Sindicales

8/10/2015|1384

Elecciones en el Smata: un fraude contra los trabajadores


El 15 de octubre se realizaran las elecciones generales del Smata. En ellas sólo se presenta la lista Verde, que revalidará al actual secretario general Ricardo Pignanelli, secundado por Mario Manrique. La elección se desarrollará en el marco de una profunda crisis de la industria automotriz, en donde los despidos y las suspensiones se empiezan a contar por miles, principalmente en las autopartista.


 


Fiat extendió para septiembre su programa de suspensiones (alcanza a 1.000 operarios) y mantiene el plan de retiros voluntarios con el que pretende reducir el 10% de su plantilla, General Motors resolvió paralizar la producción de su planta de Rosario durante seis días de este mes y avanzar a la par con un programa de retiros que involucra a 240 trabajadores. A su vez, VW (Córdoba) paralizó durante cuatro días de agosto su producción, esquema que podría repetirse este mes, en tanto que Ford anunció que continuará hasta fin de año con su plan de 170 suspensiones rotativas en su planta de la localidad bonaerense de Pacheco. A Volkswagen Pacheco llegaron los coletazos del fraude ambiental de la patronal alemana. La patronal informó al sindicato que está en una situación crítica, aparte de la caída de las ventas en Brasil.


 


La lista Verde desarrolla su campaña planteando que un voto plebiscitario a la burocracia sindical es el único modo de cuidar los puestos de trabajo. Pretende un cheque en blanco de los trabajadores para hacer lo que nunca hizo.


 


Defensa patronal


No es una novedad que la burocracia del Smata se presente como garante y defensora de los puestos de trabajo frente a la crisis capitalista. En los '90 José Rodríguez fue la correa de transmisión de la política de las terminales, que significó, para esa década, una reducción fenomenal del plantel de trabajadores (se pasó de 26.286 trabajadores en 1997 a 17.381 en 2000), el desguace de la industria autopartista y la flexibilización de las condiciones de trabajo (el convenio Fiat-Smata de 1996 sentó las bases de la flexibilización laboral menemista). Sólo cuando Rodríguez vio que la clase obrera metalmecánica podía levantar cabeza atinó a tomar algunas medidas para la tribuna, pero el programa de las patronales ya se había impuesto. Con la reactivación que se da a partir de 2003-2004 (que consolida a la industria automotriz argentina como una gran ensambladora de piezas importadas) el Smata se declara ferviente defensor y militante del “modelo industrial kirchnerista”, argumentando que la defensa de éste es la defensa de los puestos de trabajo. Un ejemplo más de la “defensa del trabajo” es el convenio que se firmó con Nissan-Renault para la producción de una pick-up en Córdoba, el cual significa salarios muy por debajo del promedio de las demás terminales, jornadas más largas y contratos precarios. La mentada defensa del trabajo encubre los intereses patronales.


 


Aunque la burocracia derrotó en el periodo anterior a las luchas de Lear y Gestamp (que causaron una enorme simpatía en las grandes fabricas del gremio) y pudo contener la bronca general, sigue aterrorizada por el efecto que causaron y por las dimensiones que podrían tomar procesos similares.