Con intervenciones en comisiones internas de delegados, como en VW (Volkswagen) desde comienzos de este año y desde hace unas semanas en Toyota. Dirimiendo peleas internas entre el secretario general Ricardo Pignanelli y el secretario general adjunto Mario “Paco” Manrique, tomando como rehenes a los obreros. Utilizando como “perros laderos” a los secretario gremiales, Nestor Valle y Pablo Pagez en VW, y Sergio Pignanelli (hijo del secretario general) en Toyota, suspendiendo elecciones y descabezando a cuerpos de delegados que cuestionan o no son del agrado de los mercenarios burocráticos, evidenciando así su obediencia debida a los intereses capitalistas, instalando la idea que todo lo que hacen es necesario para sostener los puestos que queden sin importar los despedidos o las condiciones laborales super explotadoras existentes que día a día empeoran.
Estas prácticas de persecución y de “limpieza” en la industria automotriz no son nuevas. Hace unos años atrás, a mediados del 2012, y durante un largo tiempo, estos mismos personajes, que luego fueron premiados con secretarías gremiales, se encargaron de perseguir y echar a cientos de compañeros de distintas fábricas (Gestamp, Lear, VW, Ford, Pilkington, etc.) con métodos mafiosos, “limpiando” el gremio y las plantas de trabajadores que los cuestionaban o intentaban auto organizarse.
Es evidente que el accionar del Smata es avalado coyunturalmente por un proceso de avance brutal de las patronales y del gobierno que cuenta con el apoyo de todo el arco político pro patronal contra el pueblo obrero, y donde la CGT deja pasar una reforma laboral sin precedentes.
Una interna gremial al servicio de las patronales
En Volkswagen, particularmente, los burócratas interventores de la comisión interna utilizan como método el apriete, no solo a los delegados que no están de acuerdo, sino también a todas y todos los trabajadores, generando incertidumbre, obligando tácitamente al “arreglo involuntario”, comunicando que todavía faltan 250 despidos encubiertos, y que a partir de mayo o junio del próximo año, cuando se deje de producir el modelo Taos, sobra un turno completo; esto significa que podrían seguir los despidos o volverían las suspensiones con reducción salarial, hasta fines del 2026, siempre y cuando siga el proyecto de la pick up china, que en estos días tuvo un primer ok para seguir avanzando, y poder concretar su producción en la planta de General Pacheco en 2027.
En Toyota, el método utilizado por Sergio Pignanelli (hijo) es diferente; este se encargó de suspender las elecciones de delegados argumentando que dentro del cuerpo gremial hubo corrupción y sobornos para aquellos delegados que “convencieron” a los operarios que arreglen y se “retiren voluntariamente”.
En primer lugar son acusaciones sin pruebas reales, y en todo caso también debería denunciar el accionar de la dirigencia empresarial, y exigir que los compañeros que fueron “retirados involuntariamente” vuelvan a reincorporarse a sus puestos laborales.
Desde luego, el hijo del secretario general de Smata no se pondrá en contra de la patronal que mayores beneficios le da al gremio, contando con el porcentaje más alto de afiliados de las plantas automotrices.
La buena relación entre los dirigentes sindicales y los directivos nipones viene desde hace mucho tiempo.
Tan fluida es la relación entre las patronales automotrices y el gremio metalmecánico, que van dejando huellas en el camino industrial que luego son seguidas por otros rubros. Ejemplo de esta situación es el secretario general del sindicato automotor, Ricardo Pignanelli, quien orgullosamente escribe el prólogo del libro “Kaizen” de Daniel Herrero, ex presidente de Toyota, destacando la habilidad del CEO para solucionar problemas en momentos de crisis potenciando el crecimiento de la empresa. “El día que conocí a Herrero me di cuenta que tenía bajo el brazo una idea distinta[…] una filosofía de trabajo que podía dar grandes frutos”, dice Pignanelli. Para culminar su mensaje halagador y obsecuente, Pignanelli añade: “Herrero terminó siendo para mí mucho más que eso: se convirtió en un gran amigo”.
Recíprocamente, Herrero cuenta en su libro infinidades de anécdotas vividas junto al dirigente sindical. “Había conocido a Pignanelli durante mi paso por finanzas, en una paritaria […] Forjamos una buena relación, porque siempre me pareció una persona con visión de largo plazo, muy distinta a otros representantes del sindicalismo argentino, y sobre todas las cosas, un dirigente muy proindustria […] hasta el dia de hoy sigo hablando dos o tres veces por semana con él”.
Que un dirigente sindical termine siendo amigo de un CEO empresarial puede ser solo una anécdota, pero claramente no lo es, estas relaciones tan carnales tienen como única consecuencia el avance de la clase dominante sobre la clase oprimida. Toyota Argentina logró posicionarse como la mayor productora automotriz de nuestro país, exportando más del 80% de las pick ups realizadas en la ciudad de Zárate. Para lograr semejante hazaña nuevamente se recurrió al buen diálogo entre la patronal y el sindicato, llegando a un acuerdo, según cuenta el expresidente de la compañía: si los operarios logran aumentar la eficiencia del 72% al 95% y bajar el ausentismo del 9% al 3%, la empresa se compromete a dar un “buen sueldo” (el cual de por sí ya es menor al abonado en otras terminales).
Una solución encontrada entre ambas partes para sortear las vicisitudes de la sobrecarga laboral, debido a los ritmos de producción en constante crecimiento, fue mantener la edad promedio de los operarios en 25 años (muy por debajo de las demás automotrices con un promedio de edad entre 35 y 42 años, lo cual significa un mayor costo debido al 1% de remuneración salarial por año de antigüedad y categorías más altas), renovando así constantemente durante casi 30 años al personal, descartando a los más antiguos y a los que sufren enfermedades profesionales crónicas, dejando fuera del circuito laboral a muchos jóvenes con problemas físicos y psicológicos.
A lo largo del texto queda demostrado el carácter colaboracionista con las patronales que caracteriza al gremio automotriz, en detrimento de los trabajadores, permitiendo la descarga permanente sobre las espaldas de las y los compañeros metalmecánicos de los ajustes económicos o las reformas laborales implementadas por distintos gobiernos a través del tiempo.
La clase trabajadora, históricamente, ha tenido que luchar contra la opresión burguesa y la traición de las burocracias sindicales. En Argentina, particularmente, existe una gran experiencia en la organización obrera, y como queda demostrado en los hechos, sólo las masas de trabajadores movilizados logran mejores condiciones laborales, generando un cambio favorable al pueblo trabajador. Tratando de superar los límites sociales impuestos por las burguesías y sus aliados burocráticos, para terminar con la explotación obrera por parte de los dueños de los medios de producción. Los trabajadores debemos mantener una perspectiva de organización permanente para lograr avanzar hacia una emancipación de la clase opresora, generando mejores condiciones de vida, derrotando a los burócratas, imponiendo una nueva dirigencia sindical representativa de los intereses obreros.